Azriel en multimedia.
Después de escuchar esas palabras, el corazón de Alessandro se achicó, lo sé porque sentí su dolor. A pesar de que todo esto sea falso, le causó sufrimiento.
—Vale –dijo mirándome a los ojos.— tú decidiste tu destino, cuando te des cuenta de la basura que es, no quiero verte de vuelta a mi, ya no, Artemisa.
¡Denle un Oscar a este sujeto! ¡Ha sido la mejor actuación de todas! Hasta me la creí por un segundo.
—Suéltenlo –le ordenó a los guardias.— a partir de ahora –me miró.— estás sola en esto –se dio la vuelta y se fue caminando.
—Si esto sale mal, te encerraré en un calabozo, a ver si así dejas de meterte en peligro –dijo en mi cabeza.— te amo, moonshine, confío en ti.
—Solo mira el tatuaje en tu muñeca –dije antes de perderlo de vista.
El tatuaje era nuestro pacto de que no importa los estirones que tenga nuestro lazo, nunca nada ni nadie podría romperlo.
Alessandro era mi arco, sin él mis flechas eran solo palos sin sentido, él era mi complemento.
(...)
Luego de que Alessandro y sus hombres se fueran, Azriel y yo nos quedamos unos momentos en el bosque para procesar lo que había sucedido. Agradecí enormemente que no emitiera palabra alguna, no estaba de humor para sus comentarios sarcásticos y fuera de lugar.
Después de asimilar todo, volvimos a la casa, ninguno de los dos dijo nada en el transcurso del camino, las heridas de Azriel habían sanado, sin embargo estaba cubierto de sangre seca.
Me sentía agotada emocionalmente, pero algo que me alegraba en medio de todo este desastre era que Alessandro confiaba en mí, escuchó mis palabras y en lugar de desatar una masacre decidió depositar su fe en mí... se lo agradeceré de una muy placentera forma cuando volvamos a estar juntos.
—¿Tienes hambre? –negué.
—Me obligas a terminar con el amor de mi vida y lo primero que dices es "¿tienes hambre?", tú si que no tienes vergüenza.
—Ya, ¿y hasta ahora te vienes a dar cuenta de eso? –espetó.
—Me voy a mi habitación –suspiré.— ¿puedo? ¿O también quieres quitarme la cama? –giré los ojos y subí las escaleras.
—Dejaré tu cena en el microondas por si tienes hambre más tarde –le escuché decir.
Me pregunté qué cena sería esa, él es pésimo cocinando, más que yo incluso. Seguro serían unas rebanadas de pizza o algún tipo de comida rápida.
Me acosté en la cama y cerré los ojos. Ahora tendría que crear un plan infalible para quitarle el anillo a Azriel.
Yo quería que hubieran más opciones, pero no las hay. Azriel nunca cambiará y creo que el mundo estaría mejor sin él, él no necesita el anillo, Apolo y mis padres si. Dios sabe que intenté salvarlo, pero no se puede salvar a alguien que no quiere ser salvado.
Suspiré, estaba tan confundida, despreciaba a Azriel, eso sin duda, pero le había tomado cariño, a pesar de todo él siempre me protegía y eso era algo.
Me levanté y fui al baño, necesitaba una ducha con agua bien fría. Me desnudé y dejé que el agua helada recorriera mi piel.
Tardé como media hora debajo del agua cuando decidí que ya era tiempo de salir.