CAPÍTULO 7 :

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SERENA :

Juro, por todo lo que es sagrado, que había intentado cumplir mi promesa de alejarme de el. Si, hice mi vida, tal vez ahora un poco más rebelde que antes, pero es que simplemente lo hacía para no romper aquella promesa hecha. Después del filtreo que tuve con Seiya en su momento, éste por obvias razones no volvió a dirigirme la palabra. Intenté en un principio buscarlo, para pedirle disculpas sobre lo que pasó aquella noche, pero sus desplantes y la mirada furiosa que me dedicaba cada vez que estábamos cerca, me previno de que mejor no hiciera, y ni siquiera tuviera el valor de acercarme a el. Así que apenada a pesar de eso, tuve que continuar con mi vida. Así fue como poco después, Diamante, mi ahora actual, y primer novio oficial, me comenzó a ayudar un poco a olvidar mi realidad. Él en este tiempo, me ha dado la pasión intensa, que siento que mi cuerpo, últimamente necesita con más demanda. He aprendido un poco más sobre el tema del sexo, gracias a él. Pero aún a pesar de que es un tigre en la cama, me es imposible olvidar, a mi único hombre perfecto y prohibido. Aquél que aquella noche fue mi maestro. Pero aún a pesar del hecho de que no lograba olvidarlo completamente, había hecho todo lo posible por resistir la tentación. Hasta dejé de ir a casa de Mina por un tiempo, con tal de no verlo. Pero la otra noche, que sin planearlo, él por descuido, me había visto completamente desnuda en la ducha, sentí que las barreras que a toda costa intentaba poner para alejarme de el, se habían hecho añicos en tan solo un instante, con solo sentir su mirada hambrienta y ardiente sobre mi cuerpo. Me hizo arder en deseo, y sin medir las consecuencias, comencé a querer hacer locuras. Volví a ser de nuevo, aquella chica loca que se deshinibió aquella noche prohibida. Aquella chica que se había quitado las vergüenzas y había pedido y casi demandado, más de aquél sexo, que su amante más amado y deseado le estaba dando.

Aprovechando que Mina dormía profundamente como siempre, irrumpí en la habitación de Darien y éste, como si presintiera mis ocultas intenciones, había cerrado la puerta para no dejarme pasar. Aún así yo no me detuve, y a pesar de que me sentía en agonía por estar tan caliente y no tenerlo frente a mi, lo hice rendirse a mis encantos, a mis susurros sucios y lo hice correrse pronunciando mi sobrenombre. Había sido un momento intenso, y aunque aún me sentía deseosa con el hecho de haberlo provocado y haberlo hecho rendir a aquello que al igual que yo, tanto se negaba, me sentí satisfecha. Pensé que ahí había acabado. Pensé que en la próxima oportunidad que tuviera, volvería a hacerlo, mientras iba a seguir fingiendo. Más nada me preparo para lo que ahora estoy viviendo. Mi corazón late rápidamente, pero no es por miedo. La adrenalina de saberlo aquí, y ver esa mirada oscura y ardiente en sus ojos, me hace quedarme sin respiración.

-¿Te gustaría jugar conejita? -susurró en mi oído, para después lamer el lóbulo de mi oreja, logrando casi que se me doblaran las piernas, de la excitación que había sentido. —Digo, porque es hora que te regrese el favor que me hiciste el otro día. -gemí anticipadamente ante la genial y candente idea. Él y yo, de nuevo... ¡Guau! ¡Si por favor, si! Estaba muy animada con la idea, pero no se la pondría tan fácil. No quedaría como una chica hambrienta. Primero me haría la indiferente.

-¿Qué hay de la regla de nunca más? -susurré provocándolo, y él se apartó de mi cuello para mirarme, y ya frente a mi, sonrió de lado. Una sonrisa tan sexy, que casi hace que se desintegren mis bragas.

-Creo que tú sabes bien esa respuesta. -mordí mi labio haciendo un gesto de negación con la cabeza y el gruñó -¿No lo sabes? -murmuró hablando muy cerca de mi clavícula. Yo volví a negar. -Pues ya que no lo sabes, te lo informo. -su nariz recorrió el contorno bajo, de mi rostro, hasta que llegó a mi oído, y exhalando aire, volvió a hablar -mandaste a la mierda esa regla, cuando a la pequeña conejita traviesa se le ocurrió susurrarme sucio detrás de mí puerta, hasta hacer que me corriera gritando su sobrenombre -lamió el lóbulo de mi oreja, y yo gemí al sentir como mis pezones se endurecían cada vez más contra mi sostén. Su rostro volvió de vuelta al mío. -¿Y sabes que fue lo peor? -volví a negar, y el tocó y recorrió con la yema de su dedo índice mi labio inferior -Qué está pequeña boquita dulce, no estuvo para comerse toda la corrida que salió de mi, como lo hizo aquella mañana. -gemí al recordarlo. 

𝐴𝑚𝑖𝑠𝑡𝑎𝑑 𝑅𝑜𝑡𝑎🌙 [C̲̲̅̅O̲̲̅̅M̲̲̅̅P̲̲̅̅L̲̲̅̅E̲̲̅̅T̲̲̅̅O̲̲̅̅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora