"Capítulo veintisiete"

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Apenas puso un pie dentro del salón sintió que estaba demasiado callado para su gusto.

Artes no era una clase para tomarse a la ligera, aunque muchos alumnos hayan entrado con esa creencia. El salón estaba tan pulcramente limpió y ordenado que llegaba a dar miedo como una persona podía preocuparse tanto por un lugar lleno de pintura y papeles.

—Buenos días —saludó la maestra al mismo tiempo en que se ponía su bata blanca y unos guantes transparentes de goma. Nayeon no había llegado todavía y eso era algo que tranquilizó enormemente a la pelinegra—. Con su compañero de proyecto quiero que comiencen a ponerse de acuerdo con lo que harán para final de curso.

Y aunque la japonesa esté disfrutando de la ausencia de la mayor, también esperaba con todas sus ansias que llegara luego y así pueda terminar ese asunto con rapidez.

La puerta principal se abrió de par en par y desde ahí apareció la ya bastante atrasada castaña, quien luego de inclinarse como disculpa frente a la profesora, corrió hacia su asiento a un lado de Mina.

—¿Ha dicho algo importante? —susurró mientras notaba como los demás presentes continuaban en lo suyo sin haberse distraído mucho por su llegada.

—No —contestó tajante y luego le entregó un papel con alguna cosas escritas—, esas son las ideas que se me ocurrieron, así que elige una y la hacemos.

La mayor no pareció molesta ante su imposibilidad de opinar, por lo que repasó con la vista algunas ideas que le parecieron interesantes y puso un dedo sobre una.

—Esa —le mostró la numero 3, pero Mina sólo la revisó de reojo. Continuó trazando algunas líneas sobre el lienzo y luego se lo mostró a la mayor con seriedad.

—Tu harás el lado opuesto —explicó la pelinegra, clavando sus ojos sobre la tela frente a ella, aún sabiendo que Nayeon la miraba con confusión.

—¿Está enojada? —preguntó con un mohín en los labios que la japonesa notó levemente.

La contraria chasqueó la lengua y giró su rostro hacia Nayeon, mirándola fijamente—. No, Im Nayeon.

Molesta, continuó con su trabajo y luego sintió como la castaña se removía en su lugar.

—¿Estás menstruando? —susurró en su oído para luego recibir un manotazo en la cabeza.

—No, ahora déjame en paz y trabaja, no pienso sacar mala calificación por tu culpa.

Y pasaron otros minutos en silencio, de vez en cuando sintiendo la rodilla de la mayor chocar contra su pierna y "disimuladamente" dejándola ahí.

—Mina —llamó la atención de la pelinegra, quien todavía centrada en lo suyo, no quiso darle importancia—. Mina, creo que me corté el dedo.

Alarmada, la japonesa miró en dirección hacia la mayor y notó como el lienzo donde estaba trabajando tenía una mancha roja, mismo color que tenía ahora el dedo anular de la castaña.

—Maestra —levantó la mano y la mayor de todas se acercó a paso tranquilo—, voy a llevar a Nayeon a la enfermería.

No sabia muy bien el porqué se ofreció a ir, cuando claramente la castaña podía ir sola si quisiera.

—Rápido, si no llegan antes de la campana revisaré eso como su avance—habló, para luego darse la vuelta y continuar resolviendo dudas.

Se levantaron de los taburetes y fueron con prisa hacia la enfermería, mientras Mina pensaba en que había hecho la mayor para cortarse de esa forma, porque la sangre parecía brotar de todos lados.

Tocaron la puerta, donde se encontraron a la mujer mayor sentada en el sofá del lugar y leyendo una revista de adolescentes.

—Oh, lo siento —se disculpo con una sonrisa cómplice y avanzó hacia las chicas frente a ella—, ¿qué le pasó?

Avergonzada, Nayeon miró hacia el piso y evitó la mirada de la mujer—. Me corté con un cúter.

No quiso dar más información porque sonaría más tonto de lo que sonaba.

La mujer mayor examinó su dedo y luego la llevó a una silla cerca de el botiquín, notando que realmente se cortó un poco profundo.

—Tendré que ponerte unas suturas adhesivas para cerrarte eso —comentó luego de haberle desinfectado y limpiado el dedo.

Colocó los puntos, que afortunadamente no fueron muchos y luego le sonrió para aliviarla, explicándole el procedimiento por si se le infectaba y que tendría que ir nuevamente a enfermería en unos días para revisar el estado del dedo.

—Muchas gracias —agradeció la castaña, todavía algo avergonzada.

—No se preocupen —abrió la puerta y dejó que las contrarias salieran, para luego cerrarla no sin antes despedirse con una sonrisa.

Caminaron en silencio devuelta a clases y entonces la castaña se aburrió de la incertidumbre, agarrando el brazo de la japonesa con su mano sana y poniéndola frente a ella.

—¿Qué pasa, Minari? —preguntó casi con desesperación, notando como la japonesa esquivaba su mirada.

—No lo sé, tú dime —Nayeon frunció el ceño y trató de pensar en alguna posible razón, para luego recordar haberse estado besando con Jennie a la salida de la escuela, pero ella realmente no creía que la japonesa las haya visto.

—¿Podrías ser más clara? —cuestionó con molestia.

—Tú y Jennie, sólo eso necesitas saber, ya que supongo que conoces el resto —la castaña abrió los ojos con pánico y luego trató de tomar las brazos de la contraria, mientras ésta se trataba de escapar con los ojos llorosos.

—Minari, yo-

—Nada Nayeon —la interrumpió antes de escuchar alguna excusa mediocre—. Sólo quiero que dejes de confundirme más de lo que ya estoy.

Pero cuando se dió la vuelta, Nayeon la agarró de los hombros con quizás demasiada fuerza, evitando que se vaya y luego la apegó a los casilleros.

—¿Ahora eres tú la confundida? —reprochó con enojo, clavando sus dedos en la clavícula de la menor—, yo fui la estúpida que estuvo casi dos cursos suplicándote una cita, Mina. No vengas a hacerte la víctima ahora.

Un nudo se instaló al medio de su garganta y la pelinegra se removió incómoda, sintiendo como la situación le resultaba demasiado similar.

—Nayeon, me estás lastimando —y sólo entonces, sintió como la presión en su espalda y hombros desaparecía, para luego mirar como la castaña parecía completamente shockeada.

—Mina —pero sus disculpas no llegaron a los oídos de la japonesa, pues con una bofetada en su mejilla y luego una mirada de odio, la interrumpió.

—Sólo, no vuelvas a hablarme —sentenció para luego regresar al aula al mismo tiempo que la campana sonaba y una multitud de alumnos comenzaban a rodear a Nayeon.

Devil || MinayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora