Capítulo 2 parte 1

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 Por la tarde de ese mismo jueves, —sí, jueves, porque nuestra historia comenzó un día miércoles—, el restaurante donde Candy colaboraba estaba sumamente concurrido; lo que significa que la rubia ni tiempo tenía para distracciones. No obstante, estaba atendiendo las mesas, cuando la puerta del local se abrió.

La mesera se acercó a la barra del mostrador, percatándose ahí que el recién llegado era el mismo castaño de ojos avellana del día anterior.

— Buenas tardes — él la saludó y se sentó en una silla de la barra.

— Buen día — correspondió ella. — ¿Qué le ofrezco?

— Un descafeinado, por favor.

— Enseguida — dijo la rubia, la cual conforme se giraba para servir el café solicitado, le observaron:

— Hoy parece estar más ocupada.

— Sí, así es esto — ella informaba, — días está solo, y otros muy atareado.

Interesado, el cliente pediría verificación:

— No trabaja todo el día, ¿verdad?

— No — contestó ella, — sólo por las tardes y fines de semana.

— Entiendo — dijo él.

Con el servicio en la mano, la rubia se giró para entregarlo:

— Aquí tiene.

— Gracias — apreció el castaño quien le ofreció una coqueta sonrisa al verla marcharse nuevamente.

Cuando la mesera terminó de atender algunas mesas, regresó a la caja registradora preguntándosele al cliente:

— ¿Comerá algo?

— No, gracias. Ya lo hice al mediodía.

— Nunca le había visto por aquí — ella hubo sido curiosa en su observación.

— No, es que apenas un amigo y yo abriremos una oficina corporativa en el edificio de la siguiente cuadra.

— ¡Qué bien! — expresó amablemente la rubia, y volvió a dejarlo para llevar una orden que salía.

Minutos más tarde, Candy regresó a la barra para llevar café a los demás clientes. A su retorno, ofreció un poco más al guapo aquel quien aceptó con gusto y se atrevió a preguntar:

— Disculpe, ¿cuál es su nombre?

— Candy... ¿y el suyo?

— Archibald, pero puede llamarme Archie.

— Mucho gusto, Archie.

La fémina regaló al recién presentado una sonrisa abierta, honesta y sincera, tal y como ella era.

Ese gesto encantó al guapo hombre, no sabiendo éste que en el interior de la mujer crecía la angustia que nunca conociera cuando de encontrarse con su ex amigo se trataba, ya que...

CHICAGO

Corría el año 1992; y Candy y Terry ya habían cumplido sus doce y trece años de edad, respectivamente.

Para ese verano, los amigos pasarían las vacaciones en Florida; y es que sus padres, —por haber conseguido sus hijos los primeros lugares en su clase—, les regalaron pases mágicos para Disney World.

Por supuesto, al arribar al parque de diversiones, las caras de asombro de los chicos no se hicieron esperar al haber tanto por recorrer y no saber por dónde empezar; empero, como los chiquillos que eran acudieron a los clásicos "volados".

Corazón EnvenenadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora