Dos

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Los días pasaban monótonos para Sen que iba de su trabajo a su casa y de su casa a su trabajo nada más. Evitaba salir demasiado, pues sentía que todos la miraban y eso no le gustaba. Siempre vestía ropa oscura y se cubría la cabeza con la capucha de la chaqueta. Apenas si se ponía perfume y ni hablar de maquillaje. Su vida no le molestaba o eso pensaba, cierto era que tenía todo lo que quería aunque podía tener más, pero no sentía ganas de hacerlo. Lo único que quería lograr en ese momento era que él la mirara, pero ni siquiera sabía que ella existía, empero Sen seguía trabajando en ese lugar aguardando verlo unos minutos al menos. No, el amor no estaba entre las cosas que ella había experimentado hasta entonces y pensaba que nunca lo haría realmente. Aquel hombre le gustaba bastante y sentía por él algo tan blanco como platónico.

Aquello mañana salió caminando al trabajo, pues su motocicleta estaba descompuesta. Con gafas oscuras y la capucha sobre la cabeza andaba por la acera oyendo música mientras mascaba goma de mascar. Casi una semana después del incidente con el "imbécil", Sen aún recordaba la frase dicha por él y ese rostro juguetón y amable que tenía aquel peculiare individuo. No era raro que sujetos así le dijeran cosas como esa solo por molestar e incluso como "una obra de caridad" o por motivos muchos más desagradable como pasó hacia mucho tiempo.

Tenía ella solo veinte años cuando conoció a un hombre elegante, gentil y bien parecido; más o menos como "el imbécil", pero que era su directo superior en su primer empleo. Al principio no ocurrió nada especial, pero poco a poco él fue mostrándose más y más amable con ella. Poco a poco logró que Sen bajará la guardia y un buen día la invitó a una cita, mas fue solo un treta para dejarla en ridículos delante de sus compañeros de trabajo y el motivo por el cual la hizo  pasar por eso fue porque le repudiaban las mujeres como ella. Según él, ella era un ser asqueroso que ningun hombre podría llegar a tocar jamás.
Algo pasó ese día en Sen quien apagó una parte de ella para siempre, mas anhelaba que aquello volviera a palpitar en su interior solo que no sabía cómo reanimarlo.

¿Bonita ella? Se preguntó al pasar frente a un escaparate y ver un vestido. No, se respondió y continúo su camino sumergida en sus pensamientos.

-Que bueno que llegaste, Sen- le dijo su jefe- Necesitó una mesera. Sakura está enferma y no podrá venir asi que tú la reemplazaras ¿alguna pregunta?

-Te odio...

-Eso no es una pregunta- le señaló el hombre algo divertido.

No es que él quisiera fastidiarla, de hecho ella le caía muy bien, pero claro Sen no lo notaba. Se puso unas pinzas en el cabello, el mandil y el gafete con su nombre. Respiró profundo y se dio los ánimos de salir a atender a las personas. Si tenía el trabajo de repartidora era precisamente para interactuar con la gente lo menos posible, pero bueno no podía quejarse. Suplir a las camareras era parte de su trabajo o eso decía el contrato.

Si Bills llevó a Whis a la Tierra no lo hizo pensando en hacerle un favor al ángel, sino a él mismo. Un ángel con la cabeza más allá del templo de Zen oh sama, no era más que un fastidio y quería bajarlo de esa nube con una dosis de realidad. Ni siquiera tuvo que hacer algo para lograrlo, Whis hizo todo. Habló con Bulma y le señaló el lugar al que quería ir a comer esos deliciosos postres por medio de la aplicación y está los llevó a ese sitio. Les dio una tarjeta y se retiró a ocuparse de su vida.

El restaurante era muy bonito y ellos tenían un cubículo privado bastante cómodo. Pidieron la carta de postres aunque bastaba con decir que querían todo lo que allí había, pero se tomaron su tiempo para contemplar las fotografías de los alimentos. Afuera la camarera le pidió a Sen que los atendiera sin más razón que no se le antojo hacerlo ella y la muchacha no puso objeción, pues sus compañeras con frecuencia rechazaban a los clientes que podían ser problemáticos y esos solían ser hombres solos o familias con niños. Con la libreta en la mano y sacando el lápiz del bolsillo, Sen entró en el lugar.

