Capítulo 12 parte 1

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Durante la semana, Terry y Candy, cada uno por su lado, continuó atendiendo sus asuntos, hasta que el domingo llegó. El día del evento mencionado por Sandro, en el cual, la rubia asistió no tanto por la invitación de Charlie sino por el chiquillo.

El torneo se llevaría a cabo en las inmediaciones de Baseball para Ligas Menores del Parque Crotona en el Bronx; y por lo tanto, su estacionamiento ya estaba lleno, admirándose desde ahí lo verde de los campos, las mallas de acero protegiendo las bancas de los pequeños jugadores y unas gradas para espectadores, los cuales en su mayoría ocupaban un lugar a cierta distancia del campo de juego o sentados sobre el pasto con mantas o sillas armables, en lo que otros se protegían del sol con sombrillas.

Para después de finalizado el partido, todos aquellos se habían cooperado para armar una parrillada ahí mismo y celebrar... ¡lo que fuera!... lo importante era convivir entre amigos; y por eso...

La familia Grandchester había llegado primero al lugar; y en lo que iniciaba el juego, Terry practicaba con su hijo lanzándole la bola, mientras que Eleanor se acomodaba plácidamente en una silla y Lizzie coloreaba un libro, sentadita sobre una manta que su padre le había extendido.

Candy arribó media hora más tarde. Y tal como Sandro le confiara a su abuela, el coach aquel en cuanto la vio aparecer, no vaciló ni un segundo en ir a saludarla.

Pero si el pobre infeliz hubiese percibido tanto la mirada que Terry le dedicó, plus la manera en cómo lanzó la pelota con furia queriéndole dar justo en la cabeza por haberse atrevido a besar a la rubia no sólo una sino dos veces, además de la manera en cómo la abrazara, Charlie ya estuviera seis pies bajo tierra.

Eleanor, quien no había perdido detalle en la reacción celosa de su hijo, prefirió fingir que no había visto nada. Sin embargo, al final, no aguantó las ganas de burlarse de Terry quien sin poder contener su rabia, se llevó las manos a la cintura y miró a su madre la cual apenas pudo decir:

— Lo siento —, porque la dama no cesaba de reír.

Por su parte, la rubia terminaba de saludarse con Charlie y se encaminó hacia donde estaban ellos. Al parecer, los chicos no la habían visto llegar, porque en cuanto notaron su presencia, abandonaron lo que hacían para correr nuevamente a su lado.

Seguidamente de saludarla con mucho cariño, cada uno de ellos, la llevaba tomada de una mano, yendo Candy en dirección a Eleonor para saludarse con un beso en la mejilla. No obstante, al toparse con los ojos de Terry, primero se espantó porque aquél la miraba en verdad enfurecido haciendo la rubia un gesto de ¿"¿Y a éste qué mosco le picó? ¿Por qué me mira así? o ¿ahora qué le hice? pero manoteó ligeramente en el aire ignorándole, y mejor se sentó sobre la manta donde estaba Lizzie.

Instantes más adelante, Sandro era llevado por su padre al campo de juego debido a que ya les llamaban. Y en cuanto se les vio alejarse...

— ¡Está súper celoso!

— ¿Cómo? — expresó Candy con sorpresa volviendo sus ojos hacia la compartidora Eleanor, y recibiendo la crayola que Lizzie le entregaba.

— Mi hijo — lo señaló la madre la cual en lo que seguía sonriendo, reportaba: — Sandro nos contó de cuando se encontraron con su entrenador; y ahora que vio la manera en cómo te saludó... ¡lo hicieron enfurecer de verdad!

— Eleanor, le aseguro que entre Charlie y yo no hay nada — la rubia quiso excusarse de inmediato; empero con rebeldía, le observaban:

— ¡Y aunque sí!... ¡Eso le pasa por ser tan cabeza dura!

Minutos después, hizo su arribo el simpático Stear quien llegaba tomado de la mano con Karen y se encontraron con Terry el cual ya venía de regreso.

Corazón EnvenenadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora