CAPÍTULO 16

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Dos días antes.

Mi corazón late a mil por segundo, era una sensación que no había experimentado en mucho tiempo. Ese anhelado verla o la necesidad de tenerla entre mis brazos otra vez me consumen por dentro. Esa mujer es una bruja que me hechiza con sólo posar sus hermosos ojos sobre mí.

No dejo de pensar en que soy un cobarde al estar tratándola del modo en que lo hago y más en la forma en que la trate aquella noche, pero no puedo controlarme, al ver que otros hombres la miran con deseo lascivo me cegó e inmediatamente me mataron los celos.

Quisiera matarlos a todos y borrarlos de la faz de la tierra, esa mujer es mía y de nadie más.

Sé que no hizo nada, que los culpables de todo fueron ellos, por no saber conformarse con las insípidas de sus mujeres. Aun así, no puede contenerme. Si ella no se hubiera puesto ese vestido nada de esto estuviera pasando y en este momento estuviéramos disfrutando del placer, pero no ella tenía que comportarse como una niña malcriada con ese vestido tan revelador.

Doy vuelta de un lado para el otro sin control, diciendo toda clases de maldiciones que venían a mi mente. Pero recapacito, no fue para sentirme culpable ni tener remordimientos que me casé, ese no es mi objetivo, la que debe sufrir es ella no yo.

Le doy un puñetazo al espejo del baño hasta ver como la sangre corre sin control entre mis nudillos— "qué me estás haciendo Mileidy "

Porque por más que trato de convencerme a mí mismo que no debo sentir nada por ti mis deseos me dominan y las ganas de tenerte cada vez es más fuerte.

Tanto que quisiera olvidarme de todo para correr a tus brazos y pedirte que te quedes conmigo, que seas mía sin ninguna atadura, pero al recordarte en los brazos de Javier me llenó de ira y solo quiero verte sufrir, así como un día yo me desviví por verla feliz ahora solo deseo ver tu fin.

Arruinaste mi vida y rompiste mi corazón al engañarme con mi mejor amigo.

El reflejo de Alex en el espejo era devastador y a la vez escalofriante. Daba miedo verlo lleno de odio y a la vez tan confundido. Él estaba tenso, furioso consigo mismo, pero sobre todo se negaba a aceptar lo que verdaderamente sentía, engañandose a sí mismo, con un odio, que en lo más profundo de su ser tenía nombre. Solo que él no se atrevía a pronunciarlas, porque sabía que el día en que las pronunciara no sería capaz de dejarla ir.

Por eso sus celos aumentaban, cuando observaba las miradas lascivas en los ojos de aquellos hombres hacia Mile lo enloquecían. Ya que le recordaba que ella no estaba con él por amor sino por interés y ambición. Y eso lo fastidiaba aún más porque él fue el que decidió tenerla.

Entra al baño y se da una ducha rápida para luego recostarse en la cama y tratar de dormir un poco.

Cerró los ojos con el propósito de dormir y dejar de pensar el ella.

Escucho que tocaron la puerta y se levantó de la cama apresuradamente con la esperanza de ver a una sola persona. Sus ojos brillaron inevitablemente sin el darse cuenta.

Quizás no tomo el vuelo y regresó a mí, como siempre debió de haber sido. -se dijo así mismo.

Abrió la puerta, pero inmediatamente sus ojos perdieron aquel brillo qué unos segundos habían recuperado y la esperanza se esfumó al ver a la rubia que no era su rubia, observarlo con descaro.

—¿Qué haces aquí Bárbara? — pregunta con fastidio ya que era a la última persona que quería ver en ese momento.

—Viene hacerte compañía mi vida—, entra sin pedir permiso.

La Venganza De AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora