Capítulo 2

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¡Qué alegría! —exclama feliz la rubia mientras organiza los últimos papeles del escritorio. —por fin y podré ir a casa, comer, darme una ducha y dormir. Estoy molida del cansancio. Entre la universidad y el trabajo me han dejado exhausta el día de hoy lo bueno es que mañana entrego mi tesis y seré oficialmente una licenciada en administración de empresa.

Durante estos cinco años mi vida sido prácticamente de la universidad, el trabajo a la casa, y una que otras veces salgo a votar el golpe con mis amigos a los que extrañare muchísimo cuando regrese nuevamente a mi país.

—Otra vez soñando despierta—me susurra a lo ido.

—Nunca vas a dejar de hacer eso—le digo algo intimidarte, pero él ni se inmuta pobre ya está acostumbrado.

Sebastián es turco. es alto. rubio de ojo azules con un cuerpo de infarto bien formado, pero sobre todo es un hombre de buen corazón. También es bastante persistente no se rinde ante nada hasta conseguir lo que quiere aparte de que es un hombre excesivamente guapo y sobre protector.

—No. Está que te enam... —se lo quiere decir. Pero yo no siento lo mismo y se lo he dicho de todas formas posible. Aun así, no se rinde y continúa luchando por lo que nunca podrá ser entre nosotros.

No lo dejé terminar.

—Sebastián —tomo sus manos y lo miro directamente a los ojos—eres un buen hombre. dulce, caballeroso, gentil, corte, amoroso... Son tantas las cualidades que posee que cualquier mujer se sentiría honrada de tenerte a su lado...

—Pero tú no—me interrumpe—, es lo que me vas a decir. —responde con ojos vidriosos—. Que solo me ves como un amigo y nada más.

El rubio trata de ocultar el inmenso dolor que le causaban palabras de ella, pero no podía hacer nada que. No podía mandar en su corazón, y su corazón la había elegido desde el primer momento en que la vio.

—Perdón—dije con pesar.

Me sentía faltar. Soy consciente que es un buen hombre. Que no se merece sufrir. Sé que mis palabras les causan un gran dolor, pero no podía permitir que él se hiciera ilusiones conmigo o que estuviera esperando un amor que nunca va a nacer en mí.

—No tengo nada que perdonarte. —sonríe—siempre has sido clara conmigo y nunca me has mentido. Pero también entiéndeme, yo te amo y nunca me daré por vencido.

—Sebastián...—el sella sus labios con un dedo.

—No hablemos más de esto. Mejor cambiemos de tema, ¿te parece?

—Está bien como quieras.

—Que tal te fue en clases el día de hoy.

—No me lo acuerdes.

—Si no fuera porque estas a punto de entregar tu tesis diría que nuevamente el profesor te regaño por haberte quedado dormida nuevamente en su clase —insinúa divertido.

—No te burles—exige.

—No lo hago, solo que aún me resulta cómico que siempre te hayas quedo dormida precisamente.

—No tengo la culpa que ese profesor sea un aburrido, sangrón—. Sonríe mostrando sus dientes blancos—. Pero todo ha valido la pena. Estoy a punto de realizar mi sueño. Me are cargo de la empresa de mi padre.

—¿Admiras mucho a tu padre?

—Si—, responde. Sintiéndose orgullosa de su padre—. él es mi ídolo. Mi gran admiración. Siempre he querido ser como él, desde que era una mocosa.

La Venganza De AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora