Al día siguiente en el hospital...
— Buenos días, me alegra verte despierto. ¿Cómo estás, campeón? — se preguntó a breve distancia de una cama.
— Molido hasta debajo de las muelas — contestó el convaleciente intentando moverse.
— Tranquilo — sugirió Stear. — Apenas te estás recuperando.
— ¿Cuánto tiempo llevo así?
— Dos días.
— ¡¿Y Chanel?! — Terry cuestionó inmediatamente, y el doctor no respondió. Por ende, el enfermo, cubriéndose de temor, insistía: — Stear, ¿cómo está mi esposa?
— Hermano, yo... lo siento mucho.
— ¿Murió? — inquirió el arquitecto. El galeno con pesar asintió levemente con la cabeza. — ¡No puede ser! — exclamó el recién viudo sumiendo la cabeza en la almohada.
Casi enseguida, el castaño cerró los ojos, se cubrió el rostro y permaneció en silencio por unos momentos, para que llegado el siguiente, Terry cuestionara alterado:
— ¡Mis hijos, ¿cómo están?!
— Relájate — Stear pidió poniendo una mano en el pecho de su amigo. — Ellos están bien, aunque claro preguntando por ti.
— ¿Lo saben? ¿Saben lo de Chanel? — indagó Terry; y Stear revelaría:
— Sí, Sandro lo descubrió en la televisión; además, los medios no han parado de comentar lo del accidente. Aquí, ya no están porque el hospital les puso un alto; pero están interesados en saber que fue lo qué pasó. Ya los conoces... el morbo los mueve.
— ¿Y en la casa? — el arquitecto quiso saber; y por lo mismo se le contaba:
— Allá, gracias a que vives en comunidad privada, los oficiales de seguridad difícilmente les dan el acceso; así que, no te preocupes, tu familia está bien.
Con eso, el castaño hizo su cabeza de lado, suspiró hondamente y volvió a cerrar los ojos. El galeno amigo le dio tiempo para asimilar su tragedia, hasta que:
— Fue mi culpa — se escuchó.
— Terry, no digas eso. Fue un accidente, hermano.
— No — dijo aquel, se agarró la cabeza y negó con ella acusándose: — Yo iba tan molesto con ella que...
Despedido de sus amigos, Terry fue a alcanzar a su mujer en el estacionamiento del hotel. Aquella cruzada de brazos, lo esperaba recargada en un BMW último modelo en negro.
De mala gana, el castaño desactivó la alarma; y los dos subieron al automóvil.
Conforme Terry conducía reclamaba severamente molesto:
— ¡No puedo creer que siempre me hagas esto! ¡Imponerme las cosas, y lo peor, ridiculizarme al darme órdenes delante de la gente y de mis amigos! ¡No soy ningún estúpido pelele, Chanel, y espero que ésta sea la última vez que lo haces, ¿me entendiste?!!
A la mujer parecía importarle poco que su marido estuviera por dentro como agua para chocolate; por lo que, el sentirse ignorado, consiguió que el hombre se enfureciera más y gritara fuertemente:
— ¡¡¿ME ESCUCHASTE?!!
Por supuesto, el grito consiguió que la copiloto saltara en su asiento y se le corriera el labial que en ese momento se aplicaba.
— ¡¡AY, YA!! — espetó también aquella. — ¡Sí, sí te escuché, pero ahora me escucharás a mí porque ya estoy cansada de esta situación!
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Corazón Envenenado
FanfictionESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO COMO SE ESTIPULA. EN CASO DE DUDA, PUEDEN CONSULTARME. Siendo niños nació la más bella de las amistades; se fortaleció a través de los años. Pero llegad...