Dibujo de Apolo y Artemisa en multimedia.
Estaba en medio de un bosque, reinaba la oscuridad, pero la luna llena y iluminaba lo que las hojas de los árboles le permitían.
Caminé mirando en mi entorno, averiguando qué estaba pasando. Pero solo veía árboles y oscuridad.
—Artemis –giré rápidamente. Esa era la voz que me llamaba, la que tenía una eternidad sin escuchar.— Artemis –volvió a decir.
—¿Qué demonios quieres? –pregunté molesta.— ya estoy con Apolo, estamos juntos, ¿no es lo que querías?
—Artemis –repitió.
Me guié por el sonido de su voz para llegar a su origen. Ya estaba harta de todo esto.
Llegué a donde creía que estaba, y no había absolutamente nada.
—¿Artemisa? –me di la vuelta y vi a Apolo mirándome confundido.— ¿dónde estamos?
—No tengo idea –se acercó a mi.— yo llegué hasta aquí por la voz que siempre me llama como "Artemis".
—A mi también me llamó hasta aquí –dijo.— debemos encontrar la manera de salir de aquí.
—¿Un hechizo? –sugerí. Él asintió.
—Repite después de mi, no te asustes por creer que no podrás, es un idioma antiguo que hablaban nuestros antepasados hechiceros. Te lo sabes por naturaleza –asentí. Apolo tomó mis manos y cerró los ojos, empezó pronunciando unas palabras extrañas y yo le seguí, increíblemente, las sabía a la perfección, salían de mi con fluidez.
Creía que nos saldrían las marcas como suele pasar, en lugar de eso, nuestra piel se agrietó desprendiendo fuego, como si nos estuviéramos quemando por dentro. Inclusive sentía la sangre en mis venas hervir, pero era debido a la adrenalina por la que estaba pasando.