Capítulo 14 parte 2

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¿En qué estábamos? Ah sí.

Para retomar lo que ya se había iniciado, Candy coló sus manos por la parte baja del abdomen masculino, deslizando una para sacar "eso" que ya la estaba volviendo loca y tenía mucha urgencia de ello.

Terry disminuyó su voraz beso y bajó las manos al mismo tiempo: una, para meterla nuevamente por la falda del vestido y dejarla sobre un glúteo; y la otra: para tomar la de aquella ansiosa traviesa que ya lo estaba torturando nuevamente. Sin embargo, no la quitó, solamente le ayudó a que redujera la velocidad, indicándole además que todavía no era el momento.

A la rubia, con el solo hecho de tocar aquello, se fascinó; y volvió a mirar al castaño seductoramente; pero con ingeniosidad quitó la mano de él y la colocó sobre sus caderas para que le hiciera compañía a la otra que estaba solita y la dejara trabajar a ella.

Y si el castaño creía que había sido todo lo atrevida que podía llegar a ser su pecosa, ¡cómo se equivocó! pero antes de, ella se acercó para besarlo y luego decirle al oído:

— Quiero sentirte... ahora.

... y gimió provocadoramente, pero también ella hizo a un lado la diminuta prenda femenina que la separaba del sexo masculino al que tomó de nuevo con su mano para guiarlo hasta su interior.

Con movimientos lentos y pausados, la completa intromisión sería todo un éxito.

Para seguir estimulándose y profundizar su placer, Candy rodeó la cintura del castaño con sus piernas, apoyó sus pies en el banco y colocó sus manos en los hombros anchos de su hombre para impulsarse; arrojando en cada movimiento que hacía, un gemido de verdadero gozo.

Pero llegó un momento donde ella aceleró un poco sus impulsos, indicándole a él que su tiempo había llegado; más, de pronto, Candy los fue reduciendo al ver que el castaño no lo estaba.

Para estimularla mayormente, Terry la atrajo hacia él envolviéndola en un abrazo para decirle al oído y entre jadeantes susurros:

— Vamos, preciosa, sólo hazlo, no te detengas, mucho menos cuando lo estabas haciendo muy bien.

— Pero... — ella se interrumpió debido a que el placer era mucho, y también porque, el sonido de la masculina voz le hizo eco por todo el cuerpo y la excitó mayúsculamente.

Él comprendió lo que ella quería decir; y por ende:

— Ahora no te preocupes por mí, si es lo que te detiene. Anda, hazlo, que ya quiero sentir nuevamente como vibras entre mis brazos.

Con la petición, la rubia volvió a jadear; y es que la manera en que él la seguía torturando y no sólo con su "intromisión" sino con movimientos, jadeos y su voz tan sensual, pues le fue imposible evitar no hacerlo.

— Así, amor; eso, no te detengas porque puedo sentir que ya estás aquí.

Y como fue ¡sí llegó! porque la mujer estalló como volcán, ahogando su gemido placentero y aferrándose fuertemente al cuello de él.

Y en lo que el efecto del éxtasis pasaba en ella lentamente, Terry la besaba, la acariciaba y la complementaba:

— Excelente trabajo, mi vaquera. Eso me gustó — le dijo al oído conforme la sentía estremecerse en su totalidad: desde su respiración jadeante, hasta la punta del dedo gordo del pie. Más le preguntaría al sentir que seguía muy aferrada a él: — ¿Estás bien?

Candy, a pesar de que parecía que todas sus fuerzas se le habían escapado con esa entrega, trató de recuperarse un poco y respondió que sí, levantando su rostro para mirarse a los ojos de él quien aguardó unos instantes para después incitarla:

Corazón EnvenenadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora