Diez

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Unos días después cuando Haru y Sen tuvieron un momento a solas en el trabajo, que era el único lugar donde se encontraban, la muchacha le habló de lo sucedido con Whis o de lo que pensó que estaba bien contar. No lo hubiera hecho de no ser por la insistencia de su jefe que era un hombre de unos cuarenta años siempre sonriente, dispuesto a reír y divertirse de alguna forma a diferencia del encargado del restaurante que era un tipo serio que siempre veía a todo el mundo como esperando a que se equivocara.

-Bueno...¿y qué piensas de este tipo? ¿Whis dijiste que se llamaba?

-Sí...ese es su nombre- murmuró la muchacha jugando con el casco, sentada en unas cajas de madera, mirando sus pies.

-¿Qué piensas de él?

-Que es raro y necesita gafas- le respondió con una cándida expresión.

Haru rompió a reír estrepitosamente, como era su costumbre.

-No creo que necesite gafas- le dijo en tono amoroso- Ahora de que es raro... bueno en cierta forma todos somos raros- le dijo un minuto después cuando dejo de reí- ¿Por qué no le das una oportunidad?

-¿Para qué?- le preguntó algo brusca.

-Para conocerse, ser amigos, luego ser novios, un año después casarte con él y me dejes ser tu padrino- decía Haru, pero su "divertido" discurso fue interrumpido por el casco de la muchacha que con suerte atrapó porque le fue arrojado con violencia- No te enojes. Eres jóven...debes darte la oportunidad de conocer a alguien...

-Tal vez, pero no a él...

-¿Por qué no?-le cuestionó Haru-¿Es un extraterrestre o algo así? Y si lo fuera ¿qué? Al menos a él si le interesas...el otro ni siquiera sabe que existes...

-¡Sen, el pedido está listo!-le gritaron desde la cocina.

Haru sabía que a ella le gustaba el hombre que trabaja del otro lado de la calle, pero eso de que no sabía que ella existía tan cierto no era. Sen tenía un programa de radio y a la estación, cada semana llegaba un ramo de flores para ella de parte de ese hombre que en ocasiones iba al edificio a esperar verla salir, mas no precisamente a ella. Él la imaginaba rubia de ojos claros, con esbelta figura; como son, o se espera que sean, las mujeres que escriben poesía tan sublime como la que Sen escribía. Cuando ella salió a verlo para agradecerle las flores el sujeto pensó que se trataba de una broma. Se puso furioso diciendo que no era necesario que enviarán a alguien como ella para desilusionarlo. A Sen le dolió bastante porque de todos sus auditores, solo él comprendía sus versos casi en su totalidad.

En cuanto a Whis por esos días disponía de bastante tiempo. Bills seguía dormido y él dedicaba algunas horas de su tiempo a observar a los humanos a traves de su cetro. A los humanos normales. Los que no sabían de grandes poderes ni estaban familiarizados con extraordinarias. Sen visitaba sus pensamientos con mucha frecuencia y le sacaba una sonrisa. Le gustaba la tierna expresión de enfado que tenía. Le resultaba tan dulce y blanda como esos pastelillos cubiertos de azúcar que comía a veces en casa de Bulma. Había en Sen algo tan especial que solo quería ser aceptado por ella y que le brindará eso que se desbordaba en sus ojos, mas allá de la tristeza que su enorme corazón pintaba con dulzura. Toda ella era un candor tan dulce que hasta sus enojos se pintaban con ternura. Whis anhelaba aquello desde hace mucho, pero encontrarlo no fue sencillo, pues nunca lo buscó. Que lo encontrará por casualidad fue gratificante y conseguirlo estimulante de una forma muy especial.

Casi dos semanas después de ese día, Whis volvió al restaurante como cualquier cliente. Se decepciono al ser atendido por otra chica, pero es que él no sabía como funcionaba el trabajo de la muchacha. De todas formas ordenó algo de comer a ver si ella aparecía, pero nada. Terminó por preguntarle a la joven por Sen y esta lo miro con curiosidad.

-¿Eres amigo de ella?-le pregunto.

-Algo así ¿sabe si se encuentra, aqui, ahora?-le preguntó el ángel.

-Ella trabaja como repartidora-le señaló la joven un tanto brusca- Esos no tienen nada que ver con nosotros...

-Pero...¿no trabajan todos en el mismo lugar?

La chica lo dejó para ir por el pedido. Su nombre era Ren y nunca se llevó bien con Sen. Fue como presentar a un gato con un perro. Junto a la chica que fue despedida, le fastidiaban los días a Sen y por alguna razón que ni siquiera se detuvo a meditar, saber que un hombre como ese buscaba a Sen le causó un malestar. La puso de mal humor y fue hasta donde estaban los jefes a decir que alguien buscaba a Sen para causarle problemas, pues estaba prohibido recibir visitas en el trabajo. Por suerte Haru dijo que se haría cargo y fue a ver de quién se trataba. Al ver a Whis se sonrió y fue hasta él. Lo saludó, le hizo preguntas relacionadas a la comida y el servicio hasta que después de una pausa le dijo:

-No está bien que vengas a ver a Sen durante sus horas de trabajo. Le causaras problemas. Ella sale a las tres por la parte posterior del edificio.

Le guiño un ojo después se retiró y Whis quedó algo intrigado con aquella información, pero la tomó bastante en cuenta. Esa tarde cuando Sen salía del lugar, después de devolver la motocicleta de reparto, casi da un grito al ver a Whis aparecer subitamente delante de ella.

-¡¿Qué haces aquí?!-le preguntó aún exaltada con el abrupto encuentro.

-Vine a verla-le respondió tranquilo y sonriente.

-Ah, si...bueno...No puedo atenderte ahora. Voy a un lugar muy especial- le dijo mientras pasaba por su lado para tomar la acera hacia el sur.

-¿Puedo saber dónde?

-A un hogar de niños-le respondió la muchacha, pero él no pareció entender a qué se refería- Es un lugar donde viven niños sin hogar, sin padres...

-¿Y qué va a hacer ahí?-le preguntó Whis con bastante interés.

No sabía cómo explicar aquello. Se quedó de pie mirándolo un momento antes de preguntarle:

-¿Quieres acompañarme?

-Me encantaría- le respondió entusiasmado.

Ella no es digna de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora