CAPÍTULO 19:

874 116 9
                                    

MINA :

Semanas y semanas han pasado ya. Dos años ya, sin saber de ella, y yo, sigo sintiéndome igual de miserable. Y aunque no es excusa, ahora sé que lo que provocó en mi esa rabia, de saber que mi mejor amiga se había tirado a mi padre, la única persona que tengo en la vida, fueron en parte los celos que me cegaron y no me dejaron ver más allá de una traición. ¿Por qué celos? Pues eso es obvio. Eh sido el centro de atención, eh sido la vida misma de mi padre por tanto tiempo, su atención, su afecto, todo en él, a sido todo para mí, que el día que me amenazan con quitármelo, me enfurezco, y me vuelvo loca de celos al saber que alguien más puede obtener las atenciones lindas de mi amado padre. Se que me escucho muy loca, pero es cierto.

Creo que eso es lo que pasa, cuando un hombre cría a su hija solo, ante toda adversidad, sin querer meter a una mujer entre ellos, por miedo a no querer incomodar a su pequeña. Tanto papá como yo, hicimos mal. Yo por ser tan obsesiva y egoísta con él, y él por ser tan dedicado en su deber de padre. Ahora por culpa de ser una niña consentida, no dejo de pensar y culparme, por como me porté. Fui una completa perra. No la dejé explicarse, y además chantajee a mi padre de una manera ruin, con tal de que ella no se saliera con la suya. Fui una perra al creer que Serena era la peor persona que había conocido, olvidando que yo misma también había cometido mis propios errores. No merecía su perdón, lo sé, pero yo aún deseaba que el destino me permitiera reencontrarme nuevamente con ella, para de rodillas suplicarle que me perdone por tantas estupideces que le había dicho, y hecho. Decirle, que tal vez aún era poco lo que me había tocado como castigo, pero lo había estado sufriendo con creces. Para empezar, Malachite no volvió a hablarme para nada. Le había terminado por explicar, que yo no había sido la autora de tal bajeza, como quemar a mi amiga frente a la clase, y él, aunque tardó en creerme, le pudo aún así, el hecho de que yo no hubiera hecho nada por defenderla. Le pudo que yo no hubiera sido agradecida con las pocas cosas que él sabía, que Serena había hecho por mi. Y tenía razón. Fui cobarde, no la defendí porque aún en el fondo podía más mi rabia. Podían más mis estúpidos celos. No la defendí porque pensé que era una trepadora. Uno de los castigos más crueles, fue recibir el rechazo de el chico por quien ya me había interesado. Un hombre de quién realmente me había enamorado, y no una alucinación de amor, como la que decía sentir por Yaten. Mi más grande dolor, fue recibir el rechazo de el único hombre que me hizo poner lo pies en la tierra, y comprender lo que estaba haciendo mal. Fue una tortura estar viéndonos cada día, cada mañana en clases, y aparentar como si el otro no existiera. Fueron días muy tristes, pero nada se comparó al día en que él ya no estuvo más. Un mes después de aquello, él había decidido no terminar sus estudios en la misma escuela donde yo estaba, y hacerlo en otra.

Se despidió de mi, como bien me lo merecía. Con un sobre que me esperaba dentro del locker, tratando de explicar las razones por las que lo hacía. Nunca más volví a verlo. Lloré. Lloré mucho. Mis lágrimas abundantes se mezclaban y ya no sabía por cual razón lloraba más. Si por haber perdido a mi mejor amiga, y no saber nada de ella, o por perder al único hombre que había amado más que mi vida. Incluso fue más dolorosa su partida repentina, que las burlas constantes de las que tuve que ser presente durante todo lo que le quedó del semestre. Todavía, aún en mi graduación, no dejaban de burlarse de mí, por lo que mi padre y mi mejor amiga habían hecho. Se que podía escapar de esas burlas, con tan solo decirle a mi padre que me cambiara de escuela, pero en el fondo sentí que cada vergüenza diaria que pasara, bien la merecía. Fue por eso que aguanté, aún contra mi propio juicio, todas las burlas que me hacían, pero afortunadamente ya no tendría que soportarlas más. Y aunque no quería dejar a mi padre solo, porque muy en el fondo sabía que él también estaba sufriendo por no saber nada de Sere, sabía que no podía seguir más aquí. Quería cambiar de aires. Quería vivir en otro lugar donde no fuera ya conocida. Le propuse a mi padre, mudarse conmigo, pero el por su compañía, no podía. Pero me dió ánimos y me motivó a seguir mi camino. Ambos nos habíamos despedido con un doloroso abrazo, prometiendo llamarnos constantemente. Y así fue como hoy en día, trabajo y vivo aquí. Ejerciendo mi carrera de contabilidad, en una importante oficina de Austin. Tratando de sobrellevar lo que queda de mi vida, y de mis días, a la cruda y cruel realidad a la que yo misma me condené. Pues aunque había chicos interesados en cortejarme, después de lo que había pasado, yo nunca logré perdonarme a mi misma por lo que había hecho. Así es como hoy en día, sola, sin amigos, y ahora con mi padre lejos, sigo en mi propio mundo de remordimientos, sin permitirle ni darle el derecho a nadie de que me sacaran de el.

𝐴𝑚𝑖𝑠𝑡𝑎𝑑 𝑅𝑜𝑡𝑎🌙 [C̲̲̅̅O̲̲̅̅M̲̲̅̅P̲̲̅̅L̲̲̅̅E̲̲̅̅T̲̲̅̅O̲̲̅̅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora