Charlotte había invitado al departamento a uno de sus compañeros de clase. Hacían la tarea que les tocó juntos en el pequeño comedor, se encontraban sumergidos en un silencio cómodo y agradable, el cual se rompía en algunas ocasiones con el roce de los bolígrafos en el papel.
Cuando regresé del departamento, él se presentó con mucha seguridad en sí mismo, una que me intimidó. Era un joven bien parecido, de cabellos negros lisos, rostro serio de porcelana, ojos de cielo, cuello de cisne, postura de rey y lujosas vestimentas que alzaban su presencia. Dijo que se llamaba Alex y que le daba gusto conocer al hermano de Charlotte. Sí, ella dijo que era su hermano. No me molestó su mentira piadosa, sabía que no era conveniente para Charlotte que su clase supiera que vivía con un hombre que no era su familiar. Sin embargo, me sentí extraño. No supe describir la sensación. Me bastaba con echar un vistazo para intentar tranquilizarme. Utilicé la excusa de preparar café para pasar por el comedor y mirarlos. Eran dos jóvenes iniciando su vida, compartiendo su tiempo por culpa de una tarea, algo en común que los unía. Miré que Alex estiró su mano donde estaba postrada la de Charlotte y la tomó.
—¡Qué blanca es! —dijo asombrado—. No me había fijado antes.
—¿Te parece? —preguntó Charlotte en su inocencia.
—Sí, y es muy suave. —Analizó la mano acariciándola.
Miré y escuché desde la cocina, mientras goteaba la cafetera. Me molestó que el joven se tomara tantas confianzas con Charlotte. La puerta de la entrada se abrió de un momento a otro, Saúl hizo su aparición. El gato lo recibió con maullidos sutiles y se frotó entre las piernas de Saúl un par de veces. Desde que comenzó a comprarle comida húmeda en lata, el gato le tomó mucho apreció a Saúl.
—¡Traje pasteles! —avisó feliz.
La sonrisa de Saúl se desvaneció cuando miró al chico que estudiaba con Charlotte.
—Hola, mucho gusto —saludó el joven sin inmutarse ante la presencia de Saúl.
Clavé la mirada, estaba a punto de darse una batalla entre titanes egocéntricos.
—Hola, niño —respondió Saúl tajante.
—Él es Alex —presentó Charlotte tímida.
—Mucho gusto, soy Saúl. —Estiró su mano para el joven.
Alex se paró y tomó la mano.
—¿Y qué eres de Charlotte? —preguntó.
—Amigo. —Saúl desvió la mirada hacia donde me encontraba.
—¿De su hermano? —indagó más Alex.
—No, él es mi novio —respondió y sonrió complacido.
Charlotte bajó la cabeza, se sonrojó y mordió sus labios, avergonzada.
—Interesante. —Sonrió nervioso Alex y soltó la mano de Saúl.
Lancé una mirada de odio a Saúl, me encontraba harto de sus bromas. Alex regresó al comedor a hacer tarea. Al parecer había ganado Saúl.
—Charlotte es como una hija para mí —añadió Saúl. Se acercó a ella y la rodeó con su brazo—. Siempre la voy a cuidar, hasta que me muera. Hay tantos hombres malos que buscan aprovecharse de la inocencia de las mujeres tiernas como mi Charlotte. —Clavó su vibrante mirada en Alex.
—Sí, haces bien en cuidarla. —Bajó Alex la cabeza.
Saúl sonrió complacido, Charlotte sudaba de nervios, Alex se veía intimidado y yo estaba furioso y a la vez feliz de que Saúl confrontara a Alex.
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En mi melancólica soledad con ellos ( Completa y disponible en papel)
Fiksi Remajaversión y edición 2022 Disponible en papel ¿Qué tiene en común una chica que ve fantasmas con un escritor divorciado? La respuesta es René, un joven solitario que tiene como distracción tocar su guitarra en la calle, en la madrugada. Gracias a su pa...