"Capítulo veinticinco"

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Mina nunca había sido así de persistente con alguien, de hecho, nunca había sido persistente en su vida. Pero en ese momento, realmente necesitaba hacerle saber a Nayeon que iba enserio.

La castaña hablaba animadamente con sus amigas, de vez en cuando soltando alguna risa que sólo aumentaba más aun las sonrisas de las contrarias.

Y Mina estaba ahí, a sólo unos metros de distancia mirando fijamente a la mayor, tratando de convencer a sus piernas para que reaccionen y caminen hacia delante.

Vamos idiotas, caminen y llévenme hacia el amor de mi vida. Maldijo para sí misma, odiándose por lo mucho que le estaba costando mover sus piernas.

Por culpa de esto, la figura de Jennie apareció antes de que la japonesa haya podido hacer algún movimiento, colgándose del cuello de la castaña y sonriéndole como sólo ella sabía hacerlo.

La sangre le hirvió, pero decidió calmarse y respirar profundo, escuchando como sus amigas se reían de ella detrás suyo.

—¿Que te pasó? —la pregunta era retórica, claro que sabían qué pasó, pues sólo faltaba que sus piernas tiemblen para demostrar lo nerviosa que estaba.

La pelinegra se dió media vuelta y caminó devuelta donde sus amigas, dándoles un golpe a cada una en sus brazos y suspirando con resignación.

Mientras tanto, Nayeon miraba desde la lejanía como Mina y su grupo de amigas a en alejaban lentamente, sintiendo el agarre de Jennie cada vez más fuerte.

—¿Y, que dices? —preguntó la menor con una sonrisa.

—¿Perdón? No te escuché.

—Que si estás libre éste viernes —habló más fuerte, sólo logrando que la mayor frunza el ceño y la empuje delicadamente.

—No Jennie, estaré ocupada —mentira, pero no pensaba salir con la castaña nuevamente, no después de aquella vez, que aunque fue divertido, se sintió demasiado incómoda como para querer repetirlo.

Aquel fin de semana, la castaña había decidido ir con su cita a un restaurante que estaba cerca de la escuela. Era con un estilo japonés de los 90's y su fachada estaba llena de pequeñas sombrillas que adornaba más aún el hermoso lugar.

Si, la menor había elegido un lugar bastante cómodo y bonito, pero el hecho de que la contraria le quiera comer la boca cada cinco segundos anulaba todos sus puntos a favor.

—¿Qué van a pedir? —preguntó el mesero una vez nos sentamos, sacando de su bolsillo una libreta y mirándonos con atención.

—Yo quiero el menú del día —habló con rapidez la contraria, mirando la carta entre sus manos, alzando la mirada para luego fijarla en su acompañante que aún parecía indecisa con su elección.

—Yo creo que pediré lo mismo, por favor —el mesero asintió con la cabeza y se retiró del lugar.

Mientras esperaban la comida, Nayeon se dedicó a admirar el lugar y así evitar el contacto visual con la castaña, que aunque no era incómodo, no podía mirarla y no anhelar que ella sea otra persona.

—¿Por qué aceptaste salir conmigo? —preguntó de la nada la menor. Los ojos de Nayeon se detuvieron en la mesa frente a ella y pudo notar como Jennie se inclinaba levemente hacia delante.

—Jennie —habló tranquilamente, pero cuando conectó su mirada con la de ella, notó como parecía incluso un poco demandan.

—No quiero que me ilusiones, Nayeonnie.

Tragó en seco y continuó mirando a su alrededor con desinterés, tratando de olvidar las palabras de la contraria.

El resto del día pasó tan tediosamente que a Nayeon le dió mucha pena sentirse asi, cuando la contraria sonreía cada vez que la miraba.

Jennie pareció entender el mensaje y caminó en dirección contraria a la que iba ella, con los hombros caídos y la mirada clavada en el piso.

—Creí que le ibas a dar una oportunidad —comentó Jihyo mientras se sentaban en sus puestos designados.

—Me di cuenta que, en realidad, no puedo sacar un clavo con otro clavo —una leve sonrisa de orgullo apareció en los labios de la menor de todas, quien apoyó su mano sobre el hombro de la mayor y lo presionó levemente—, sobre todo si ese clavo no me gusta.

—Nunca creí decir esto, pero vaya que estás vieja —la castaña le dió un manotazo en su nuca y decidió esperar pacientemente la llegada de la profesora.

El timbre para salir sonó y Mina estaba ya preparada para acercarse finalmente hacia la castaña y pedirle una cita en condiciones, esperando realmente que ahora si sus piernas decidan hacerle caso.

Pero no encontró ni rastros de la castaña, aún luego de haber recorrido todos los alrededores y haber caminado por toda la escuela. Parecía como si la mayor la estuviera evitando.

Hasta que llegó donde menos esperaba encontrarla y como menos esperó verla.

Besándose descaradamente con Jennie Kim, en medio de la acera del frente de su casa.

Los ojos de la japonesa se aguaron y en menos de un segundo, ya estaba tirada en su habitación con una almohada en su rostro mientras sentía sus ojos arder.

Pero Nayeon solo podía pensar en Mina y las palabras que Jennie la había dicho.

"No eres su primera opción, Nayeonnie, menos su segunda. ¿Por qué crees que te busca ahora que tu hermano se fue?"

Devil || MinayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora