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Lo miré a los ojos mientras pasaba mis dedos alrededor de la copa.

Él bebía del vino mientras que se recargaba en la mesa de madera, dejó la copa en la mesa y cruzó sus brazos.

Su mano pasaba una y otra vez por su mandíbula.

Suspiró.

—Entonces... Cuéntame.

—Eso es privado, no quiero hablar de ello.

Yugyeom rió.

—Claro, es privado, igual que era privado lo de Hyunjin, y aún así me dijiste todo, las posiciones... Y el cómo gemías su nombre.

—Es distinto.

—¿Porqué tiene que ser distinto? Al fin y al cabo ambos son pecados que cometiste HyeRi.

—Pero hay una gran diferencia entre los dos.

—¿Y qué los distingue tanto?

—Yo no amo a Hyunjin, tampoco amo a Jisung pero a él si lo quiero, esa es la gran diferencia.

—Yo no amo a Hyunjin, tampoco amo a Jisung pero a él si lo quiero, esa es la gran diferencia

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—De acuerdo, no me digas como fue, solo dime, ¿lo disfrutaste?

Sentía el alcohol recorrer todo mi cuerpo, respiraba por mi boca sintiéndome sofocada, sabía que mis mejillas estaban ardiendo.

Miré mi copa casi vacía, era la tercera copa que había tomado y ya me sentía lo suficientemente ebria como para contestar su pregunta libremente.

—Sí, lo disfrute y mucho.

«HyeRi, reacciona, ¿acaso no ves lo que quiere?»

Cerré los ojos y bajé la mirada, Kim suspiró.

—¿Tú lo provocaste?

—Puede ser... Pero no lo obligué, él accedió y me follo como nunca antes habían hecho conmigo. —el calor inundaba mi cuerpo y suspiré al recordar todo— Sus besos recorrían todo mi cuerpo. Incluso sus movimientos hacían que gritara. Incluso no parecía como si fuera su primera vez. Sabía como moverse, incluso tomaba mi cuerpo para ponerme en posiciones. Pero me quedé tan embriagada de él que olvidé el resto.

—¿Y qué te asegura que fue su primera vez?

Levanté la mirada a él, su sonrisa era linda. Sus labios estaban rosados y sus mejillas tenían un poco de color indicándome que él también estaba al punto de la ebriedad.

—No lo sé.

—¿Y qué pasaría si te enteras que no fuiste la primera? —se acercó más a mí— ¿Lo dejarías?

Kim tomó mi mentón y lo acarició. Suspiré ante su toque, lamí mis labios.

«Corre, huye, no dejes que te tome»

—Yo... No lo sé.

—La traición también es un pecado, recuerda a Judas Iscariote, traicionó a Jesucristo y tan sólo por treinta monedas de plata. Lo tacharon de traidor, ¿y quién no lo haría? Imagínate, si Jisung no hubiera sido virgen, y que Nayeon le hubiese arrebatado su virginidad, ¿acaso eso no era lo que Nayeon trataba de decir con "como los viejos tiempos"?

Mi respiración se agitó, quité mi mentón de su mano y bebí lo que me quedaba de vino.

—Jisung no me mentiría.

—¿Y quién te asegura eso? —Kim volvió a tomar mi mentón entre sus dedos e iba acercando su cuerpo a mí— No tienes que vivir engañada Hye, y mucho menos por alguien que crees que te es fiel. ¿Cómo sabes que en estos momentos no está con Nayeon?

Su rostro estaba cerca del mío, nuestras respiraciones calientes se mezclaban entre sí. Miró mis labios y después mis ojos, sonrió y acarició mi mandíbula.

—¿Qué tal si le pagas con la misma moneda?

Juntó sus labios a los míos, se separó ligeramente y el chasquido de nuestros labios resonó en todo el comedor.

«Arderás en el infierno, HyeRi»

Volvió a besarme esta vez moviendo sus labios, lo tomé de la nuca atrayéndolo más a mí, su lengua se adentró en mi cavidad mientras que tomaba mi cintura.

Mordió mi labio sacándome un quejido.

Levantó mi cuerpo de la silla y me atrajo más a su cuerpo. Sus manos bajaron a mi cadera e iba subiendo mi camisa blanca.

—HyeRi —habló Lara.

Me sobresalté separándome de Kim, miré a Lara y estaba sonriendo. Trataba de ocultar su sonrisa pero no podía.

Ella ya estaba en camisón y se asomó más en la puerta.

—La madre Jaky dice que ya vayas a dormir.

Retiré el cabello de mi rostro y asentí repetidas veces.

—Ya voy.

—Te espero afuera.

Lara se fue y me giré a Kim.

Estaba con la cabeza agachada y mordía su labio inferior. Sus manos apretaban la orilla de la mesa, suspiré y arreglé mi ropa.

—Tengo que irme.

Kim asintió y me miró.

—Nos vemos mañana a la una de la tarde.

Tragué saliva y asentí.

Salí del comedor y vi a Lara brincando de emoción, bufé y caminé deprisa.

—¡Madre mía! ¿Qué tal besa?

—Cierra la boca, Lara.

Lara rió y corrimos a las habitaciones.

«¿Quién te asegura que fuiste la primera?»

«¿Quién te asegura que fuiste la primera?»

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HEAVEN¹ | HAN JISUNG Donde viven las historias. Descúbrelo ahora