Con la pasada petición, Candy siguió la mirada del castaño hacia los pequeños Grandchester quienes también venían impecablemente vestidos: Sandro vistiendo algo muy parecido a papá, y Lizzie como una princesita hermosa.
Con su aproximación, la rubia se removió de su asiento para quedar frente a ellos, los cuales comenzaron a decir intercaladamente:
— Tía Candy, nosotros también queremos preguntarte... ¿si aceptas ser nuestra mamá?
— Te prometemos que nos portaremos bien, obedeceremos y te querremos mucho.
— ¡Santo Cielo! — Candy expresó emocionadísima; y los ojos de la mujer fueron imposibles no llenarse de lágrimas al escuchar tan hermosa petición de aquel bello par. Así que, sin titubear les dijo que sí. Y los dos pequeños se echaron en sus brazos y la llenaron de besos; pero el padre hizo un carraspeo para recordarle a Sandro.
— ¡Ah, sí! — exclamó su olvido; y del bolsillo de su pantalón sacó otra cajita y de ahí tomó una cadena del mismo material platino con un dije en forma de corazón rodeado de pequeños diamantes y en el centro la palabra... MAMÁ.
Y en lo que la pequeña Lizzie sostenía la caja, Sandro intentaba poner la cadena en el cuello de la rubia. Pero al fallar, papá tuvo que ir a su rescate, dejando éste un beso en la mejilla de la fémina la cual abrió nuevamente los brazos para recibir a sus hijos, volviendo éstos rápidamente a su mamá quien conforme los abrazaba miraba al papá al cual entre labios le dedicaron un:
— Gracias.
Él, sonriendo de ver la maravillosa escena, después de guiñarle un ojo, respondía:
— Gracias a ti.
En, eso Eleanor apareció a espaldas de ellos, los cuales tuvieron que separarse para que la pareja fuera felicitada por ella.
. . .
Cada miembro de la familia ocupó sus lugares para prepararse a saborear la exquisita cena muy a la italiana que Eleanor había ordenado.
Conforme degustaban el postre, la abuela de los niños comenzó a hablar sobre los preparativos de la boda. Estaba, por supuesto, más emocionada que la misma novia; y en cada cosa que decía, Candy trataba de llamar su atención, pero la dama no cabía de la felicidad hasta que...
— Mamá, por favor — Terry la tomó de la mano para hacerla callar y que escuchara lo que Candy llevaba rato tratando de decir:
— Eleanor, yo le agradezco mucho todo lo que quiere hacer por nosotros, principalmente por mí, pero... yo preferiría algo... muy parecido a esto —, la rubia miró a su alrededor, — donde sólo los más allegados estemos reunidos.
— Pero, hija, ¡se trata de tu boda! no es cualquier evento...
— Lo sé, pero...
La rubia miró suplicante a Terry quien diría:
— Mamá, lo que Candy pida es lo que será.
En la cara de la dama Grandchester apareció un gesto de desilusión; e increíblemente se levantó de la mesa para retirarse.
El castaño salió detrás de su madre, quedándose Candy para hacerle compañía a los pequeños, los cuales no entendían lo que pasaba.
Cuando el arquitecto alcanzó a su progenitora en la sala de la casa, le explicó en breve los motivos de la rubia; y a pesar de que la señora Grandchester demostró pena, alegaba:
— Pero tú no le harás eso. Ella debe comprender.
— Por supuesto que no; pero yo la comprendo a ella y respetaré su decisión y tú deberás hacer lo mismo. Además, recuerda que yo también no tengo mucho que enviudé; y para hacer todo eso que tú quieres, debemos esperar más de un año para llevarlo a cabo y yo... quiero casarme con ella, ¡ya! — dijo él y al mismo tiempo hubo chasqueado los dedos.
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Corazón Envenenado
FanfictionESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO COMO SE ESTIPULA. EN CASO DE DUDA, PUEDEN CONSULTARME. Siendo niños nació la más bella de las amistades; se fortaleció a través de los años. Pero llegad...