Capítulo 20

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Moonshine –Alessandro corrió hacia mi apenas me vió. Me abrazó, hundiendo su cabeza en el hueco de mi cuello. Disfruté de su aroma que tanto había extrañado, y de lo bien que se sentía estar de nuevo en sus brazos.

—Hola –susurré en su oído. De mis ojos se escaparon algunas lagrimas, la emoción que sentía al tenerlo de nuevo explotaría mi pecho en cualquier momento, lo extrañé tanto.

—Ni pienses que después de esto harás las cosas por tu cuenta –se separó un poco de mi para hablarme a la cara.—  ya demostraste que eres una mujer independiente que no necesita a nadie para defenderse, ahora es mi turno de evitar que te maten. Te guste o no, a partir de ahora yo seré quien tenga el control con todo lo que tenga que ver contigo, y no me importa si estás de acuerdo o no, te encerraré en un calabozo si me desobedeces –agregó.— estoy hablando enserio, Artemisa, he sido demasiado permisivo contigo, y eso ha llegado hasta aquí –dijo serio. A decir verdad, su seriedad me estaba asustando un poco.— me conoces y sabes de lo que soy capaz –me miró a los ojos. Creí cada una de sus palabras, su rostro me mostró que más serio no podía hablar.

—Está bien –dije tranquila.

—Y si crees que... ¿qué? –se interrumpió a si mismo frunciendo el ceño.— ¿qué dijiste?

—Dije: está bien –repetí.— te haré caso a partir de ahora.

—¿Esto es un truco? Es un truco –afirmó. Reí leve.

—No, es que no quiero discutir y admito que tienes razón cuando dices que solo me meto en líos, aunque he de aclarar que los líos me buscan a mi, no yo a ellos.

—No me convences –entornó los ojos.

—¿Quieres que discuta? –inquirí.

—No, así estoy bien –dijo rápidamente.

Sinceramente le daba la razón a él en eso de que siempre busco el peligro, pero mentí cuando dije que le haría caso, solo lo dije porque no quería discutir con él, lo único que quería era disfrutar que por fin ya estábamos juntos de nuevo.

—Eso creí –reí.— debo contarte algo.

—¿Bueno o malo?

—Malo no es, pero se que lo tomarás de esa manera.

Empecé hablando tranquila, contándole toda la historia con Azriel, incluyendo el beso que me salvó la vida, debía ser sincera con Alessandro. Él me escuchaba atentamente, su cuerpo se mantenía tranquilo, pero noté en sus ojos que estaba molesto.

—¿Por qué no estás gritando como loco? –le pregunté a Alessandro.

—Créeme que quiero hacerlo, pero el hechizo de Apolo me mantiene a raya –dijo serio.— aunque odio el hecho de que haya posado sus labios sobre los tuyos, lo agradezco de alguna manera, te salvó la vida –suspiró.

—¿Es enserio? –pregunté incrédula. El asintió.

—El día de la fiesta los observé cuando llegaron, vi la forma en la que te miraba, había un brillo que no estaba ahí antes...

—¿Y estabas así tan tranquilo? –pregunté sorprendida.— ¿aún lo estás?

—Si, porque confiaba en ti, porque sé que jamás serías capaz de traicionarme. Porque sé que tú corazón me pertenece y no porque el universo me haya unido a ti, sino porque tú me lo entregaste.—suspiré con anonada, era muy tierno aún si proponérselo.— estoy feliz y me tranquiliza mucho que estés aquí –me abrazó. Inhalé su dulce aroma, ese que tanto había extrañado. Era mi aroma favorito en todo el mundo, ahora más porque proviene de él.

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