62.- Dilo por favor

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Bambam terminó de arreglarse mientras el menor se colocaba un poco de perfume. Pues YuGyeom vería a su madre después de 14 años sin saber nada de ella. Sin una explicación del por qué de su abandono.

-¿Ya estas listo, YuGyeom?

-Sí, sí ya estoy listo.

La verdad era que no, no estaba listo para ver a su madre. No estaba listo para tener una madre. Sin querer, los nervios le barrieron el cuerpo desde los dedos de los pies hasta el último cabello en su oscura melena. No se suponía que su madre volviera. No se suponía que siquiera él quisiera verla.

Y no por las razones que sus mayores creían, ¡no!, él quería volver a ver a su madre para pedirle, no, exigirle una explicación lo suficientemente buena como para que él, siquiera, pudiera perdonarla. Y lo sabía, sabía que él no era nadie para perdonarla por sus desiciones, más sin embargo su lastimada niñez se lo estaba pidiendo a gritos.

Bambam observó el ceño fruncido de su novio y se acercó para abrazarlo. No le gustaba que su bebé se enforzara de esa manera en entender las cosas relacionadas con su madre. No era algo con lo cual debía lidiar si él ya sabía que hacer.

-Tranquilo, bebé. Todo saldrá bien.

-Eso espero, amor.





-¡¿Esa es tú mediocre explicación a la estúpida idea de dejarme con papá?!

-Debes entender que era lo mejor.

YuGyeom estaba que reventaba de coraje al escuchar al ser que se decía ser su madre. Esa mujer que ni siquiera se merecía el poco cariño que el menor le había guardado durante 14 años.

-YuGyeom.

-¡Ni siquiera te mereces mi respeto!, ¡eres tan inútil ahora como siempre lo fuiste!

-¡YuGyeom!

Bambam se levantó de la silla con el ceño fruncido. Pues no le pareció la manera tan irrespetuosa con la que su menor estaba hablando. YuGyeom observó a Kunpie con los ojos llorosos y el coraje siendo tan visible en su cuerpo así como su corazón dolió.
Las cosas no estaba siendo como él se imaginó que serían.

-Hagamé el favor de no volver a molestarme jamás. Siga como hasta ahora. Finja que usted no es madre y largese de mi vida.

El menor se levantó a toda prisa y salió del restaurante en el que se encontraba. No quería ni ver a la que decía ser su madre. No quería saber nada de esa persona que había regresado a su vida con la pobre excusa de "fue lo mejor" sabiendo que no lo había sido. Cuando el menor aceptó ver a la señora Kim, no esperaba que está le dijera esas palabras. Él esperaba algo más convincente y justificado. Algo más para poder perdonarla.

Se supone que ella debía regresar para cuidarlo. Para amarlo. Protegerlo como él siempre quizo. No para destrozarlo más de lo que ya lo había hecho.




-Él no va a perdonarme. - dijo la señora Kim al ver como su único hijo se iba con el corazón destrozado.

-No, no lo hará y sinceramente no creo que sea buena idea seguir buscándolo. Cuando yo acepté ayudarla, creí que usted tenía un argumento justificado para su partida. No esperaba esto.

Bambam se quedó sentado, pues estaba muy seguro que su menor, lo que necesitaba en ese momento, era estar solo. Pensar en las cosas que su madre le dijo y tomar una decisión coherente. Buena.

-Era mejor decirle la verdad a una mentira que tarde o temprano él descubriría.

-La entiendo, pero usted mejor que nadie lo conoce. Sabe que es un niño frágil.

La mujer de largo cabello negro asintió. Bambam se levantó. Ya no quería seguir ahí. No le apetecía dejar a su solecito solo por mucho tiempo.

-Debe disculparme, pero me tengo que ir. YuGyeom suele ser un poco imprudente en lo que hace.

-Esta bien. Solo cuidalo mucho. Es mi único hijo.

El tailandés asintió. La mujer se quedo sola. 

Fastidioso YuGyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora