—Reto.
Los labios de la castaña se separaron con sorpresa, dándole una rápida mirada a las amigas de la japonesa, quienes solo se dedicaban a sonreír con diversión.
—Está bien —la mayor de todas le dio un vistazo rápido a sus amigas y luego continuó hablando, esta vez con una sonrisa traviesa en los labios—. Enciérrate con Nayeon cinco minutos en tu habitación —cabe destacar que Yuta estaba durmiendo en la habitación de invitados, gracias a la oportuna ausencia de sus padres.
Un silencio incómodo se instauró unos segundos antes de que la castaña se haya levantado del sofá, mirando con determinación a la pelinegra.
—Vamos —las manos de Mina había comenzado a sudar, pero cuando sus ojos chocaron con los de Nayeon, no tuvo que preocuparse demasiado, porque la castaña la miraba con tanta dulzura que el nerviosismo desapareció de repente.
Tomó la mano de Nayeon ante las divertidas miradas de sus amigas, quienes le dieron un sorbo a sus vasos mientras ella y la castaña desaparecían por las escaleras.
Nayeon iba detrás suyo, siguiéndola desde cerca con sus manos todavía entrelazadas, de vez en cuando acariciando con su pulgar el dorso de su mano.
Cuando cerró la puerta detrás de ella, se giró con lentitud, encarando a la castaña quien la miraba desde el borde de la cama con una sonrisa. Se acercó a paso lento y sintió las manos de la contraria sobre las suyas propias.
—Nayeon, y~yo realmente-
—No pasa nada —la interrumpió rápidamente la mayor, fortaleciendo levemente su agarre en las manos de la pelinegra—. No vamos a hacer nada que tú no quieras.
Una sonrisa espontánea brotó de los labios de la japonesa cuando escuchó a la castaña. Se sentó a su lado, sintiendo ahora una de las manos de la mayor sobre su muslo, apretándolo levemente. Nayeon se giró hacia ella y la miró unos segundos, para luego acercarse a su rostro y susurrarle con una sonrisa.
—Si quieres, podemos sólo besarnos —el rubor en sus mejillas la traicionó, pero no pareció importarle en absoluto porque la leve sonrisa de Mina valió cada segundo.
La japonesa se acercó lo suficiente como para que sus rodillas choquaran contra el borde de la cama, agachando su cabeza hacia la castaña y asistiéndole con la cabeza, dejando vía libre a Nayeon para poder chocar sus labios contra los suyos.
Lo primero que hizo fue colocar sus manos en la mejilla de la contraria, acercándose lo suficiente como para que su aliento choque contra los labios de la japonesa. Los dientes de la pelinegra se asomaron levemente en una sonrisa tímida, quien se limito a mirar sus labios con detenimiento, subiendo su mirada a los ojos de la castaña durante cortos periodos de tiempo. Finalmente, fue Nayeon quien decidió acortar la distancia entre ellas, presionando sus labios contra los de la
más alta, escuchándola suspirar de alivio entre el beso. Su otra mano libre fue a parar en la cintura de Mina, al mismo tiempo en que separaba sus labios para profundizar el beso, trazando con la punta de su lengua el labio inferior de la contraria.Las manos de la japonesa, sin embargo, no esperaron mucho para apoyarse sobre los hombros de la mayor, haciendo un poco de presión para que la espalda de la castaña chocara contra el colchón. Un jadeo de satisfacción brotó de los labios de la mas baja al sentir como las yemas de los dedos de Mina tocar levemente el comienzo de su estómago por debajo de su camiseta, para luego levantarla hasta su ombligo y rasguñar la zona descubierta.
Nayeon dejó de lado los labios de la japonesa y comenzó a prestarle mayor atención al cuello de ésta, dejando un camino de besos húmedos hasta llegar a su punto de pulso, succionando con fuerza y sonriendo con malicia cuando sintió los dedos de la pelinegra enredarse en su cabello, jalándolo con fuerza y entreabriendo sus labios en un gemido que casi le quitó el auto control a la castaña. Casi porque cuando las manos de Nayeon dejaron la cintura de la contraria y comenzaron a pasearse por sus muslos, el sonido de la puerta las sacó por completo del momento.
—Ya pasaron los cinco minutos —la voz de Chaeyoung resonó a través de la puerta, mientras las dos se incorporaban sobre la cama y arreglaban un poco sus ropas. Luego de varios minutos, donde se dedicaron a arreglarse por completo mientras Mina buscaba una forma de poder ocultar la marca rojiza que tenía en el cuello, se levantaron rápidamente y abrieron la puerta con la mirada gacha, escuchando las risas de las amigas de Mina desde la sala de estar.
—¿Deberíamos...? —Nayeon apuntó a las escaleras y la japonesa asintió con la cabeza.
—Si las dejamos mas tiempo allá abajo con esa cantidad de alcohol no sé que es lo que son capaces de hacer —tomó la mano de la castaña y entrelazo sus dedos, sonriendole y caminando hacia las escaleras.
Grande fue su sorpresa cuando al bajar, la imagen de Momo arriba de la mesa de centro bailando lo que parecía la versión relentizada de Daddy Isues mientras Chaeyoung y Dahyun cantaban con botellas de soju en las manos. Mina metió su mano en su bolsillo izquierdo y saco de éste su teléfono, haciendo un breve pero gracioso vídeo donde alcanzo a grabar la caída de Momo desde arriba de la mesa de centro, cayendo justo a los pies de sus otras dos amigas y sacandole una exagerada risa a Nayeon.
Continuaron jugando unos minutos después pero el sueño ya les había ganado, sobre todo a las amigas de Mina, que cayeron rendidas sobre el sofá con sus cabezas apoyándose en el hombro de la otra con sus bocas ligeramente entreabiertas, roncando levemente. Por otro lado, Nayeon y Mina decidieron dormir en el piso, poniendo un poco de mantas debajo suyo para que no se sienta tan incomodo.
—Buenas noches —susurró la japonesa luego de arropar a sus amigas con las cobijas que quedaban y acostándose a un lado de la castaña, apoyando su cabeza en su pecho y abrazándola por la cintura. Nayeon suspiró con cansancio y murmuró algo incomprensible, probablemente un buenas noches también, acomodándose entre los brazos de la pelinegra y cerrando sus ojos para finalmente quedarse dormida con el aroma a vainilla de la contraria inundando sus fosas nasales.
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Devil || Minayeon
Fanfiction"¡Vete al infierno!" gritó enfurecida la menor. "De ahí vengo, cariño"