Desperté con un enorme dolor de cabeza. Arrugué la cara y con pesar abrí los ojos, parpadear me dolía.
Una vez tuve la vista clara miré a mi alrededor, estaba en lo que parecía se una bodega, llena de humedad, sentada en una silla con las manos y pies esposados. Frente a mi se encontraba Alessandro, inconsciente, de pie, encima de una caja de madera, con una soga amarrada al cuello.
Mi corazón se detuvo en el momento en que mis ojos vieron con horror lo que tenía enfrente. Intenté liberarme de mis ataduras, pero no valió de nada.
—Alessandro –lo llamé.— Alessandro, despierta por favor –rogué.— Dios mío, esto no puede estar pasando –susurré.— ¡Alessandro! –grité.
Aturdido, Alessandro empezó a despertar. Miró a su alrededor antes de que sus ojos se encontraran conmigo. Su expresión fue completamente de horror.
—Joder –le escuché decir.
De pronto, escuché el sonido de la puerta al abrirse, tras de ella aparecieron Nate y Megan.
—Buenos días, mis pimpollos –saludó Megan en tono alegra.— menuda sorpresa se han topado, ¿no?
—¿Qué demonios quieres? –escupió Alessandro.— si quieren tórturenme y háganme lo que quieran, pero a ella no le hagan nada.
—Que noble, eres –dijo Nate con sarcasmo.— siempre intentando ser el héroe, siempre queriendo salvarla, cuando el verdadero peligro eres tú –lo miró.— si tú no te hubieras cruzado en su camino, esto no estaría pasando, tú eres el culpable de todo lo que le ha pasado.
—Nate, cierra la puta boca –escupí.
Alessandro lo miraba con la boca apretada y con una mirada absolutamente llena de odio.
—¿Recuerdas todo el infierno que pasó cuando Megan te hechizó? –continuó diciendo.— cuando la utilizabas como si fuera un puto objeto y cuando te cansabas la desechabas como basura –Nate caminó detrás de mi, me escuché buscar algo.— ¿recuerdas todo lo que sufrió cuando Azriel la secuestró? –volvió con un bate lleno de púas. Lo miré con horror.
—¡Nate, Dios mío, por favor no! –grité.
—¿O cuando la violé? Cuando metí mi pene en ella y disfruté de su cálido y suave interior, tocar su suave y delicada piel...
—¡Lo que vayas a hacer, hazlo de una vez, maldito cobarde! –gritó Alessandro. Su voz retumbó por todo el lugar, provocando que los vellos de mi piel se estremecieran. A lo lejos vi que sus ojos estaban tomando color, estaba a punto de transformarse.
—Todo eso fue por tu culpa –Nate continuó diciendo.— si tú no te hubieras cruzado en su camino, ella ahora estaría tranquila, viviendo una vida normal, quizá, pero no, Alessandro el macho alfa tuvo que hacer su aparición –con fuerza, Nate incrustó el bate en el costado de Alessandro.
Alessandro apretó la cara, más no emitió sonido alguno, a diferencia de mi, yo estaba gritando como loca.
—¡Nate, él no tiene la culpa de nada! –grité.
—¡Tú ibas a ser mía! –gritó. Lo golpeó nuevamente.— ¡pero lo elegiste a él! –golpe.— ¿qué tiene él que no tenga yo? –golpe.— ¿eh? –Nate empezó a golpear a Alessandro reiteradas veces por mucho, hasta que su torso se llenó completamente de sangre. Alessandro respiraba con pesadez, pero en ningún momento emitió sonido de dolor.