Capítulo XXI

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— ¡Tenemos que regresar! —Fue lo primero que pensó Ruffnut.

Su hermano estuvo de acuerdo y dejando Harald, por un lado, ambos salieron al balcón que se encontraba saliendo de la habitación. Empezaron a gruñir y hacer extraños sonidos con la intención de llamar a su dragón.

— ¡Esperen! ¿Qué están haciendo? —preguntó molesto Fishlegs, guardando a la vez distancia de ellos. — ¡Necesitamos una explicación!

Sin embargo, los gemelos no respondieron, sólo siguieron haciendo el llamado, utilizando toda la fuerza de sus gargantas para atraer a Barf y Belch.

— ¡Nadie se va de aquí hasta que nos explique! —Exigió Snotlout yendo principalmente con el rey pues con los gemelos prefería no hablar. — ¡Hable! —lo tomó del cuello de su vestimenta para zarandearlo.

—No tengo porque darte explicaciones. ¡quítate de encima! —empujó este alejándolo lejos.

De repente, a lo lejos y haciéndose cada vez más fuerte, el gruñido de un dragón en el exterior llamó la atención de todos los varones.

— ¡Alto, deténganse! —Ordenó Fishlegs tratando de detener principalmente a Ruffnut.

— ¡Tenemos que volver! Por favor, ayúdenos a volver...

—No. —fue la palabra definitiva del regordete quien se cruzó de brazos y miró a ambos hermanos como si fueran la peor escoria del mundo.

—Nadie se va de aquí hasta que lo digamos. —Dijo Snotlout viendo con rencor a los gemelos y al rey. — ¡¿Entendieron?!... a menos que quieran perderse.

Tuffnut miró dudoso a su hermana, quien parecía aun no creer la descortesía de aquellos hombres que decían quererla; aun así, esta se atrevió a montar la cabeza Barf y él la siguió, después de todo, la familia siempre estaba primero.

— ¿¡Se irán esclavos!? —reprochó Fishlegs con desprecio.

—No se atrevan. —Amenazó Snotlout con el mismo tono despreciativo de voz. —A menos que quieran perderse, lo que estaría muy bien para mí.

Para Ruffnut que la trataran así fue un golpe bajo, sin embargo; no se dejó envolver por esa tontería de los sentimientos, ella no era como Astrid ni como su hermano.

—Correré el riesgo, con o sin su ayuda volveré. —Fue su última palabra y ordenó al dragón emprender el vuelo.

—¡Nooooo! —Ambos vikingos corrieron para tratar de alcanzarlos, pero fue demasiado tarde.

No perdieron el tiempo, imitaron el llamado de dragón y fue sólo cuestión de minutos para que Meatlug y Hookfang llegaran por ellos.

—No hay que dejar que se escapen. —Dijo Snotlout montando a su dragón.

—Así es. No podemos dejar que hagan de la suyas. —Opinó Fishlegs.

— ¡Un momento! Déjenme acompañarlos... yo también debo ir a Berk. —Solicitó Harald.

— ¿Y por qué deberíamos ayudarlo? —cuestionó Jorgenson.

—Les diré la verdad... pero debemos alcanzar a esos dos ¡Rápido!

Ambos vikingos se vieron entre sí, no confiaban en el tipo, pero si les decía lo que querían saber lo dejarían acompañarlo.

—Suba. —Ordenó Snotlout señalando el espacio detrás de él y de Hookfang.

El sirviente de Harald recién despertaba de la golpiza, para de nuevo caer inconsciente al ver como su rey se montaba en un dragón más grande que Leopold, mientras le ordenaba decir que estaría ausente por algunos días.

LUZ DE LIBERTAD (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora