Ocho

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-No, no se librará de mí tan fácilmente. Sobretodo porque creo que yo lo agrado un poco- le dijo con su tono más simpático.

-¡Eres muy atrevido!- exclamó Sen y volvió a ponerse la capucha para comenzar a caminar.

No tardó en notar que él la seguía y eso la fastidio, pero las primeras cuadras simplemente lo ignoró, mas acabó por volverse al ángel y exigirle que la dejara de seguir.

-No la estoy siguiendo-le respondío Whis tranquilamente- Sucede que vamos en la misma dirección.

-Eres un mentiroso. Yo voy a mi casa y tú no estás invitado- le dijo ella mirándolo con reproche.

-Dije que voy en su misma dirección, no a su mismo destino, Sen- le respondío Whis.

-Tipo listo -murmuró la muchacha y volvió al camino.

Caminaron así otras dos cuadras, pero la sensación de tener ese sujeto a sus espaldas le causaba un cosquilleo en la nuca algo molesto. Que Whis fuera un ángel, no es algo que Sen cuestionaba, pero le dolió saberlo y bastante porque la idea que ella tenía de los ángeles era lo que la ayudó a mantenerse en pie en los momentos más duros de su vida y vaya que pasó por cosas duras.
Derrumbar aquella idea que la cobijó del dolor fue muy duro para Sen que no dejaba de sentirse ridícula por algo como eso. Seguramente las demás personas no requerían de una idea tan ingenua para mitigar sus tormentos, pero ella sí a raíz de la vida tan solitaria que siempre fue obligada a llevar. Había evitado pensar en eso durante esos días y alimentó el deseo de que Whis no volviera aparecer, pero se equivocó. Ahí estaba otra vez, caminando a sus espaldas tranquilo y ajeno a todo lo que ella estaba sintiendo o eso pensaba ella.

El movimiento involuntario de sus músculos de la espalda y los hombros de Sen, le dijeron a Whis que ella estaba llorando, aun cuando ningún sonido escapada de esa pequeña boca de muñeca. Desde luego el ángel había visto a muchas personas llorar, pero jamás había tenido que brindar consuelo o sentido la necesidad de hacer tal cosa. A Sen si quería enviarle aquello, pero no estaba seguro de la forma en que se debía hacerlo sin causar la molestia de la joven que súbitamente lo miro. Sus ojos estaban cubiertos por la capucha de su sudadera, aun así se notaba la humedad de las lágrimas en la barbilla de Sen quien en un tono poco amigable, le dijo:

-¿No tienes asuntos angelicales que atender?

-No- contestó jovial- Dispongo de bastante tiempo libre cuando mi señor está dormido-le dijo amablemente.

-¿Y qué se supone que hace un ángel cuando está "trabajando"?- le pregunto algo brusca.

-Asistir al dios de la destrucción y eso implica muchas cosas-le dijo muy animado-¿Quiere que le cuente?-le preguntó con entusiasmo.

-No me interesa-le respondío Sen dejando a Whis con una expresión de fastidio.

-¡Pero que brusca es!- comentó el ángel con un aire infantil y torciendo un poco la boca mientras la miraba desde su elevada postura.

-¡Si, soy brusca!- le gritó Sen girandose hacía él con cierta rabia y planteándose en frente de él con una actitud desafiante- ¡Soy brusca! ¡Soy grosera! ¡Y no sé que rayos quieres de mí! ¿Qué quieres? ¡Pidemelo y te lo daré! Solo déjame en paz por favor. Apareces a invadir mi vida de la nada y me quitas...el único consuelo que tenía...

Sen rompió a llorar en silencio cubriéndose el rostro con las manos mientras se doblaba sobre si misma hasta quedar casi de rodillas sobre los adoquines. Whis se quedó ahí parado viéndola con curiosidad y una congoja que lo anuló un poco. Es que no sabía porque lloraba Sen realmente, por tanto no sabia que hacer o decir para calmarla, mas de alguna forma tenía que ver con él su intuición se lo decía. Terminó apoyando una rodilla en el suelo para poner una mano sobre el hombro de la muchacha y con tono condescendiente decirle unas palabras amables que no lograron nada. Había en ella un desconsuelo tal que ni los vocablos más elaborados podían terminar con su dolor. Con las palabras Whis era un experto, pero si estás no surtían efecto él no intentaba nada más. La diplomacia tenía su límite en algunos aspectos, eso Whis lo sabía bastante bien, mas en ese momento se sentía un tanto frustrado. No estaba seguro de que le causó exactamente el que ella no dejará de llorar con lo que le dijo, pero lo estaba empezando a inquietar de alguna forma. Si bien ese ángel entendía lo que Sen le despertó, Whis manejaba solo la teoría y la práctica se estaba volviendo algo complicada.

El señor Bills veía animés en muchas ocasiones, pero aquello no era algo que a él le generará interés, sin embargo, en alguna ocasión por curiosidad o hastío hecho un vistazo a esas historias ficticias nada interesantes y ridículamente fantásticas, mas en las contadas ocasiones que sus protagonistas interactúaban con algo de sentido común o sensatez, alguna vez vio que cuando alguien lloraba otros lo abrazaban. Para alguien como él, que por naturaleza guardaba distancia de todos y todo, un gesto como ese era algo totalmente nuevo, pero realmente quería que ella dejara de llorar y muy lentamente, como si no estuviera muy seguro de lo que hacía, la envolvió en sus brazos. Aquello obligó a Sen a apoyar las rodillas en los adoquines y entre las piernas de él para quedar con el rostro a medio asomar por encima de ese hombro ajeno y tibio.

Ese simple gesto terminó con el llanto de Sen a quien dominó el desconcierto. No recordaba la última vez que alguien que no tuviera que ver con su familia,la abrazo. No, no tenía memorias limpias de un gesto como ese y el flujo de lágrimas que se había detenido a raíz de aquel inesperado abrazo, súbitamente volvió a surgir y ahora con más fuerza, con tanta que ni siquiera notó que la escena que montaba se ganaba curiosas miradas. Era tan doloroso como confortante que ese sujeto la abrazará y simplemente sus viejos dolores se desataron en más lágrimas. Su cuerpo no conocía el tibio abrigo de los brazos ajenos, su corazón no conocía el consuelo que brindaban los extraños. Se sujetó a él y ahí se quedó indiferente, por primera vez, a lo que el mundo pensará.

Los contados contactos físicos que Whis tenía con otros seres se limitaban a los entrenamientos o contenciones de esta misma naturaleza. Él no había abrazado antes a ningún ser y fue un mundo de sensaciones nuevas de índole muy variadas, puesto que Sen era alguien que le despertó un sentimiento que sacude el corazón, la mente y el alma. Pero las que primaron le brindaron algo muy agradable. Nunca pensó en cruzar esa frontera, la del espacio personal, al menos no tan pronto y por motivo de la congoja de la muchacha,suponía que si ella le prestaba la atención que él quería eso pasaría, mas no era precisamente algo prioritario dentro de todo lo que sus sentimientos le dictaban. No estaba muy seguro y apartó sus pensamientos en ese momento para disfrutar de esa sensación que fue mejorando mientras ella se iba calmando.

Ella no es digna de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora