CAPÍTULO 17:

1K 123 15
                                    

DARIEN :

Vivir los días después de aquella mañana, ha sido difícil. Extremadamente difícil de soportar. E igual cuando le conté a Mina que su amiga se había ido, también lo fue para ella. No sabía ya como hacerle para encontrarla, para dar con ella y pedirle, si era posible, perdón de rodillas. Llorando, Mina me pidió que hiciéramos lo que fuera, con tal de encontrarla. Y seguí su consejo. Contratamos a un detective privado, pero éste no había logrado conseguir nada. Ya habían pasado ocho largos meses. Ocho meses en donde me eh esforzado enormemente por sobrevivir, pero me sigo sintiendo sin vida. Peor que cuando sufrí la pérdida de Ann. Todo este tiempo, no he dado más que vueltas al mismo pensamiento. ¡Fui un idiota!. Un idiota al que por algún curioso y caprichoso milagro se le presentó la segunda oportunidad de amar, y por imbécil, la desperdicié. Lo he pensado bien, y eh visto que fui más que un cobarde miedoso, al que le pudo más el "qué dirán" de la gente, a ser feliz gracias a que podía amar nuevamente. Yo me enamoré de ella, y fui un cobarde y no se lo dije. Y cuando tenía la intención de hacerlo, se complicó todo y la perdí para siempre.

Ella se enamoró de mí a pesar de todo. A pesar de mi edad, a pesar que al principio sabía que no la amaba. Se enamoró de mí, de mis mounstros, de mis inseguridades y secretos, pudiendo enamorarse de lo más lindo de mi, decidió enamorarse de mi infierno. Ella se entregó en cuerpo y alma, y yo solo fui tan cobarde como para fingir que no sentía nada por ella. Cómo para fingir que sus caricias no me quemaban la piel, como para hacerme el loco, y fingir que sus labios no se tatuaban en los míos, en cada beso, fingir que su presencia no se estaba volviendo vital para la mía. La amé. Sin darme cuenta, sin saber cómo, y de una manera descontrolada, me hizo amarla con locura. Me hizo caer bajo su hechizo. Pero insisto. ¡Fui un imbécil! Un imbécil que no supo agradecer ese lindo y puro cariño que ella me tenía. Más sin en cambio, a favor de ese gran cariño suyo, yo le pagué burlándome de sus sentimientos, le pagué con tristezas, haciéndola llorar cuando no se lo merecía. Le pagué con mi cobardía, al no decir y admitir, por miedo otra vez a la opinión de la maldita sociedad, que yo sentía lo mismo. Le pagué con mi cobardía y mi estúpido silencio, al no saber defenderla de mi propia sangre, de mi propia hija, la que se decía ser su mejor amiga. Me merecía cada cosa que estaba pasando. Me merecía ser lo que soy ahora. Me merecía el sufrimiento, la desesperación, y la angustia que siento al no saber de ella. O mejor dicho: "nos lo merecemos". Mina también se lo merece, por tantas cosas crueles e hirientes que le dijo y le hizo, cuando Serena no hizo más que ser su apoyo, cuando más lo necesitó. Ambos fuimos unos desagradecidos. Yo por ser cobarde y no agradecer el amor tan grande que sentía por mi, y ella por no agradecer, el amor puro de una amistad que le tuvo, y por no agradecer lo que sabía que hizo por ella luego de sus adicciones. Fuimos unos cobardes, que la culpa nos carcome, y que sabemos que el no saber de ella, nos está acabando y consumiendo de a poco, por la culpa tan grande que llevamos sobre las espaldas. Pero aún a pesar de que sabemos que nos lo merecemos, deseamos verla, deseamos saber dónde se encuentra, para arrodillarnos y pedirle más de una vez, que nos perdone. Darle nuestras más sinceras disculpas, las veces que sean necesarias, y rogar por su perdón, aunque éste no lo merezcamos.

Sentía que pasaba el tiempo, y con el, se perdían las pocas esperanzas de encontrarla en este mundo. Sentía que se desvanecía con el tiempo la única oportunidad que tenía de pedirle perdón de rodillas, y de pedirle amor. Pues con el tiempo, seguramente sus sentimientos también ya hayan cambiado. Seguramente el tiempo borrará mis besos, mis caricias en su piel. Ella es joven, y seguramente habrá otro valiente, tal vez igual de joven, que sepa hacer y dar por ella lo que yo no hice. Lo sé, me estoy dando por vencido, pero así me siento. Siento que el tiempo curará sus heridas, y la ayudará a sanar, mientras a mí solo me perjudica. Estaba perdiendo de a poco la fe. No había día en que no aparentara frente a todos, hasta con mi propia hija, que su ausencia, su desaparición, no me afectaba. Fingía que estaba bien, pero al momento de estar a solas en mi habitación, era cuando no podía seguir fingiendo, y lágrimas pesadas y descontroladas salían de mi. Noche tras noche, como un niñito perdido, lloraba por su ausencia. Lloraba por no saber nada de ella, mientras sentía que se me acababa el tiempo. Y sufría por cada día que terminaba, sin saber nuevamente nada. Fue entonces que lo comprendí, y ví que éste sería el castigo que obtendría ante mi cobardía. Entonces una vez más me permití llorar. Lloré por ella, lloré por mi y aunque me dolía en el alma esa decisión, recé de todo corazón para no volver a encontrarla nunca más en mis días. Recé para que ella fuera infinitamente feliz, y recé para no ser espectador de esa felicidad suya. Recé para que a pesar de mi dolor, que bien me merecía, ella fuera feliz. Más feliz de lo que tal vez la haría yo. Pues comprendí que oportunidades, tuve muchas, y tal vez ya no estaba en mi destino volver a verla. Tal vez el destino estaba marcado, y mientras ella era feliz, yo por mi estupidez, sería lo contrario.

𝐴𝑚𝑖𝑠𝑡𝑎𝑑 𝑅𝑜𝑡𝑎🌙 [C̲̲̅̅O̲̲̅̅M̲̲̅̅P̲̲̅̅L̲̲̅̅E̲̲̅̅T̲̲̅̅O̲̲̅̅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora