Con el tiempo, las horas en detención se hicieron más llevaderas con las estupideces de la castaña. Hablaban de sus gustos y de vez en cuando la japonesa ayudó a la contraria con más de alguna asignatura.
El cuello de la pelinegra estaba levemente tapado, pero no a causa de las contusiones, que ya en ese momento habían sanado con éxito, sino por qué el regalo de la castaña estaba adornándolo.
Cuando Mina llegó a su casa, lo primero que hizo fue abrir la pequeña caja en su salón. Con delicadeza, desató el lazo que aseguraba la caja, abriéndola y encontrándose con un colgante de plata, con una piedra morada colgando. Analizándola bien, la japonesa se dió cuenta que tenía su nombre perfectamente grabado y en letra cursiva.
Había una nota en el fondo del recipiente, dónde se podía leer el nombre de la castaña y un dibujo de un pingüino.
Hey, si estás leyendo esto es porque tuve la valentía de entregarte este regalo, aún con mi hermano merodeando por los pasillos. Sé que quizás algunas veces soy un poco, bastante, molesta contigo, pero es por él sólo hecho de querer llamar tu atención. Te recuerdo que todavía te quedan dos meses para admitir que si te gusto :*
Pd: El pingüino lo hice yo y esa cosa roja que tiene en la mano no es sangre :o, es ketchup.
Terminó de leer y una sonrisa se escapó de sus labios, para luego guardar el pedazo de papel y dejarlo dentro de la caja nuevamente. Con cuidado, se colocó el colgante y subió a su habitación para vérselo puesto.
Y cuando estuvo frente al espejo, apreciando cómo se veía el regalo de la castaña, se dió cuenta de dos cosas.
La primera, que el collar se veía increíblemente hermoso y decoraba muy bien la zona que anteriormente estaba llena de moretones.
La segunda, que ahora, dentro de su habitación y con la cajita en sus manos, supo que sería imposible sacarse de la cabeza a la mayor.
El pensamiento se instaló en su mente y no lo sacó de ahí nunca más, aún cuando Jaebum preguntó quién le había regalado el colgante y sus ganas de decirle que fue su hermana eran increíblemente grandes.
—Hey, ya es hora del almuerzo —llamó su mejor amiga, quien la sacó de su pequeño trance y la llevó hacia el comedor.
Cruzaron el gran lugar y llegaron a la fila, la japonesa alzando su cabeza para ver que había de almuerzo ese día.
—Es tu día de suerte, Minari —comentó la menor, sacando el dinero de su billetera y pagando su almuerzo, seguida de la japonesa—, hay papas fritas otra vez.
Los ojos de la pelinegra se iluminaron y con entusiasmo avanzó a la fila con su mirada fija en la bandeja de papas fritas, que esta vez estaban acompañadas por filetes de pollo.
—Hey, bebé —la rasposa voz de Jaebum sonó justo detrás de su oído, asustándola y haciéndola saltar—, ¿me puedes meter en la fila?
Las miradas de reproche de sus amigas le indicaron que era mala idea hacer eso, pero justo cuando iba a responder, la imagen de Nayeon llegando a su lado y sonriéndole la alarmó.
—Gracias por guardarme el puesto —habló como si nada, colocándose detrás de la japonesa, quién pasaba su mirada entre la castaña y su hermano.
—No hay de que —le siguió la corriente, viendo como el pelinegro se iba enfadado y regresaba a la fila con sus amigos, quienes lo miraban con una sonrisa burlesca.
Consiguió su almuerzo con una gran porción de ketchup, y fueron a sus mesas, pero la pelinegra sentía la furiosa mirada de Jaebum en su espalda.
Comieron entre risas a causa de Momo y algunas charlas sobre lo que harían el fin de semana. Lamentablemente, las clases de ballet de la japonesa le impedirían poder salir el día que pensaban juntarse.
—¿Me acompañas al baño? —preguntó de repente Chaeyoung, mirando con atención a su mejor amiga.
—Claro.
Caminaron en silencio, y la japonesa sintió a la más baja extrañamente ansiosa. Al entrar al baño, Chaeyoung miró todos los cubículos, encontrándolos vacíos y luego metió rápidamente a la pelinegra en uno, encerradose junto a ella.
—¿Qué pasa? Me estás asustando —las manos de la de pelo corto se aferraron a sus hombros y ésta la miró con atención.
—Sólo quiero que seas honesta conmigo, Minari —los ojos de la contraria se pasearon en el cuello de la mayor— ¿Qué te hizo Jaebum?
El corazón de la pelinegra se aceleró y sintió como sus manos comenzaron a sudar.
—No sé a qué te refieres —contestó a la defensiva.
—Estuve mucho tiempo sin cuestionartelo, esperando que seas tú quien me lo diga, pero ya me canse de esperar —analizó el cuello de la mayor y trató de buscar alguna marca— ¿Qué te hizo ese imbécil? Y no me digas que no fue nada, porqué yo vi como tenías el cuello ese día.
Los ojos de la más alta se cristalizaron y por una vez, sin contar a Nayeon, sintió que alguien estaba dispuesta a escucharla después de lo qué pasó.
Y lloró, porque sabía que al contarle, un peso que hace tiempo estaba sobre sus hombros se iría levemente, haciéndole los días más ligeros y quitando aquella tensión en su espalda que se había instalado ahí desde ese día.
—Oh, Mina —la más baja se acercó a la mayor y rodeó con sus brazos el débil cuerpo de la contraria, que sollozaba sin parar y se aferraba a los hombros de su amiga, escondiendo su rostro en el cuello de Chaeyoung.
—Me ahorcó, Chae —soltó de una vez, en un débil susurro que clavó pequeñas agujas en el pecho de la menor, sintiendo todo el dolor acumulado en esas palabras.
Sólo unos minutos después, el sonido de la puerta sonó, rompiendo el ambiente y haciéndolas separarse. Chaeyoung limpió las lágrimas de la más alta y luego acarició su mejilla con cariño.
—¿Chicas, están ahí? Ya es hora de irnos —la voz de Momo resonó por todo el baño, para luego tocar la puerta de su cubículo—. Si sé que están ahí, veo los piececitos de Chae.
—Hey, no son tan pequeños —alegó la más baja, abriendo la puerta, saliendo con el ceño fruncido y golpeando el hombro de la japonesa.
—¿Mina, estás bien? —la pelinegra iba a contestar, pero su mejor amiga la interrumpió.
—Luego hablamos eso, ahora vamos a clases antes que nos pongan una falta.
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Devil || Minayeon
Fanfiction"¡Vete al infierno!" gritó enfurecida la menor. "De ahí vengo, cariño"