Después de volver a amarse, la pareja se metió a la bañera, y con posterioridad se fue a cenar.
Allá, en un sencillo restaurante, se citaban para encontrarse al día siguiente en casa de Terry, sin embargo, ella lo enteraba que no tenía auto.
Por supuesto, él preguntó ¿qué había pasado? y se molestó al oír lo sucedido con ella.
— ¡¿Y por qué no me llamaste?!
— Como estabas tan enojado.
Terry le mandó una mirada a señal de regaño acompañada de:
— ¿Y qué tal si te pasa algo peor en el camino? ¿Tampoco me hubieras avisado?
— Pero no pasó nada, así que, no te enojes — ella le pidió tomándole de la mano.
— Bueno... ¿vienes conmigo?
— ¿A tu casa?
— Sí, mi padre llegó ayer.
— ¿De verdad? ¡Qué gusto!
— Y como sabrás... quiere verte.
— Me encantaría verlo también.
— Entonces, ¿te quedarás conmigo?
La rubia le dedicó una mirada; y el castaño de inmediato diría burlón:
— Sí, pero no en la recámara que compartiste con Chanel —, y se soltó riendo de la cara de Candy quien lo calificaba de:
— ¡Qué horroroso eres! —, y le dio un ligero golpe en la mano que él tomara para besársela y decirle:
— No te preocupes. Te mandé hacer una especial para ti.
— Bueno, así está mejor — dijo ella, acercándose los dos para darse un beso tierno.
Terminado el café, pagaron y regresaron al departamento de ella para tomar algunas pertenencias. Sin embargo, Terry le sugería llevar algo cómodo porque irían a disfrutar de un partido de Baseball. Así que, el jersey de los Yankees no pudo faltar.
Una hora más tarde llegaban a la Residencia; y allá, el encuentro con Richard sería por demás emotivo; y mayormente cuando empezaran a platicar recordando a sus amigos fallecidos y sin dejar oportunidad de decirle lo bella que se había puesto, y por supuesto, felicitar a su hijo de que al fin tenía a la mujer de su vida a lado.
. . .
Era casi de madrugada cuando se retiraron a descansar; y es que la conversación entablada parecía no tener fin porque había infinidad de cosas por decir y compartir.
. . . . . .
Como en Nueva York se vive la locura del Baseball al máximo, después de reunirse en el jardín para disfrutar de sus alimentos del día sábado, toda la familia Grandchester partía hacia el Nuevo Estadio de los Yankees en el Bronx. El tráfico estaba pesado, como normalmente se pone cuando el equipo juega en casa.
Alrededor de las doce treinta del día, la familia completa, hasta Richard, portaban sus jerseys con diferentes números, dependiendo su jugador favorito, e ingresaban por el área VIP después de esperar a Stear y a Karen.
Terry al ser un fan de este deporte y a pesar de asistir poco, contaba con boletos de temporada y en las primeras filas.
Ese día, los Yankees confrontarían a los Red Soxs, por ende, la casa estaba a reventar, y que mejor para los propósitos del castaño.
Consiguientemente de detenerse y comprar golosinas y bebidas tanto para grandes como para chicos, se encaminaron hacia sus lugares que daban justo a un lado y detrás de la banca visitante y en dirección a la tercera base.
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Corazón Envenenado
Fiksi PenggemarESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO COMO SE ESTIPULA. EN CASO DE DUDA, PUEDEN CONSULTARME. Siendo niños nació la más bella de las amistades; se fortaleció a través de los años. Pero llegad...