Capítulo 14 parte 3

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Debido a que el verano todavía estaba en la ciudad, el clima afuera era húmedo y caliente; pero aún así la noche estaba esplendorosa y todo gracias también, a la hermosa luna llena que alumbrada todo el lugar.

Iluminados por ella, la pareja llegó al patio para cruzar por una sala rústica y caminar por una angosta vereda de concreto que conducía al jacuzzi donde la rubia metió su pie en el agua, y para su gusto, la temperatura estaba perfecta; de pronto, burbujas comenzaron a brotar.

Terry la rodeó con sus brazos por detrás; y mientras la besaba por el cuello, le confesaba muy cerca del oído:

— Quiero que a partir de esta noche, te quedes conmigo, para que mañana emprendamos juntos, un nuevo camino y siempre tomados de la mano. Quiero que sean tus ojos, tu sonrisa, tu cuerpo, lo primero que vea en el nuevo amanecer y también quiero verte a mi alrededor a toda hora del día para hacerte de mil maneras el amor... Y por las noches después de volver a entregarnos a la pasión, dormir abrazados, acurrucados y nunca dejar de susurrarte al oído... ¡cuánto te amo!

Lentamente, los dos ingresaron al agua; y entre la noche, la luna, el canto de los grillos, el masaje, las caricias, los besos, las palabras y por supuesto, su desbordante deseo, pues no les quedó de otra, que envolverse y entregarse de nueva cuenta... al amor.

. . .

Después de una hora, los dos se envolvían en batas que el castaño había ido a tomar del vestidor para ingresar de nuevo a la casa y levantar de paso las prendas de vestir. Consiguientemente, se encaminaron hacia la recámara del tercer piso. Y como todavía les faltaban novecientas noventa y ocho maneras de cómo hacerlo, pues... aprovecharon que había muchas más por concluir.

Pero ¡ojo! no todo es miel sobre avena, y ese dicho "la curiosidad mató al gato" es bien dicho... porque estando ya acostados y abrazados sobre la amplia cama y como luz, la de la misma luna...

Terry, conforme acariciaba la espalda de Candy, miraba hacia el techo muy pensativo, hasta que no pudo más y...

— ¿Pecosa?

— Sí — contestó ella sin mover su cabeza que estaba recargada sobre el ancho pecho de su amado, quien le levantó el rostro para mirarla de frente.

— Tengo una curiosidad.

— ¿Acerca?

— ¿Quién fue tu primera relación?

La rubia se incomodó un poco y diría con seriedad:

— No me gusta hablar de ello.

— ¿Por qué?

— No tengo un buen recuerdo, es todo.

Ella echó su espalda hacia atrás para ponerla en el colchón, apoyar su cabeza en la almohada y separándose completamente de su contacto.

— ¿Por qué? — volvió él de insistente.

La fémina, apoyándose sobre su codo, lo miró seria; y después de haber hecho la boca de lado, contestaba:

— Fue muy bochornoso y humillante.

— ¿Qué pasó? — Terry la imitó para quedar de frente.

Candy lo pensaba seriamente. Sin embargo y después de tallarse un poco la cara, le soltaba:

— Me dejaron plantada.

— ¡¿QUÉ?! — hubo sido el sobresalto molesto masculino. — ¡¿Te ibas a casar?! —reclamó ¡él! quien ya llevaba dos matrimonios y nadie le dijo nada, ¿verdad?

Corazón EnvenenadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora