Corazón Envenenado

Capítulo EPÍLOGO

Para estrenar su nueva casa, los Grandchester lo hicieron celebrando el bautizo del pequeño Kenneth.

Y como su nombre significa, era un niño, de seis meses de nacido ¡muy bello! Y es que muchos todavía se confundían, ya que de momentos veían en él, los rasgos de su castaño padre, y otros, los de su rubia madre, que en sí, ella decía, eran idénticos a los de su finado progenitor.

El padrino era nada menos que un futuro soltero, debido a que su compromiso con la salud y sus pacientes, serían lo primordial: el Doctor Stear Cornwell, quien se los hubo pedido encarecidamente. Y eso fue en el momento en que lo trajo al mundo, lo vio... ¡y se enamoró de él!

Además, desde que les hubo dado la noticia a los padres de su llegada, tal y como se lo prometiera a la rubia, los nueve meses estuvo al tanto de ella, de los dos; convirtiéndose el galeno en su sombra, y no tanto por las penurias de los primeros meses del embarazo que Candy padeció, sino porque se vio un poco delicada nuevamente por una ligera infección.

Por eso, las órdenes de "No sexo" eran sumamente estrictas. Él, Stear, por supuesto entendía que la pareja tenía sus necesidades; pero en este caso la salud de la madre y la del bebé eran primero. Y era justamente lo que él le decía al padre el cual cada vez que veía a su amigo-compa le reclamaba por haberlo puesto en abstinencia por tanto tiempo, y mayormente cuando les recomendara un poco de paciencia para poder encargar un segundo... que sí llegaría después.

A la fiesta no pudieron faltar los principales:

Albert... quien continua con sus viajes frecuentes; y por lo mismo, le tomará tiempo en casarse también y no con Louise con quien tendrá su primer hijo.

Anthony... quien a final de cuentas no será enviado al campo de guerra para así seguir disfrutando de su familia, más siempre al pendiente de algún llamado del Estado Mayor.

Y los Señores Grandchester... los cuales se quedaron ocupando la casa de Terry mientras que el apartamento de Candy, se puso en arrendamiento y que por supuesto, ella no volverá a poner un pie en ningún empleo porque ya bastante trabajo tiene y tendrá con los hijos que le absorben y absorberán todo el tiempo, por lo menos... en lo que crecen.

Y así la vida seguirá su curso y estará en ellos si sólo quieren risas, alegrías y mucha felicidad, pero como pareja saben que no hay nada bello como la reconciliación; así que, se enfrentarán a problemas y a diferencias que no pasarán a mayores gracias a que con sus experiencias todo lo superarán porque si lo hicieron en el pasado cuando fueron jóvenes e inexpertos, ¿qué no podrán resolver estando ahora juntos, haciendo un buen equipo y su amor, lo más importante, siempre a lado y a favor de ellos? Bueno, veamos si es cierto...

. . . .

El área de juguetería en aquel centro comercial estaba a reventar. Y en lo que Terry empujaba el cart llevando al pequeño Kenneth, Candy sujetando a Sandro y a Lizzie, caminaban por el pasillo; y estaban doblando para saltar a la otra isla cuando alguien se topó con ella haciéndosele de inmediato familiar un rostro que sonriente, la saludaba llamándola:

— ¡Candy, ¿eres tú?!

Al ver a su acompañante el cual también lo reconoció, los dos hombres se miraron. Sin embargo, en uno, a través de todo su ser, proyectaba celos y furia, consiguiendo que el otro se paralizara y titubeante lo nombrara:

— Grandchester.

Éste, antes de responder, miró a la mujer que se acercaba a aquél que rápidamente le diría:

— ¿Te acuerdas de ellos? —, observándose primero a la rubia quien en ese momento cruzaba miradas con su castaño esposo el cual enarcó altamente una ceja al oír:

— Sí, por supuesto —. Una mano se estiró a — Terry — conforme mencionaba a — Candy — quien saludaba de lo más normal.

— ¡Hola!

Sin embargo, gracias a la urgencia de sus pequeños por adquirir sus regalos, el matrimonio groseramente se disculpó para proseguir con su camino diciendo, a pesar de no sentirlo:

— Un gusto volver a verlos —, y deseándoles — Felices Fiestas — ¿a quiénes?

Al que temblaba y nuevamente correría: Daniel Legan, y a aquella hostigosa con la cual la rubia hubo tenido diferencias en el colegio ya que rapaba por su amigo, ahora esposo, y éste nunca le hizo caso.

. . .

La más apreciada de las audiencias, con este capítulo cerramos la historia completa. Mañana, si se nos da venia, comenzaremos dos "nuevas" aventuras. Por el momento, quiero desearte despidas 2019 con bienestar y alegría, para que esas perduren con la llegada del nuevo año.

Toneladas de gracias por todo lo que me ofreciste en estos últimos días. Ten por seguro que jamás lo olvidaré.

¡Felicidades!