-Buenas tardes,bienvenidos a "Dulce candor" soy Sen y seré su...-el discurso protocolar quedó interrumpido.

Sen se quedó viendo a los dos clientes un par de segundos y sus palabras se quedaron trabadas en su garganta por donde ni la saliba pudo bajar fácilmente. Sus ojos marrones miraron a Whis como quien ve algo que le desagrada y con lo que esta obligado a entrar en contacto. No le cayó nada bien ver a ese sujeto otra vez y temió que le volviera a hacer algún comentario burlón, como la última vez. Los sujetos como ese nunca se cansan de acosar a sus presas, eso ella lo sabía muy bien. Decidió fingir que no lo recordaba, mas lo pondría en su lugar de inmediato si se le ocurria fastidiarla. De más esta decir que sus temores eran infundados. Whis, en cambio, la vio con el leve asombro que causa encontrar algo improbable y le dió una sonrisa que Sen ignoro.

-Soy Sen y seré su mesera está tarde. Díganme qué quieren ordenar- continúo la muchacha con naturalidad después de esa pausa de segundos escasos.

El diálogo fue insípido y restringido a las palabras entre una camarera y los clientes que atendía. Sen evitaba hacer contacto visual con Whis y eludiendo esos ojos violeta término mirando, por la ventana, hacia el edificio de enfrente. De allí salió un hombre alto de cabello oscuro y ojos negros que llevaba un traje elegante, al que se quedó mirando con atención un momento antes de atender el pedido que Bills le estaba haciendo.

-¿Desea algo más, señor?-le preguntó mientras terminaba de escribir y un "eso por ahora" salió de la boca del díos-Y tú... ¿qué vas a pedir?-le preguntó a Whis.

El ángel, que la había estado mirando todo ese tiempo, apartó de ella la mirada hundir la cabeza en la carta a ver qué pedir. No mentía cuando dijo que todo le parecía delicioso. Viendo que al "imbécil" le iba a tomar tiempo decidirse o que quizás se tardaba a propósito,
se cruzó de brazos a esperar. Hasta a Bills le estaba terminando la paciencia, la indecisión del ángel que terminó por decir:

-Oye chica... solo trae dos de todo lo que te pedí...

La muchacha suspiró con alivio y se dió la vuelta para irse, mas entonces Whis la llamó por su nombre y ella volteó a verlo con una actitud gélida.

-¿Olvido ordenar algo, el señor?- le preguntó secamente y con algo de ironía.

La llamó si, pero no estaba seguro del motivo por el cual lo hizo. Solo leyó el nombre de la muchacha, en el gafete, y sintió la necesidad de pronunciarlo, mas cuando ella le hizo esa pregunta se cuestionó el porque de aquello.

-No...nada...-le respondío algo confundido.

-Solo te gusta molestar- pensó Sen mientras se iba en busca del pedido.

El ángel se le quedó mirando hasta que ella no fue visible para él en el corredor y Bills lo veía a él preguntandose que tan distraído o faltó de experiencia podía ser Whis en esos asuntos. No hizo comentarios al respecto y aguardo la llegada de sus alimentos, pero aquello se vio frustrado por la jugarreta idiota de uno de los meseros. Sen llevaba la charola con  los postres cuando él tipo arrojó una sustancia al piso que Sen no vio y piso resbalando. Cayó hacía delante;sobre la bandeja, aplastando los postres con su cuerpo. Se incorporó quedando de rodillas en el piso, sucia y humillada mientras oía las risas de burla de sus compañeros, mas lejos de darle importancia se limitó a levantarse y sacudirse de la ropa los restos de comida.

Muchas cosas tenía que ver Whis. Algunas de las cuales horrorizarian a la humanidad completa, mas nunca se impresionaba por ellas, asi mismo por las cosas de naturaleza más noble, pero aquello le disgusto por alguna razón en particular...

Ella no es digna de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora