AZRIEL'S POV:
—Lo sé y te lo agradezco –suspiré.— ¿nos vamos a casa? –ella asintió.— vale –la tomé de la mano para que me siguiera. Aquel acto no era necesario, pero quería tocarla, necesitaba hacerlo. Me alegré cuando no se alejó, al contrario, entrelazó sus dedos con los míos.
Quería aprovechar al máximo cada segundo a su lado, estaba consciente de que en cualquier momento me diría que volvería con Alessandro. Y yo haría que cada momento valiera la pena.
Hubo un momento, mientras estaba con Artemisa, que por un minuto creí que podía llegar a algo con ella, pero ese sentimiento se desmoronó completamente cuando la vi con Alessandro. Yo la seguí, oculto entre la sombras, cuidando de que ningún patán intentara propasarse con ella, aunque sólo era una vaga excusa para observarla por última vez. Yo creía que ella se escaparía con Alessandro, sin embargo se quedó. Ella se quedó a pesar de que era consciente de que podría aniquilarla.
Era tan valiente, no le temía a nada. En sus ojos no había nada más que osadía y decisión cuando estaba apunto de hacer algo peligroso... esos ojos eran mi delirio.
Ella tenía unos ojos hermosos. Me encantaba ver cómo brillaban como se emocionaba y cómo se enchinaban cuando reía. Amaba sus ojos con locura. Pero odiaba que sus miradas estuvieran dirigidas a otra persona.
La noche de la fiesta, observé como ella miraba a Alessandro, me hizo sentir miserable porque sé que ella jamás me mirará de esa manera. Sin embargo, me sentí conforme al ver que él le devolvía la mirada con más intensidad, si Artemisa no estaba conmigo, debía estar con alguien que la amara el doble.
¿Quién diría que yo estaría feliz de ver a la persona que amo con otro? Sin esta pequeña parte de bondad que ahora tengo en mi, lo más probable es que habría asesinado a Alessandro y me hubiera llevado a Artemisa a una isla desierta para que solo me amara a mí.
Reí de mis propios pensamientos, soy capaz de eso y no me molestaría hacerlo, pero no podría vivir con que Artemisa me odiara... "o quizá si" –pensé.
—¿De qué te ríes? –preguntó ella.
—Nada, solo que estoy pensando en lo divertido que sería irme de vacaciones a una isla desierta –sonreí inocente, ocultando mis verdaderas intenciones.
—¿Y eso? –frunció el ceño.
Me encogí de hombros.— no lo sé, quizá ayude para despejar mi mente un poco –ella asintió.
—Vale.
"Azriel Migliore eres un maldito" –habló mi lobo, Zane.
"Y lo seré hasta que me muera".
(...)
—¿Tienes hambre? –pregunté cuando entramos en la casa.
—No –contestó.
—De todas formas lo harás, no has comido nada en once días, te puede dar algo.
—No es necesario...–no le dejé terminar y me dirigí hacia la cocina para poder preparar algo comestible con esperanza de que no se me quemara.