¿ Por qué a nosotros? (1er libro trilogía Hate Or Love)

Lo que faltaba.

El sexo a ciegas y desenfrenado con Brad había dejado sus marcas. Me levanté de la cama y sentí un insistente picor y dolor en la espalda.

"Maldito árbol" pensé entre mí.

Fui a la cocina tan solo con la bata de baño y me preparé un café. Creí que aún todos dormían cuando vi salir a Marcus del baño. Ya estaba completamente vestido, con una teñida de día casual, su cabello perfectamente peinado y supongo que con su aliento oliendo a menta después de haberse lavado los dientes. Y aquí estaba yo, como una bruja, con mi cabello disparado a todas partes, pantuflas de conejo silvestre y mi cara de "tengo la espalda hecha mierda porque ayer me follaron contra un árbol y me pica, que alguien me coloque una cremita pofavo".

-¿Cómo está el hombre guapo de este departamento? -pregunto mirándolo con recelo. He notado algo estos últimos días y claro que lo molestare, pero claro que sí. Para eso están los amigos.

-¿Y esa frasecita y esa mirada es por? -me pregunta de vuelta, como si no supiera de que hablo.

-Estas muy guapo, muy arregladito, acaso todo eso es para... ¿Mónica? -digo casi con el sonido de los tambores de fondo. Como si el nombre de la susodicha apareciera en pantalla rodeado de luces amarillas y candentes. Porque si, Mónica, la dulce estilista que siempre pareciera estar preocupada por Marcus, quien siempre le prepara un cafecito antes de arreglarlo para que el niño ande con energías, alzo una bandera que dice "No se acerquen, él es mío, solo yo puedo prepárale cafecitos y hacerle masajes en sus hombritos". Y todos ya lo notamos.

-Estoy como siempre, sin embargo, creo que tu insinúas algo. -dijo sentándose al lado del ventanal. -Por cierto, pareces una bruja. -me miro con un toque juguetón y se sirvió agua en su taza.

-¡Aah perdón! -grite agarrando mi cabello para hacerlo ver más corto. Mónica tiene el cabello hasta los hombros. -¿Ahora si me veo mejor? -pregunte con burla acercándome hacia él, este solo rio mirando hacia la ventana. -¿Quiere un cafecito? Me dijeron que le gusta con... crema. -dije tomando su taza y revolviéndola, tal y como hace ella, con esa mirada que le da de "como quisiera ser este café". Marcus me quito la taza con una sonrisa de oreja a oreja y se levantó.

-Tu eres...una tontita y una metiche. -dijo pellizcando mi nariz.

-Pero es la verdad, tonta o no, metiche o no, es la verdad. -sostuve caminando hacia el baño para cepillar mi cabello. No quiero que Darien y Rami me llamen bruja también.

Tome desayuno con Marcus y se sintió genial. Hace tiempo no sentía esta tranquilidad. Y en parte creo que es gracias a Mónica. Marcus ha estado enfocado un poco en ella últimamente, aunque lo niegue. Y eso hace que ya no esté preocupado mi todo el tiempo, así que ¡bendita seas Mónica! Aun así, no podía dejar de molestarlo, ver como Marcus se esfuerza por intentar negar que siente una atracción evidente hacia ella es un buen panorama para un miércoles en la mañana.

-¡Ya admítelo! ¡di que amas sus cafecitos, dilo! -grite moviéndole su hombro.

-Dios, eres tan molesta. -dijo viéndome con amargura y algo de vergüenza, sabe que lo estoy consiguiendo, no tiene escapatoria. -Ya maldición, si, ella es linda, eso es todo, ahora déjame beber mi estúpido café en paz-

-¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Te conozco hace mucho, me di cuenta al instante. -exclame haciendo un bailecito triunfador.

-Ya, si, ahora calla, despertaras a todos. -bebió de su taza sin mirarme. Marcus puede joderme como quiera, pero no debería, él es un enamoradizo empedernido. Supongo que por eso lo negó tanto. Seguramente siente que no debe fijarse en nadie después de que firmamos ese contrato con la discográfica. Aún recuerdo la seria mirada que me dio mientras lo firmaba, pero ¡JA! ¿Quién es el que está siendo poco responsable ahora? Aunque... creo que yo no debería decir nada al respecto tampoco. Entre ella y Marcus aun no pasa nada, en cambio yo, pues...me duele un poquito la espalda.