"Capítulo treinta y cuatro"

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Ya habían pasado treinta minutos de película y la castaña no había prestado atención ni a la mitad de esta. La razón estaba justo a su lado izquierdo, con sus manos acariciando su pierna y de vez en cuando girándose hacia ella para susurrarle algo sobre la película.

Los ojos de Nayeon no se habían apartado de la japonesa, sintiendo su corazón agitarse cada vez que la contraria se acercaba demasiado o su manos trepaba peligrosamente por su pierna.

En un intento de controlarse, la castaña desvió su mirada de la televisión, primero posándola sobre las tres chicas que estaban a su derecha, todas acurrucadas a un lado de la otra. Dahyun tenía sus dos manos en su boca, probablemente mordiendo sus uñas. Las otras dos estaban a cada lado de la pálida chica, con sus miradas fijas en la televisión y sus mejillas apoyadas en cada hombro de la pelimorada.

Miró hacia el otro lado, sorpresivamente topándose con la mirada del mayor, quien la miraba con una sonrisa plasmada en su rostro, amplia y resplandeciente, casi como sus ojos en ese momento, los cuales sólo transmitían diversión. El castaño alzó una de sus cejas y le dió una rápida mirada a la pelinegra apoyada en su pecho.

—¿Quieres más jugo? —susurró en su oído la japonesa, sobresaltandola. Nayeon la miró aturdida y asintió levemente—. Voy a buscar.

Se levantó rápidamente, sonriéndole con delicadeza y desapareciendo por el umbral de la cocina. Una pizca de miedo apareció en su mente cuando se dió cuenta que estaba sola con esas cuatro personas, pero luego se convenció a sí misma de que no era para tanto.

Al menos hasta que un silencio incómodo la hizo girar el rostro y toparse con el semblante serio de las tres amigas de Mina, todas cruzadas de brazos y mirándola con detenimiento.

—¿Vas a hacerle daño a Minari? —preguntó de golpe Chaeyoung, comiéndose una papa frita sin quitar su vista de la mayor.

No respondió inmediatamente, más que nada porque la pregunta la tomó por sorpresa, pero luego de aclarar su garganta e incorporase en el sofá trató de contestar lo más tranquilamente posible.

—¿Qué? Claro que no —trago en seco, sintiéndose sorpresivamente intimidada por una persona que le sacaba una cabeza menos—. Mina realmente me gusta.

Las amigas se miraron entre sí, y esta vez la mayor de ellas fue la que habló.

—Si le rompes el corazón nosotras te romperemos el trasero —su mirada sombría le dió a entender a la castaña que no estaba para nada jugando.

En un segundo, las tres chicas se enderezaron en el sofá y fingieron estar estirándose. Inmediatamente después, la figura de Mina apareció a su lado, dejando otra bandeja con jugos y pizza.

—¿Hablaban algo? —cuestionó la pelinegra al notar el extraño ambiente que se había creado con su llegada.

—Nayeon decía que era mejor la primera —mintió Dahyun, refiriéndose a la película.

—¿A sí? —sentó a su lado nuevamente y rodeó la cintura de la castaña con sus brazos—, entonces la próxima vez eliges tú.

No lo había dicho de mala forma, pero con las disimuladas miradas de análisis que le habían dado las amigas de la japonesa, Nayeon no pudo evitar desviar la mirada con miedo.

No puedo creer que un pitufo me esté hostigando de esa forma. Pensó para sí misma la castaña, pasando su brazo por los hombros de la japonesa y apoyando su mentón sobre la cabeza de la contraria.

Una hora pasó, entre sustos y risas por los constantes comentarios que hacía Dahyun para evitar asustarse mucho. Cuando los créditos comenzaron a pasar, la menor de todos fue la primera en levantarse.

—Bebamos —propuso sin más, destapando la botella de soju ante las atentas miradas de las demás.

—Yo me iré a dormir —avisó el castaño, levantándose del sillón y estirando su espalda—. Mañana tengo que levantarme temprano.

Caminó hacia las escaleras despidiéndose de las demás, agradeciendo la comida y llevándose unos trozos de pizza antes de desaparecer por el segundo piso.

Sin esperar más tiempo, la más baja de todas comenzó a servir en vasos medianos el contenido de la botella.

—Juguemos verdad o reto —propuso Momo, sentándose sobre el sofá y bebiendo un poco de su vaso.

—Yo creo que debería irme —comentó nerviosa la castaña, tomando sus cosas y comenzando a levantarse.

—Ni hablar —alzó la voz Chaeyoung, paralizando a la mayor, quien giró su rostro hacia la más baja y la encontró mirándola con los brazos cruzados—. ¿O te da miedo?

La castaña apretó la mandíbula y miró de reojo a la pelinegra, quien la miraba con una sonrisa divertida.

—Gira esa maldita botella —contestó con dureza, sentándose en el sofá junto a Mina y mirando fijamente como la ahora vacía botella de soju giraba sobre la mesa de centro.

Luego de unas cuantas vueltas la boca de la botella apuntó a Dahyun, quien se encogió en su lugar y miró de reojo a Momo.

—¿Verdad o reto? —preguntó Chaeyoung, notando como los hombros de la pelimorada se tensaban ante la pregunta.

—Verdad —murmuró con los ojos clavados en la botella frente a ella.

La de pelo corto miró de reojo a Mina, esperando a que la ayude.

—¿Te gusta alguien de esta habitación? —cuestión Nayeon de repente, ganándose las miradas de reproche de las dos chicas que estaban a su lado.

Un ligero rubor en sus mejillas había confirmado la respuesta, pero aún así la contestó.

—Si —susurró jugando con sus manos. Un silencio incómodo se hizo presente en la sala de estar, Momo y Chaeyoung mirándose fijamente mientras la pelimorada se dedicaba a beber un trago de su vaso.

—Como sea, sigamos —habló Nayeon, pasándole la botella a Mina, quien algo insegura, la puso sobre la mesa, girándola con fuerza.

La tensión se alargó hasta que la botella dejó de rodar, apuntando con la boca a Mina, quien miró con sorpresa a sus amigas.

—¿Verdad o reto? —preguntó Nayeon, cruzándose de brazos y esperando con una sonrisa la respuesta de la contraria.

Trago en seco, esperando que sus amigas no sean tan duras con ella y luego respondió con seguridad, clavando su mirada en las dos orbes de la castaña, quien parecía estar retándola con la vista.

—Reto.

Devil || MinayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora