"Capítulo doce"

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El día parecía ser uno totalmente normal para Myoui Mina.

Se levantó en la mañana y se alistó para la escuela, bañándose, cambiándose de ropa y desayunando. En su camino a la cocina se encontró a su padre durmiendo en el sillón con la corbata desordenanda, por lo que supuso que había estado bebiendo.

Tomó su bolso y partió hacia la escuela con sus audífonos puestos, con música a todo volumen.

Entró a su salón y saludó a sus amigas con un beso en la mejilla, al mismo tiempo en el que se ponía al tanto de la conversación y sonreía ante algún comentario gracioso de sus amigas.

Durante las clases mantenía su mirada fija en el pizarrón, anotando los ejercicios y materia que el profesor iba explicando.

En el receso, se encontró con Jaebum y comió su almuerzo con él y sus amigos. Jackson seguía haciendo comentarios incómodos para la japonesa, pero ésta sólo se limitaba a sonreír.

Las últimas clases comenzaron y Mina sintió como si los minutos fueran eternos, probablemente a causa del cansancio y el estrés del último mes antes de las vacaciones de invierno.

—Eso es todo chicos, estudien para los exámenes semestrales y descansen, nos vemos la próxima semana —el timbre sonó y todos los alumnos, incluyendo a la japonesa, se levantaron de sus mesas y caminaron hacia la salida.

—¿Muy aburrida? —comentó Jaebum cuando se la encontró en el pasillo, tomando su mano y dándole un beso en la mejilla.

—Mucho —hizo un mohín de cansancio y caminó a su lado.

—Jae, ven un momento —la voz de Jackson los interrumpió, quien tomó del brazo al mayor y lo arrastró lejos de la pelinegra.

—¿Todavía no lo oficializan? —preguntó Momo sorprendida.

—No estoy segura todavía —no quería, mejor dicho—. Supongo que esperaré a que él me lo pregunte.

La calle principal aprecio frente a sus ojos y cuando Mina estaba apunto de despedirse, el sonido de un motor y unas ruedas chillando asustó a todos los presentes, incluyéndola.

—¿No es esa Nayeon? —comentó Chaeyoung, mirando absorta a chica que iba bajándose del coche de su padre.

Pero Mina no escuchó a la menor, sólo mirando fijamente la figura de la castaña.

Si antes Nayeon era linda, ahora parecía sacada de un concurso de belleza. Llevaba su cabello amarrado en una coleta, dejando al descubierto su cuello, con un labial rojo intenso y sus pestañas perfectamente encrespadas y maquilladas.

Pese a todo el maquillaje y vestimenta impecable, Mina se encontró con sus ojos.

Y no había visto una mirada tan triste como esa antes.

Pasó a su lado y el perfume característico de vainilla había sido reemplazado por un Chanel nº5.

—¿Es mi idea o parece tres años mayor ahora? —nadie respondió esa pregunta, pues estaban demasiado absortas en Nayeon y su caminata hacia la entrada de la escuela.

—Me tengo que ir —habló rápidamente la japonesa, despidiéndose de sus amigas y corriendo detrás de la castaña, quien ya estaba dentro del establecimiento.

Corrió con la mirada fija en Nayeon, entrando a la escuela y escuchando el sonar de los tacos altos de la mayor.

—¡Nayeon! —gritó apenas la vio detenerse en su casillero.

La contraria, tomando la puerta de su casillero y clavando su mirada en el cerrojo, suspiró con cansancio y se dió media vuelta—. ¿Qué quieres Mina?

La pelinegra detuvo sus pasos apenas la escuchó hablar, sorprendiéndose de sí misma al descubrir lo mucho que extrañó su voz.

—¿Estás bien? —preguntó con nerviosismo, clavando su mirada al piso y escuchando como la mayor cerraba de golpe el casillero frente a ella.

—Excelente Mina, ya puedes seguir cogiendote a mi hermano sin culpa —pasó por su lado sin diriguirle la mirada.

—¡Espera, Nayeon! —agarró el antebrazo de la contraria y se acercó hacia ella, analizado los vendajes en su rostro—. ¿Qué te pasó?

La mayor la miró unos segundos y luego desvió la mirada—. ¿No te contó, cierto? —negó con la cabeza—, me lo imaginaba.

—La verdad, quería disculparme contigo —comenzó la japonesa, ante la fría mirada de la mayor, quien tocaba sus brazos con incomodidad—. Herí tus sentimientos y te traté muy mal, la verdad es que nunca quise hacerte sufrir. Si en algún momento te hice sentir mal, por favor perdóname —con cuidado, la menor tomó las manos de la contraria y la miró suplicante.

Con algo de inseguridad, Nayeon la miró otros segundos y contestó con amargura—. Perdonada, ahora suéltame las manos.

Nerviosa, Mina soltó las manos de la castaña y sonrió como disculpa—. Nos vemos mañana, cuídate y espero que no sea muy grave lo que te pasó.

Se despidió con la mano y se quitó un ligero peso de encima.

—¿Donde estabas? —preguntó un molesto Jaebum que la miraba con reproche.

—Fui a dejar algo a mi casillero —respondió con simpleza, entrelazando sus manos y sonriéndole. El mayor la miró sin creerle mucho y caminaron hacia la casa de la menor.

Segundos después, Jaebum giró hacia su espalda y vio como Nayeon los miraba con tristeza, y acto seguido, le guiñaba un ojo a su hermana, sonriéndole con diversión.

Devil || MinayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora