Bruja y demonio

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Las semanas pasaron. Charlotte convivía cada vez más con Alex, algo que atribuí a que ellos al ser de la misma edad se entendían mejor. Saúl seguía sin confiar en el chico y le decía de cosas a Charlotte. Por mi parte, me mantenía ocupado en el trabajo y en practicar con la guitarra. Parecía que todo volvía a la normalidad. Pero, un día llegó Saúl al departamento con el cabello cortado. No lo reconocí en el momento. En un intento de superar a su exesposa y dejar el pasado atrás, cambió su apariencia. Charlotte al momento de verlo tampoco lo reconoció. Pensé que tal vez él pasaba por una crisis. Parecía un joven normal, sus finas y agraciadas facciones resaltaban aún más sin estar cubiertas con largos mechones castaños. Ya no se dejaba la barba y vestía más casual. Me contó que puso en venta todas sus propiedades y pensaba en comprar algo en las afueras de la ciudad. Saúl se preparaba para iniciar una nueva vida, y tal vez para dejarme atrás. Con el tiempo me acostumbré verlo así, sin su faceta de vampiro escapado de un libro.

En un viernes por la noche, me encontraba en la sala con Saúl y Charlotte, veíamos una película antigua de moscas gigantes luchando en contra de mosquitos enormes radioactivos. Era de bajo presupuesto, se veían los hilos, las maquetas y botargas. Sin embargo, nos divertimos riéndonos de las incoherencias. Charlotte estaba sentada cerca de Saúl, volvían a llevarse bien. Ella recargó su cabeza en el hombro de Saúl y comió de las palomitas de él. Por un momento me parecieron una pareja y me sentí un tanto excluido. Nuevamente comencé a preguntarme muchas cosas: ¿Él sería cómo el príncipe que ella soñaba? ¿Por qué me interesaba eso? ¿Quién eligió la película?

—Por cierto, mañana hay un evento al que tengo que ir. ¿Quieren venir conmigo? —preguntó Saúl, sacándome de mis pensamientos.

—¿No saldrás huyendo si va tu exesposa? —pregunté sarcástico.

—No. Es un evento hecho por algunos fans de mis libros. Recrean un baile que hay en una de mis novelas.

—¿Cómo un baile antiguo? —Se paró emocionada Charlotte.

—Sí, tendrán que rentar trajes de época —dijo despreocupado.

—No lo sé. —Me crucé de brazos—. Suena a algo que no haría.

—Y sólo por eso te llevaré a fuerzas. —Sonrió Saúl animado.

—Qué emoción, nos hubieras dicho antes. —Charlotte fijó su mirada emocionada en Saúl.

—Era una sorpresa espontánea del momento. Mañana temprano iremos por los trajes.

Al terminar la película, Charlotte se fue a su habitación emocionada, yo fui a la mía sin muchos ánimos y Saúl fue detrás de mí. Desde que puso en venta su casa, se quedaba siempre en el departamento. A veces dormía en un colchón inflable, en el sillón y muy seguido, se escurría en mi cama. Los primeros días me sentí extraño, pero con el pasar de las semanas normalicé eso, era como dormir con un familiar. Lo peor de todo, era que me estaba acostumbrando a compartir la cama. Al inicio me molestaba que me descobijara o me abrazara como si fuera su peluche, después me pareció agradable envolverme en su afecto. Pero eso sí, solía dejar una almohada en su regazo como barrera.

Cepillé con desgano mis dientes y vestí mi pijama. Fui directo a la cama y el gato me siguió. Cuando Saúl salió del baño, le hizo un puchero al gato. Había ocupado el lugar que él solía invadir. Me di la vuelta e ignoré las caras que hacía Saúl.

—Córrelo, ya me quiero dormir. Tengo mucho sueño —dio queja Saúl.

—Córrelo tú —dije desganado.

—No, me odiará.

—Qué más da. Entonces duerme en otro lado... no es normal que lo hagas conmigo.

En mi melancólica soledad con ellos ( Completa y disponible en papel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora