El domingo hablé con mi jefe para pedirle mis vacaciones pendientes y así poder ir a mi pueblo natal. Como él se llevaba bien con Saúl, no puso objeciones y me pidió que le saludara a mi novio escritor. No tenía las mínimas ganas de ir, me encontraba sumamente hundido en una depresión que no reconocía. Ante mis ojos, con los que me juzgaba en el espejo, era una terrible persona que dañaba a otras. Un ser que no debía existir, una cosa poco productiva y sustancial para la sociedad. Mientras me reclamaba a mí mismo con la mirada, regresaron Saúl y Charlotte. Salí de mi habitación para saludarlos. Les vi la cara larga y ojeras, me pregunté el motivo. Charlotte me saludó desanimada y se encerró en su habitación. Saúl fue al sillón, prendió un cigarrillo y se derrumbó recargándose en el respaldo.
—¿Todo bien? —curioseé.
—Algo... —Exhaló el humo de su cigarrillo—. Charlotte está decidida a ir contigo al pueblo. No quiero que lo haga, me parece un suicidio de su parte. ¿Por qué demonios quiere regresar al lugar donde fue tan infeliz?
—Ya veo. Supongo que discutieron sobre eso.
—Sí, algo así... ¿Y Dafne? —La buscó con su mirada.
—Se ha borrado de esta historia. —Me encogí de hombros.
—Imaginé que pasaría otra cosa. —Se delineó una ligera sonrisa en el desvelado rostro de Saúl.
—Justamente imaginé lo mismo cuando Charlotte se fue detrás de ti. —Me senté a un lado de Saúl.
No dijo nada, ligeramente se tensó su rostro. Apagó el cigarrillo en el cenicero. Juntó sus manos y miró absorto el suelo, después se enderezó, giró su cuello y me regaló una triste mirada. Entendí lo que me dijo su mirada, a pesar de que era un escritor, no tenía palabras para contarme lo sucedido. Para no lastimarme, no indagué más en el tema.
—El lunes me iré —avisé—. Lo bueno es que ya no tengo gato que encargarles —dije triste—. No sé si regresaré. Y tampoco quiero que me acompañen, así que... ya no discutas con Charlotte.
—Iré contigo... no te dejaré solo —afirmó sin dudar.
—No tienes que hacerlo y no quiero que lo hagas.
—Yo sé bien que va a pasar si te vas solo... jamás te volvería a ver. Te rompiste... y tal vez, piensas que no tienes arreglo. Pero no es así, pasará y, de alguna manera, te volverás arreglar. Si te quedas solo, será difícil que juntes tus partes rotas y más fácil de que te termines de destruir. Creí que sería de ayuda, pero no. —Soltó al aire una risita de ironía.
No dije nada, él tenía razón. Estaba roto. Sin embargo, era porque mi burbuja se había agitado demasiado, porque entendí más mi realidad y las consecuencias de mis actos. Estaba muy consciente, de más.
Para huir de todo, me encerré en mi habitación y al no poder dormir, me dediqué a beber la botella de whisky que escondí hace mucho en el closet. Saúl intentó entrar, pero el seguro se lo impidió. Me pidió un par de veces que lo dejara pasar, hice caso omiso a sus peticiones. Fruncí el ceño y pensé que él debería ir detrás de Charlotte, no de mí.
Mientras bebía, todo lo que me preocupaba perdía relevancia y me aligeraba. El tiempo ya no me tomó en cuenta, ni yo a él. Me dediqué a contemplar el techo, el blanco techo que no me daba ningún tipo de consuelo.
En la madrugada hice una pequeña maleta, sin mucho ánimo y sin fijarme a detalle lo que guardaba. Mientras hacía el equipaje, cayó del bolsillo de un pantalón un anillo. Era el que me había dado Saúl de broma. Incrédulo y, en mi estado de ebriedad, miré el anillo por un indefinido tiempo. Me reí sin saber bien de qué, lo tomé sin desprecio y me lo puse. Me recordaba que pertenecía a esta ciudad, junto a mis amigos, a los que no conocía realmente de mucho tiempo, pero los sentía como familiares. Salí tambaleándome de mi cuarto con la maleta en la mano. Para mi mala suerte, Saúl se encontraba en el sillón, como perro guardián. Seguía despierto, miraba fijamente hacia la puerta de la habitación. Al verme, abandonó su lugar y se lanzó hacia mí con una desafiante mirada. Sus ojos de óleo iluminaron su expresión de enojo y, como si fueran una pintura exhibida, los miré intentando descifrar el mensaje de estos.
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En mi melancólica soledad con ellos ( Completa y disponible en papel)
Teen Fictionversión y edición 2022 Disponible en papel ¿Qué tiene en común una chica que ve fantasmas con un escritor divorciado? La respuesta es René, un joven solitario que tiene como distracción tocar su guitarra en la calle, en la madrugada. Gracias a su pa...