Capítulo 32

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"El día de hoy estamos aquí para saber si tendré un sobrino o sobrina, nos reunimos para celebrar la nueva vida que crece en el vientre de mi melliza, hoy, la felicidad y el gozo no cabe en nuestros pechos al saber que pronto habrá un pequeño o pequeña correteando por toda la casa, riendo junto a sus padres, haciendo travesuras con sus tíos y siendo solapado por sus abuelos.
Desde que me reencontré con mi hermana, solo cosas buenas han llegado a mi vida, gracia a ella conocí a mi mate, me dio una nueva familia e increíbles amigos. Por eso ver que pronto se convertirá en madre me llena el corazón de alegría, porque se que su vida no ha sido fácil, ha luchado varías veces con la muerte y a duras penas a sobrevivido... ella, al igual que yo no es muy afectuosa con las personas que nos rodean, pero jamás duden de que esa diosa griega los ama a todos con todo su corazón, es por eso que digo con certeza que su retoño será el más amado, teniendo a una madre con un corazón tan grande como el mundo en el que vivimos.
Artemisa fue el factor detonante para que mi felicidad estallase, me alegra ver que el día de hoy ella está igual o más feliz que yo, te amo, hermana."

Terminé de leer la carta de Apolo hecha un mar de lágrimas. Esto fue demasiado, el día de hoy fue demasiado.

Realmente no podía creer que era tan amada por mi familia, primero Sam con su historia y ahora Apolo con su carta.

Me hizo dar cuenta de lo mal agradecida que era, había pasado por cosas malas y solía ser una persona insoportable la mayoría del tiempo, pero a pesar de eso, ellos me amaban y me apoyaban sin importar qué, si tenían que luchar con miles de soldados por mi, ellos lo harían porque me amaban... y sin duda alguna yo haría lo mismo por ellos.

Un movimiento en mi vientre hizo que me desenfocara de mis pensamientos. Miré hacia abajo y vi como los suaves movimientos del bebé adornaban mi vientre.

En ese instante la realidad me golpeó.

—Perdón –susurré.— se que lo que te he dicho desde el momento en que me enteré de que existías no han sido las mejores palabras, y... se que no existe disculpa alguna para que puedas perdonarme, pero te prometo que haré un gran esfuerzo para llegar amarte y que seas un niño feliz y jamás te sientas solo –sollocé.— prometo mejorar cada día para ser la madre que te merezcas, y así algún día logres perdonarme –dije entre lágrimas.

Yo crecí en un hogar lleno de amor, mi padre y madre siempre procuraron por mi bienestar y felicidad. Sam siempre estuvo para protegerme y hasta el día de hoy sigue siendo así. Alessandro me enseñó a amar sin medidas, me cuida y me protege con su vida. Apolo me mostró quien soy, de donde vengo y el poder que tengo, me devolvió a mi familia, y al igual que todos... me ama y me cuida.

A esta pequeña criatura en mi vientre yo debía amarla y cuidarla... no despreciarla y mostrarle mi desagrado como había hecho hasta ahora.

—Artemisa –escuché decir tras de mi.— ¿estás bien? ¿Por qué lloras? –Alessandro frunció el ceño.

—Es que la carta de Apolo estuvo muy emotiva –levanté la hoja.

—El sentimiento que me transmitiste no fue de felicidad –levantó las cejas.

—¿Dónde estabas? –pregunté secando mis lágrimas.

—En la cocina...

—¿Y viniste corriendo al sentirme triste? –le interrumpí con una sonrisa. Él asintió. Mi sonrisa se agrandó, me daba ternura su preocupación.

—Vale, hace unos instantes estabas llorando como si se te hubiese muerto un familiar, ahora estás sonriendo como si nada, haré de cuenta que esto es parte del embarazo y que no te estás volviendo loca –lancé una carcajada. Alessandro se acercó a mi y me tomó en brazos.— creo que es hora de que te vayas a dormir, ha sido un día muy agotador y necesitas descansar –asentí.

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