—Mientras estaba en el lago, por un momento me permití tener tranquilidad, darle un segundo de paz a mi cerebro y olvidar la desgracia que me había sucedido –dije triste.— y así hice, fue demasiado efímero hasta para la suerte que poseo.
Luego de que Náyade me durmiera en el lago, Alessandro me trajo a casa. Dormí durante todo el día, ahora, en la noche, estaba comunicándole a la familia que estaba embarazada.
Lo decía lo pensaba, pero aún no lo aceptaba. Mi mente estaba en un estado de negación absoluto, yo no podía estar embarazada de Nate, no del chico que se crió conmigo, no del que se suponía que quería mi hermano y juró cuidarme hasta la muerte, no de ese bastardo que me había violado.
—Y estuvo bien, por un momento, hasta que Náyade me felicitó por el "pequeño heredero" –pronunciar esas palabras me dió nauseas.
—¿Están seguros que es de Nate? –preguntó Samantha.— es que... no puede ser de él –me miró con pesar.
—Yo no puedo tener hijos –siseó Alessandro.
—Pero, ¿y si sí? Quizá el universo...–interrumpí a Elisa.
—El universo me odia, ¿por qué me daría un hijo del hombre que amo cuando me lo puede dar del que me destruyó el alma? –dije dolida.— y no me importa lo que digan, no quiero tener esta criatura –dije firme.
—Artemisa... –mi madre, Leto, intentó interceder.
—He dicho que no –dije seria.
—Es un see inocente, no tiene la culpa –habló Cassandra.— se que es tu cuerpo...
—Exacto –la interrumpí.— es mi cuerpo, y yo decido si quiero tener un hijo del hombre que me violó o no –dije firme.— si, es una criatura inocente, y quizá esté mal lo que haga con él, pero no puedo más, ya no –sollocé.
—¿Y soportarías con el peso de haber matado a un ser inocente? –intervino mi madre, Eider.— se que no es fácil, pero no es solo hijo de Nate, también es tuyo.
—¿Para que traer al mundo a un niño que va a carecer del amor de su madre? –pregunté amargamente.— no creo ser capaz de amar al hijo del hombre que me violó.
—Alessandro, ¿cómo puedes estar tan tranquilo? Dile algo –habló Apolo.
—Ella está dolida y aún no ha asimilado lo que está pasando –dijo tranquilo.— si después de sopesar bien la información ella decide seguir con su decisión, no podemos ir en contra de eso. Al fin y al cabo, es ella quien llevará la carga de si lo tiene o no –lo miré con el ceño fruncido.
—Eres un hipócrita de mierda –escupí.
—Moonshine...–intentó acercarse a mi.
—No –lo detuve.— yo cargaré con el peso de haber interrumpido un embarazo que no planeé, no deseo y no quiero –dije firme.— espero tú puedas soportar la carga de que lo he hecho –me puse de pie.— me iré a mi habitación, y descuiden, pueden dejarme sola, no soy tan desalmada como piensan –subí las escaleras, haciendo caso omiso a los gritos de Alessandro.
Cuando llegué a mi cuarto, me lancé a la cama y mi mirada se perdió en la infinita oscuridad en el techo.
Por curiosidad, toqué mi vientre, me sorprendí al sentir en mi mano un pequeño y débil latido.
Las lágrimas se hicieron presente, yo no era capaz de quitarle la vida a esa pequeña criatura, pero tampoco me veía dandole amor o todo lo que conlleve criar a un hijo.
No tenía la más remota idea de lo que haría.
Escuché la puerta abrirse y segundos después como alguien se acostaba a mi lado.