Destello Platinado ~Víctor Nikiforov y tú~

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Cuando llegué al aeropuerto, me coloqué unos lentes para que mis ojos no se vieran al momento de acercarme a la señora que atendía el mesón.

--Buenas noches, ¿En qué le puedo ayudar?-dijo mirando su computadora.

--Quiero comprar un pasaje-mi voz sonaba rara, algo áspera.

--Claro, ¿Hacia dónde?.

--Deme un boleto de su vuelo más próximo, donde sea, por favor-me coloqué la gorra que tenía mi sudadera.

--Está bien...-buscó en su computadora-el vuelo más próximo sale en 30 minutos, hacia China, sus datos, por favor.

Luego de dar todos mis datos a la señora, fui a dejar mi maleta para luego irme a la sección de vuelos internacionales.

"Pasajeros del vuelo 513 con destino a Hong Kong, China, favor de abordar el avión por la puerta 18, por su atención y preferencia, muchas gracias."

Lentamente me dirigí a la puerta 18, esperando algo, a alguien que me detuviera, aún con la esperanza de que llegaría en cualquier momento y me diría que nos fuéramos juntos, que me amaba y que no quería que volviera a huir. Pero solo eran estúpidas fantasías.

Me subí al avión, teniendo el impulso de querer volver pero las ataduras estaban más apretadas que nunca, trayendo viejos recuerdos a mi mente.

"--¡Espero que ambos se mueran y se pudran en el maldito infierno!-colgué la llamada entre lágrimas.

--Amor, ¿Qué pasó?-dijo Jonas entrando a mi habitación luego de escuchar mis gritos.

--Los odio...los odio-apoyé mi cabeza en su pecho mientras me abrazaba.

--¿A quienes?.

--A Nick y Jess."

Mis lágrimas corrían nuevamente sin control por mis mejillas.

Lo lamento mucho, chicos...

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Cuando ____ se fue, me quedé llorando un par de minutos más frente al mar, quería que mis lágrimas se camuflaran con el agua y que el dolor se fuera con ellas, pero era imposible.

Cuando decidí volver al hotel, mi cabeza dolía y mis piernas tiritaban. Al llegar, Yurio estaba en mi habitación.

--Yurio...¿Qué...-se acercó rápidamente a mi y me acorraló contra la pared, poniendo su brazo en mi cuello sin ahorcarme.

--¡Maldita sea, cerdo! ¿Sabes cuánto sufrió para no hacerte daño?-mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas-estuvo 5 malditos meses guardando sus sentimientos, dejándolos en un rincón oscuro sólo para no hacerte daño, para mantener el primer lazo que había formado en años, ¿Te imaginas todas las lágrimas que corrieron por sus mejillas, todas las presiones en el pecho que debió soportar? ¿Sabes cuántas malditas noches la escuché llorar?.

--Yurio...-corrían más lágrimas por mis mejillas, no podía parar, no quería escucharlo más.

--Y él también la ama, imbecil, ¿Sabes cuánto daño le hiciste a ambos?-golpeó la pared al lado de mi cabeza-juran olvidarse, pero cada vez que se ven, vuelven a enamorarse, cerdo estúpido-agachó la mirada.

--Tú no sabes...-elevó su vista hasta encontrase con mis ojos-tú no sabes lo que se siente no ser correspondido por quien amas-sacó su brazo de mi cuello y empezó a retroceder, yo caí al piso de rodillas y comencé a toser, cuando levanté la mirada, lágrimas caían al suelo desde sus ojos, quedé atónito.

--Claro...no entiendo-hizo sus manos puños, mientras más lágrimas caían-no entiendo lo doloroso que es ver a esa persona enamorada de alguien más, mirarla sonreír y que esa sonrisa no la hayas provocado tú...-su voz cada vez se rompía más-saber...que es lo que siempre quisiste, pero no lo podías tener, intentar olvidarla y que cada vez su nombre esté más marcado en tu cabeza-limpió sus lágrimas-debe ser difícil, ¿No?.

--Yurio...-susurré, él se dirigió a la puerta y se detuvo antes de salir.

--La dejé ir porque sabía que conmigo no sería feliz, espero que tú hagas lo mismo.

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La busqué por todas las calles en las que imaginé que podía estar, pero no la encontraba, mi última opción era el hotel.

Llegué y me dirigí a su habitación, en vez de ella, estaba Yuri.

--Yuri...-él estaba sentado en la cama, mirando al suelo.

--Ella ya se fue-se puso de pie y se acercó lentamente a mi, sin levantar la mirada-¿La amas?.

--¿Qué?-dije desconcertado.

--¡Te pregunté si la amas!-su voz sonó más alterada de lo normal, aún así, debía responderle con la verdad.

--Más que a mi propia vida.

--Entonces ve por ella.

--Yuri...-no sabía que decir.

--Ve tranquilo, yo estaré bien-levantó su mirada, sus ojos estaban hinchados de tanto llorar y aún corrían lágrimas por sus mejillas-por favor...-su voz se rompió lentamente hasta que de su boca solo salieron sollozos-dile que lo siento y que la quiero-al escuchar eso, rápidamente corrí a mi habitación a hacer mis maletas.

Guardé mis cosas y bajé al primer piso, donde estaba Makkachin.

--Volveré pronto, ¿Sí?-dije acariciando su cabeza-cuida del hotel mientras yo no esté-dio un ladrido y lo abracé. Al ponerme de pie, vi que Yuri estaba en la escalera-por favor, cuida de Makkachin-él asintió con la cabeza.

--Suerte-su voz aún se escuchaba triste, me acerqué a él y lo abracé.

--En mi ausencia, práctica los saltos que te compliquen, puedes llamarme si tienes dudas-me separé de él y me dirigí a la puerta, al abrirla, escuché sus últimas palabras.

--Hazla feliz...-volteé y lo miré por última vez, le sonreí y crucé el umbral.

Lo siento, Yuri, te mereces a alguien que en verdad te ame.

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Había cruzado la puerta, él ya se había ido y yo me quedé solo en la escalera, me senté en el primer escalon antes de que mis piernas decidieran no responder a mis ordenes.

--¿Qué fue lo que hiciste?-escuché la voz de Yurio a mis espaldas, un par de lágrimas se escaparon de mis ojos.

--Lo dejé ir.

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El taxi me había llevado al aeropuerto, me dirigí a un mesón donde una señora me atendió rápidamente.

--Buenas noches, ¿En qué le puedo ayudar?.

--Quiero un boleto para su vuelo más próximo.

--Por favor, deme sus datos.

Luego de darle mis datos, el boleto fue impreso y me fui a sentar para tomarme un respiro. Las probabilidades de encontrarla a estas alturas eran totalmente bajas, sin embargo, podía intentarlo. Sabía a todos los lugares a los que había ido y a cuáles no, a mi favor estaba que conocía el hecho de que ella no volvía nunca al mismo país. Revisé mi boleto y suspiré.

Corea del Sur, Seúl.

No sé cuánto tiempo me lleve, pero voy a encontrarte...