Esa noche fue la peor de todas en la vida de Mina.
Soñó que estaba sola, en medio del patio trasero y encerrada en éste sin poder salir. En un momento corrió hacia la salida y golpeó con sus manos la puerta, en un intento desesperado de poder abrirla.
En eso, los lentos pasos de Im Jaebum se iban acercando, mientras la japonesa luchaba con todas sus fuerzas con abrir la puerta. No podía gritar y a través de la ventanilla de la puerta podía de la espalda de Nayeon, quién no parecía escuchar los desesperados golpes de la menor.
Una mano la agarró del cabello y la azotó contra el frío piso, sintiendo el golpe chocar contra su nariz y la sangre salir abruptamente por ésta.
Intentó gritar el nombre de Nayeon, pero de sus labios sólo salían jadeos de dolor, y con cada golpe, sentía sus párpados más pesados, hasta el punto en que casi no podía ver con claridad las cosas que pasaban en su alrededor.
Y con la sensación de Jaebum presionando con sus manos su garganta, se levantó de golpe.
Se puso de pie y limpió las lágrimas que se habían escapado durante su pesadilla, para luego caminar al baño y lavar su cara.
Todavía no estaba ni vestida cuando unos ligeros golpes en su puerta la pusieron alerta.
—Hija, ábreme —con rapidez, subió el cierre de su suéter y puso su cabello hacia delante.
—Si, pase —la puerta se abrió lentamente y la cabeza de su padre apareció frente a ella.
—Sólo quería saber si estabas bien, tu madre me ha dicho que no pasaste buena noche —la menor tensó los labios y miró con duda a su padre, quien la miraba con preocupación.
—No es nada, sólo una pesadilla —se excusó rápidamente, sentándose en la cama y revisando su teléfono despreocupadamente.
—Si necesitas algo, me avisas —su padre se acercó y depositó un beso sobre su cabello, pero la menor no pudo evitar tensarse al sentir las manos del mayor sobre sus hombros.
—Claro.
Los pasos se alejaron y la figura de su padre desapareció de su habitación, quedando sola nuevamente.
Un sollozo brotó de sus labios, pero rápidamente lo calló con su mano izquierda, recordándose a sí misma ser más silenciosa.
Por otro lado, Nayeon ni siquiera pudo conciliar el sueño de solo saber que el autor de las lesiones de Mina estaba durmiendo a metros de ella, y que no podía hacer nada al respecto.
—¿Insomnio? Te vez horrible —habló Jeongyeon apenas la vio, dándole un golpecito en la espalda jugando.
—De hecho, si —contestó amargamente la mayor, lanzándose a su asiento y colocándose la capucha de su sudadera.
Ni siquiera las tediosas clases de Química pudieron hacerla dormir, por lo que cuando el timbre para salir al almuerzo sonó, no dudó un segundo en ir al salón de pool para ver si podía conciliar el sueño en ese lugar, mientras sus amigas iban a comer.
Durante el día estuvo revisando su entorno para lograr dar con su hermano mayor o al menos con Mina, pero no encontró a ninguno de los dos.
Por eso, grande fue su sorpresa al entrar al salón y encontrarse con la imágen de la pelinegra durmiendo en una esquina tapada con su chaqueta y una almohada improvisada con su mochila.
Trató de no hacer ruido y poder acercarse sin despertarla, caminando con cuidado y esquivando los tacos que habían en el piso. Una vez llegó a su lado, se sentó lentamente y recorrió con su mirada el rostro de la menor.
Se notaba que tenía los ojos hinchados y algunas lágrimas secas alrededor de estos, además de tener el ceño fruncido mientras dormía.
—No, por favor —murmuró entre sueños y comenzó a moverse con desesperación, cada vez más bruscamente.
Inconscientemente, la castaña acarició el cabello de la contraria y trató de calmarla.
—Nayeon —llamó entre sueños y la mayor se paralizó, dejando la mano quieta y mirando con atención a la pelinegra. Su corazón se aceleró del sólo hecho de escuchar su nombre salir de los labios de la japonesa.
Mientras la mayor todavía estaba en trance, la menor abrió los ojos lentamente, algo sobresaltada por la pesadilla y tallando sus ojos para acostumbrarse al cambio de luz.
—Hey —saludó Nayeon todavía a su lado, pero esta vez sin su mano sobre su cabello.
—¿Hace cuanto estás ahí? —preguntó algo somnolienta la pelinegra, incorporándose y arreglando levemente su cabello, pues extrañamente éste no estaba tan desarreglado como de costumbre.
—Acabo de llegar —mintió la castaña—. No esperaba encontrarte aquí, ¿estás bien?
Y los recuerdos del día anterior volvieron a su mente, pero esta vez no se sintió tan sola como la noche anterior, porque mientras sus ojos se cristalizaban por quinta vez en el día los brazos de Nayeon la tenían envuelta en un abrazo que casi la hizo olvidar algo importante.
No podía enamorarse de Nayeon.
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Devil || Minayeon
Fanfic"¡Vete al infierno!" gritó enfurecida la menor. "De ahí vengo, cariño"