DÍA 25: Poison | Drugs

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✒ Trama:
Solo hay un enemigo invencible para el ser humano: uno mismo. Natsume comprobará hasta donde puede llegar esta afirmación con un encuentro que parecía predestinado...

✒ Personajes:
• Natsume Sōseki
• Ōgai Mori

♦♦♦

Reconozco que no suelo tener el tacto que cualquier ser humano puede pedir a otro ser humano. También reconozco que, con todo lo que he vivido, no existe absolutamente nada que pueda emocionar a mi corazón felino. Sé de buena mano que los humanos son seres egoístas y mentirosos por naturaleza, pero eso no quitaba el hecho de que ellos también sufriesen, ya fuese por culpa de otros seres humanos o por culpa de sus propios problemas. 

Me detuve en seco bajo aquella intensa lluvia que azotaba la calle. Mi bastón se apoyó al lado de un joven ataviado con una bata blanca, tirado en el suelo tras recibir una brutal paliza en aquel barrio marginal.

Estaba a punto de descubrir qué eran capaz de hacer los propios problemas de uno.

Despertó a la media hora tras haberlo llevado a una de las casas de la zona. Parecía una antigua clínica. En mi larga vida jamás había visto una mirada tan perdida como aquella.

—¿Cómo estás? —pregunté mientras cerraba el libro que estaba leyendo.

Él simplemente desvió la mirada.

—¿Cómo he llegado a mi casa?

—Lo miré en tu tarjeta de trabajo. Por curiosidad… —me levanté y tomé un bote que había sobre el escritorio—, nunca había oído hablar de la dieta a base de morfina… Tomándola de esta forma, lo único que puedes conseguir es morirte.

—¿Y si es eso lo que menos me interesa?

Dejé el bote con un suspiro.

—¿Qué te ha ocurrido? Te encontré tirado en la calle.

—Fui a por unos medicamentos —explicó mientras se frotaba la cabeza— y me vi rodeado por una banda de maleantes… Recuerdo un golpe en la cabeza…

Tomé asiento de nuevo en el taburete tras oír su historia.

—Descansa entonces. Me quedaré aquí.

—¿Por qué? No necesito que me cuiden.

—No entra en mi moral que te mueras por una sobredosis.

—Eso no es problema suyo.

—Ahora sí.

La curiosidad acababa de picarme con aquel joven. Era como hablar con un muerto viviente, con alguien sin ningún tipo de alma o corazón…

Creo que fue en ese momento cuando decidí que aquel joven debía entrar en juego en el plan tripartito.

Necesitaba conocerlo mejor. 

Tras presentarnos y saber algo sobre su pasado, conseguí que se volviera a tumbar. Era un tipo de lo más curioso este doctor. A eso de las 2 horas, comenzó a temblar, seguramente por culpa de su cuerpo pidiendo la morfina.

—¿Por qué me ayuda? —preguntó entre temblores—. Sabe perfectamente que no soy el tipo de persona que se preocuparía por otra… Perdí absolutamente todo… No me queda nada por lo que vivir… Cargo con crímenes de guerra nefastos que hundirían a una nación entera… Alguien como yo, no merece vivir más, ¿no cree?

Medité sus palabras, hallando por primera vez el mensaje oculto que siempre dijo con sus palabras vacías.

—¿Te duele estar vivo?

Sus temblores pararon de pronto. Ocultó su cabeza entre las mantas y las apretó con fuerza. En ese momento, supe que los temblores no se debían a su dependencia, sino a los sentimientos que se agolpaban en él para salir ya.

Y terminó por explotar.

—Me duele… Me duele mucho. Me duele tanto que me cuesta respirar.

Suspiré y me acerqué a él.

—La morfina es un tipo de calmante, lo sé de sobra, pero el dolor que tú tienes no es algo que se pueda curar con esto.

—¿Y qué me recomienda? —preguntó sin destaparse.

—Eres alguien sin un motivo por el que seguir vivo, por lo que todo esto puede solucionarse si lo tienes. Y yo te lo puedo entregar.

Sacó su cabeza despeinada y me miró con aquellos ojos agotados.

—Únete al plan tripartito que estoy llevando a cabo. Es un plan para traer la paz a Yokohama.

—¿Cómo puede creer que alguien que ha hundido a Japón en la Gran Guerra puede ayudar a conseguir la paz en esta ciudad?

—Porque lo veo en tus ojos. Ese será tu motivo para vivir: la promesa de que me serás fiel —y le tendí la mano.

Él la miró de forma recelosa.

—He sufrido muchas traiciones a lo largo de mi vida y algo me dice que sus ojos no son humanos… ¿Cómo sé que puedo confiar en usted?

—¿Qué otra opción te queda?

Enmudeció y pude ver sorpresa en sus ojos por primera vez. Había conseguido abrirme hasta él por fin. Con la mejor sonrisa felina que tenía en mi repertorio, volví a insistir:

—Puedes escoger: o la morfina o yo…

Miró pensativo mi mano, frotándose la barbilla con la mano. Después, me miró a los ojos con su omnipresente mirada analítica llena de malicia:

—¿Qué veneno es el menos prejudicial? —preguntó con una sonrisa pícara.

Estaba claro: los humanos cada vez me llaman más la atención. Como ya dije, aquel joven médico consiguió despertar la curiosidad en mí…

Solo espero que la curiosidad no mate al gato.

BSD || BungouTober 2O19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora