Ese día estaba siendo extrañamente caluroso, pero gracias al techado del patio, al menos tenían sombra para resguardarse del sol.
Muchas sillas formadas en fila estaban perfectamente colocadas en el medio del patio, justo a un lado de la gran galería donde los padres esperaban a que sus hijos se formen frente a ellos y reciban su diploma. A lo lejos pudo reconocer a sus padres sentados en lo alto de la galería y les sonrió levemente. Su madre agitó su mano con rapidez y su padre le dio una sonrisa ladeada y un asentimiento con la cabeza. Eso era todo lo que necesitaba.
Caminó junto al grupo reunido de alumnos y divisó entre la multitud a sus dos amigas, así que se acercó con una sonrisa y con un ligero golpe en sus hombros las saludó.
—¿A que no pensabas graduarte este año? —se burló con una sonrisa, sintiendo a la más alta golpear su espalda con fuerza.
—¿Me acabas de decir eso cuando tuviste que repetir un curso? —comentó Jeongyeon mientras acomodaba su birrete. No contestó porque la rubia tenía razón.
El día de la graduación estaba siendo extrañamente tranquilo y eso era algo que la desconcertó un poco. Generalmente los profesores se volvían locos con que todos hayan llegado y que la pauta de presentación esté correcta. La profesora de artes pasó por su lado y por primera vez, esa aura oscura y temible ya no la rodeaba, y en cambio una sonrisa brillante a la par de su collar de perlas asomaba entre sus labios. Las saludó con la mano, felicitándolas y siguiendo su camino probablemente hacia el grupo del taller de arte, quienes tiene un acto en medio de la presentación y debían ser uno de los primeros en prepararse.
—¿Nayeon? —preguntó Jihyo desde su espalda, mirándola con preocupación y acariciando su hombro—. ¿Estás bien?
Asintió levemente con la cabeza y dirigió su vista hacia la entrada, hasta que unos toquecitos en su hombro la volvieron a distraer. Se giró con extrañeza y al notar los felinos ojos de Jennie, sonrió inconscientemente.
—Pensé que estarías con Lalisa —comentó mientras miraba a sus espaldas, logrando reconocer el rostro de la tailandesa quién parecía mirarlas fijamente.
Supongo que sigue enfadada conmigo por haber usado a su novia como parche. Pensó.
—Vine a felicitarte —habló, removiéndose entre la túnica y jalando el cuello hacia un lado, gracias al calor que golpeaba a esas horas—. No pensé verte graduada.
Rodó los ojos y sonrió con diversión—. Gracias, no es como que me lo hayan dicho quinientas veces antes —golpeó su hombro mientras soltaba una risa. Segundos después, se detuvo un momento y la miró fijamente—. Lo siento. Por todo —confesó desviando la mirada.
La menor tomó sus manos y con una sonrisa leve, asintió con la cabeza—. Nayeon, hace ya mucho tiempo que te perdoné.
Justo en ese momento, un carraspeo a sus espaldas la hizo soltar sus manos y girarse con rapidez.
—Esperó no haber interrumpido nada —comentó Mina con una sonrisa, acercándose a la castaña y depositando un corto beso sobre sus labios, mirando de reojo a Jennie y entrelazando sus manos.
—No te preocupes —murmuró la castaña mientras se alejaba unos pasos, inclinándose en forma de despido y luego caminando hacia la figura de su novia quien la miraba con el ceño levemente fruncido.
Cuando desapareció de su vista, se dio media vuelta y miró fijamente el rostro de su ahora novia frente a ella. Mechones de su flequillo se escapaban entre el birrete y sus labios tenían ese particular bálsamo labial que siempre usaba. Presionó sus dedos contra su mano y se inclinó hacia su rostro con el semblante serio.
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Devil || Minayeon
Fiksi Penggemar"¡Vete al infierno!" gritó enfurecida la menor. "De ahí vengo, cariño"