capítulo 11

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—Qué diablos hacías con ese sujeto?, ¿es tu amante?, ¿ya te acostaste con él? o no te basto lo de anoche y quedaste con ganas de más -sin poder evitarlo estampe mis manos en su rostro. Como podía decir algo así, aun sabiendo que fue mi primer hombre—, que sea la última vez que te atrevas a ponerme una mano encima. - sentencia.

—Y tú que sea la última vez que me trates de la forma en la que me has tratado delante de los demás, no lo seguiré tolerando—, advierto una cosa es en la intimidad y otras es que me dejes en ridículo delante de todo el mundo.

—No estás en posición de pedir nada ni de exigir—suelta para a continuación romper el espejo con la lámpara que se encontraba en la mesa de noche en la habitación.

De repente salta asustada al ver la actitud de su marido. Tenía los ojos oscuros y su mandíbula encogidas, sus entre cejas estaban marcadas con el señor fruncido, ese hombre estaba loco. La tenía asustada en gran manera. No sabía de lo que podía ser capaz. Su actitud no era normal y menos de hombre en su sano juicio.

—¿Porque me tratas así?, ¿Que te he hecho? - no pude contener más mis lágrimas que corrían desmedidamente por mis mejillas, sin poder evitarlo.

—Quiero verte sufrir por haberme traicionado.

—No me acosté con nadie, solo lo dije para herirte, tú fuiste mi primer hombre—, se acerca a mí amenazante. Con mucho odio reflejado en esos ojos que un día me cautivaron.

Se ríe de una manera cínica. Burlarse de mí en mi propia cara.

—No me hagas reír - nuevamente ríe a carcajadas—, yo te vi salir de ese hotel y luego con el... tú me lo confirmaste.

—No era yo—, me defiendo—, no sé a quién viste, pero no era yo—. Intento alejarme de su cercanía.

—Supongamos que no eras tú ¿entonces explícame lo de Javier?

—Quería herirte para que sufrieras por averm...

—No digas una palabra más porque no te creo nada. No me engañaras—, no me deja terminar la frase.

Me agarra del cabello con fuerza hasta llevarme al frente de la cama en donde me obligo a tener sexo con él y esa perra, que ni siquiera era digna de ser llamada mujer, esa es una palabra le quedaba muy grande.

Me lanza a la cama y susurra -te enseñare que conmigo no se juega maldita zorra. -decreta y se abalanza encima de mí.

—Suéltame—, gritó! No quería vivir la misma experiencia. Estaba asustada. Supliqué una y otra vez, pero nada lo detuvo. Al contrario, mis gritos parecía que era música para sus oídos ya que rompió mi traje de baño de un solo tirón, sujeto mi mano con fuerza contra el espaldar de la cama. Trate de liberarme de su agarre, pero me fue imposible hasta que me di por vencida "total él había comprado mi cuerpo" me penetro sin compasión como una bestia, mis lágrimas inevitablemente empezaron a salir de mis ojos con más ímpetu, hasta que el alcanzar su liberación y sale de mi de la misma manera en la que entró.

-Recoge tus cosas nos vamos. -ordena.

—A dónde vamos—, mi voz sale quebrantada. Es la segunda vez que me toma como una cualquiera ¿será posible que la intimidad con el siempre será sede esta manera?

—Tienes diez minutos para recoger tus cosas—, sentencia.

No dijo nada porque de todas maneras ella ya no mandaba en sí misma.

Mi único deseo era morir de una vez y por todas. Lo que estaba viviendo no se lo deseaba ni a su peor enemigo. Alejandro era cruel, ni siquiera le creyó cuando le dije que fue su primer hombre, pero no seguiría insistiendo.

La Venganza De AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora