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Convencer a Jisung no fue nada fácil, casi me ponía de rodillas ante él para que se quedara conmigo.

Observaba cómo la luz del sol iluminaba su rostro y él ni siquiera se quejaba, sus labios estaban rosados pero estaban secos por la falta de saliva. La camisa dejaba ver un poco de su piel color canela, sus pestañas eran largas y enchinadas. Su boca estaba entreabierta y no me resistí. Me acerqué lentamente a él y pose mis labios sobre los suyos, me separé un poco de él tratando de admirar un poco más su belleza.

Me giré para quedar boca abajo y me recargué en mis antebrazos, quité un mechón de su cabello que caía por su rostro.

Volví a besarlo y despertó. Me giró quedando debajo de él y tomó mis muñecas para colocarlas a cada lado de mi cabeza.

—¿Qué crees que haces?

—Lo siento —sonreí— sólo quería darte los buenos días.

Soltó mis muñecas y se volvió acostar a mi lado.

Lamí mis labios y me quedé mirando las estrellas que colgaban del techo de mi habitación.

Me giré para estar en la posición anterior y pude ver los pequeños lunares de su rostro.

Me miró y devolvió la mirada al techo en pocos segundos.

—¿Porqué me miras como si fuera una pintura hermosa?

Sonreí al escucharlo y coloqué mi barbilla en su hombro atrayendo de nuevo su atención hacia mí.

—Pues lo eres —musité— Eres lo más hermoso que haya visto en toda mi vida.

Dirigí mis labios de nueva cuenta hacia los suyos, dejó que lo besara pues no se opuso.

Era un beso suave y lento.

Me deleitaba con el sabor de sus labios y la suavidad de estos.

Era algo que sabía que ambos anhelabamos.

Tomé su nuca y él mi cintura para después dejarme debajo de él. Acarició mi cintura por encima de la tela de seda, poco a poco fue subiendo la polera de tirantes y con la piel fría de sus manos tomó con firmeza de nuevo mi cintura.

Todo era maravilloso, él, sus besos, su toque... Hasta que todo volvió en cuanto menos lo esperaba.

Oye, despierta.

Abrí los ojos encontrándome con Chan y rió. Miré a mi alrededor y estaba en mi habitación pero Han no estaba.

—Pareces una roca durmiendo.

—¿Dónde está Han?

—En la cocina, esperando. Anda, vamos.

Salió de mi habitación y suspiré

—Carajo.

Sólo fue un sueño, un jodido y excelente sueño.

—Debes hacerlo tú solo, estás demasiado grande y aún no sabes hacerlo

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—Debes hacerlo tú solo, estás demasiado grande y aún no sabes hacerlo.

—¿Y para qué? Si te tengo a ti.

Reí y terminé de hacer el nudo de su corbata.

—Aún no llaman, ¿cierto?

—Al parecer su viaje se alargó —suspiró— Igual que todos, y quizás vuelvan en un año o puede ser que hasta dos.

Reí y agaché la mirada.

De cierta forma ya estaba acostumbrada, pero seguía doliendome. Después de cinco años todavía seguía la herida abierta, y sabía más que bien que no volverían en un largo tiempo, porque sabía de buena fuente que mis padres se habían divorciado, y no tenían ni siquiera el descaro de mirar a Christopher ni a mi.

—Bien, da igual. Que te vaya bien en el trabajo.

Sonrió y me guiñó un ojo. Bajó hacia la cocina y lo seguí, Jisung seguía sentado como buen niño que ni siquiera rompía un plato.

—Bien, quiero que desayunen ambos, y no lleguen tarde al colegio. —tomó su sacó y se acercó a mi para dejar un beso en mi cabeza— compórtate —reí y golpeé su pecho— Jisung, cuídala. Pero no demasiado, no manos, no nada.

—Sí, sí, largo. Llegas tarde —empujé su cuerpo lejos de la cocina y se fue— Lo siento.

Me senté en frente de Han y sonrió.

—Me agrada, ¿solamente son ustedes dos?

—No hace falta nadie más así que, sí.

Tomé una cucharada de cereal y la llevé a mi boca, Jisung imitó mi acción y nadie habló.

Hasta que...

—En la mañana —habló de repente— Estabas quejandote... Y repetías mi nombre.

Tosí por atragantarme con el cereal. Sentía mis mejillas ardiendo y apostaría que estaba roja cómo una frutilla.

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HEAVEN¹ | HAN JISUNG Donde viven las historias. Descúbrelo ahora