12. 4 de Mayo

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EL DIARIO DE GUN ATTHAPHAN POONSAWAS

Sábado, 4 de mayo

Estaba en el cuarto de baño. Ignoraba cuánto tiempo llevaba en él contemplando las fotos donde salíamos Nawat y yo juntos, sonriendo, fotos donde notaba la ausencia de personas, como mi hermano. Las miré sin mover un solo músculo, como si eso pudiera hacer que la imagen de Chimon se materializara en alguna de las fotografías. Pero no se materializó, Chimon siguió ausente. Sin salir en ninguna foto conmigo o con nuestros padres.

Me había despertado sin recordar nada de él, creyendo que era hijo único y que aún estaba en el instituto. El fuerte impacto que me dejó el diario seguía en mí, el doctor Off me contó que lo escondía en el armario cuando me llamó. En ningún momento me imaginé que descubriría que tenía un hermano.

El diario se encontraba ahora conmigo, lo tenía en la mano. En cuanto lo leí, supe que era cierto, que yo había escrito todo eso. Lo sentí de alguna forma, sentí la presencia de Chimon, los momentos vividos con él, aunque no le recordase. Leí y releí lo que había escrito, tratando de grabarlo en mi mente.

Seguí leyendo y entonces descubrí que había muerto. No podía creerlo. Mi corazón luchó contra esa información, trató de rechazarla. Sentí náuseas y la habitación comenzó a dar vueltas. Tuve la sensación de que caía hacia delante. Pero decidí seguir leyendo, ya que quedaban algunos párrafos más, y entonces leí que no debía creer esa información totalmente, porque no estaba seguro. Era algo que me había contado Nawat, pero él no era del todo fiable, ya no.

Entré en el cuarto de baño y volví a mirar las fotos, después me lavé la cara y fui hacia el salón. Ignoraba cómo iba a reaccionar cuando Nawat llegara a casa. Hoy, según el post-it que me había dejado, tenía una reunión con algunos profesores sobre un viaje educativo que habían pensado los alumnos para el próximo año, e iba a llegar algo tarde. Me lo imaginé entrando, besándome con afecto, a mí aceptándolo para mantener las apariencias, luego a él preparando la cena. Nos imagino a los dos cenando y viendo la tele o lo que sea que hacemos por la noche, y teniendo que fingir durante todo ese rato que ignoro la existencia de mi hermano y su supuesta muerte. Después nos iríamos a la cama juntos y...

Era más de lo que podía soportar. No pude frenarme, ni siquiera sabía muy bien qué estaba haciendo ni por qué lo hacía. Empecé a tirar de las fotos, a arrancarlas. Y unos segundos después ahí estaban, en mis manos, desparramadas por el suelo del cuarto de baño, por el lavabo, por todas partes, menos pegadas al espejo.

Agarré el diario y me lo metí en la bandolera, mi cartera estaba vacía, de modo que cogí uno de los billetes de 1.000 bahts que, según había leído, guardábamos en un tarro en la cocina y salí de casa. Ignoraba adónde iba. Quería ver a Off, pero no sabía dónde estaba ni cómo llegar hasta allí, aunque lo hubiera sabido. Me sentí indefenso. Solo. Y eché a correr.

Giré a la izquierda, hacia el parque. Hacía una tarde soleada. La luz naranja se reflejaba en los coches aparcados y en los charcos dejados por el aguacero de la mañana, pero hacía algo de fresco.

Bajé de la acera. El chirrido de unos frenos rompió la tranquilidad de la calle. Un coche deteniéndose en seco. La voz ahogada de un hombre desde el otro lado del parabrisas.

- ¡Quítate de en medio, maldito hijo de puta!

Levanté la vista. Estaba en medio de la calzada, con un coche calado delante de mí y un hombre en su interior gritando toda clase de palabrotas. Entonces me imaginé el escenario: mi cuerpo, metal contra hueso, encogiéndose, volando por encima del capó del coche o rodando por debajo, hasta quedar tendido en el suelo, hecho jirones, el fin de una vida destrozada.

Nø cønfíes en nađie. [OffGun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora