Capítulo 27

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—Tú también serías una buena madre –dije.

—Si, pero mi órgano reproductor femenino no piensa lo mismo –hizo una mueca.

—Athan... ¿él que opina sobre ese asunto? –Sam sonrió.

—Me saqué la lotería con ese hombre –dijo enamorada.— él ha sido muy comprensivo en cuanto a ese tema, incluso ya hemos hablado sobre adoptar un pequeño cuando nos sintamos listos y preparados para ser padres...

—¡¿En serio?! –dije emocionada.

—Si –sonrió.— quizá si lleguemos a ser consuegras –reímos.

—¿Me pasas esa toalla? Creo que ya es tiempo de salir, me estoy arrugando.

—Eso es porque estás vieja –bromeó. Salí de la bañera y envolví mi cuerpo con la toalla.

—Hablando de la edad y eso... tener un hijo a los dieciocho no estaba en mis planes –comenté.— y tanto que me llenaba la boca diciendo que a los veinticinco –reí.

—Dices que no planeas quedarte con el bebé, pero te veo muy convencida de hacer lo contrario –comentó Samantha. La miré.

—Estoy muy confundida –suspiré.— ¿sabes? Pienso en Alessandro y lo feliz que lo haría teniendo un pequeño correteando por toda la casa –sonreí.— y siendo sincera, me he encariñado con la pequeña criatura –Samantha me pasó algo de ropa, comencé a vestirme mientras la escuchaba hablar.

—Y eso que estás confundida –dijo sarcástica.— Artemisa, cada célula de tu cuerpo se quiere quedar con el bebé, pero no lo quieres aceptar.

—Sam... yo...–suspiré.

—Te amo y te apoyaré en todo, eres mi mejor amiga, mi hermana, pero no quiero que te arrepientas después de tomar la decisión de alejarte de tu hijo –la miré.

—Lo sé y yo tampoco quiero arrepentirme... es que, ¡joder! Todo es tan confuso y no se qué hacer –me abrazó.

—¿Sabes? Creo que es mejor dejar descansar ese tema un poco, y más con el tremendo día que haz tenido, ¿te parece si vemos películas? –asentí.— vale.









(...)






—Esta casa está tan asegurada que parece que el presidente viviera aquí –dijo Sam mientras miraba por la ventana.

—Bueno, técnicamente Alessandro es el presidente de los lobos –habló Elisa en tono jocoso.— y tú la primera dama –me dijo, lanzó una carcajada. La miré mal.

—¿Saben dónde está? –pregunté.

—¿Quién, Alessandro? –asentí.— creo que está en una junta con los demás líderes.

—Vale –dije.— necesito hablar con él, en estas dos semanas apenas lo he visto, pareciera que ni viviéramos en la misma casa.

—Ha estado muy enfocado en encontrar a Nate, él es así cuando se propone algo, no para hasta que lo consigue –dijo Elisa.— y mucho más ahora que se trata de mantener segura a su luna –me miró.

—Todo esto ha sido demasiado estresante, ni siquiera duermo en las noches, dos horas cuando mucho –suspiré.— necesito aire fresco, y ni eso puedo tener –giré los ojos.

—Tienes que ser paciente –dijo Elisa.— ¿qué Apolo no te había dado uno de sus tés para dormir?

—Apolo me ha hasta hechizado para dormir y no lo consigo –dije cansada.— hablando de él, ¿dónde está?

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