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Emilio.

Hacia un horrible frío, ni aún con mis dos abrigos puestos podía calentarme.

Diego manejaba y no paraba de hablar sobre lo magnífico que fue su día con ese chico que conoció en la cafetería.

-¿Y cómo se llama?.

-Alan -dijo entre un suspiro.

-¿Dónde quedó eso de "voy a morir solo y sin nadie que me ame"? -frunció el ceño indignado.

-Ay, por favor, eso fue hace mucho, ahora sé que hay una persona dispuesta a amarme. Ya soy otro.

-Eso fue hace tres días -dije burlón.

-Eso no importa, superalo.

Reímos mientras él continuaba manejando hasta llegar a casa, le di las gracias por haberme llevado y después se marchó.

Para los reporteros no era una novedad que Diego, me llevará a casa, tal vez en su momento inventaron chismes escandalosos sobre qué engañaba a Joaquín con mi mejor amigo, pero solo eran eso, chismes, siempre intentado arruinar la vida de los demás solo para tener fama, pero la mayoría de mis seguidores saben cuanto amo a mi chiquito.

Pase entre todos esos reporteros evitando sus preguntas para poder entrar a casa, odio que siempre estén afuera esperando a que algo pase para poder dañar mi imagen.

Había pasado un largo día en el estudio ensayando mi canto y esta era la hora del día que más amaba, estar con mi novio y poder abrazarlo.

Cerré la puerta tras de mi y esperaba ver a mi chiquito sentado en el sofá con muchos dulces a su alrededor mirando una película infantil, pero esta vez no fue así, él no estaba en el sofá y la casa parecía vacía además de que hacía mucho frío, aunque tenía sentido pues casi eran las 11:00pm.

Apague las luces de la cocina y camine escaleras arriba.

-¡Emi! -Joaco se levantó para abrazarme cuando estuve dentro de la habitación.

La televisión estaba encendida y había muchos dulces en la cama.

-Hola bebé -lo bese sintiendo el sabor del dulce en sus labios- ¿sandía?, me gusta.

-En realidad es mango, pero supongo que el dulce de sandía que comí me dejó otro sabor.

Puse mis manos bajo su suéter de lana azul, estaba helado, y solo llevaba puesto uno bóxers bajo en suéter.

-¿Por qué hace tanto frío? -pregunté al verlo esconderse bajo mi abrigo quedando ambos pegaditos, el abrazado a mi cintura.

-Es que... No te enojes, pero Ian y yo jugábamos y... La pelota golpeó muy fuerte el aire acondicionado -quise reírme por su comportamiento infantil, pero me mantuve serio, solo para fastidiarlo un poco.

-¿Así que tendremos que pagar para que reparen el aire acondicionado?, ¿sabes cuanto tiempo tardarán en venir a repararlo?.

-Ya sé, perdón -bajo la cabeza quedándose callado y salió de bajo de mi suéter para darse vuelta y caminar hacia la cama.

-Aunque... Mientras esperamos a que vengan -me acerque a él tomando su cintura entre mis manos- Yo podría calentarte -deje besos por su cuello mientras el hacia de lado su cabeza para darme espacio.

-Suena tentador -se giró quedando ambos frente a frente.

-¿Dónde está el niño?.

-Dormido en el otro cuarto, lo abrigue bien con muchos edredones, no creo que nos interrumpa, amor.

Por Accidente (Emiliaco) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora