Capítulo VI

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Tragó saliva, incapaz de hablar mientras veía la expresión extremadamente asustada de la chica que se convertiría en su esposa.

¡¿Cómo se atrevería a tratarla como se propuso y jugarle bromas?! Si al igual que él no lucía como la novia más feliz de la que habían hablado en aquellas cartas. La duda entró en Hiccup y lo odió, por no saber cómo enfrentar aquel nuevo reto.

—Vamos Hiccup, saluda a tu prometida Camicazi. —Ordenó Eero con un tono insinuante en su voz.

Un ligero bufido salió de su boca, sin embargo, obedeció y dio otra hipócrita reverencia frente a la chica.

—Princesa. —Saludó con la cabeza agachada.

Astrid se echó un poco hacia atrás cuando aquel chico hizo aquel amargo movimiento, respiró dentro del niqab tratando de controlar las emociones que hacían estragos con ella, mientras trataba de analizar que la situación acababa de cambiar. El tipo con el que se tenía que casar no era aquel hombre viejo sino uno mucho más joven, casi de su misma edad, y para ella significaba más problemas.

—No seas tímida. —Pidió Eero al ver a la chica muy tensa. —Hace un lindo día, ¿por qué no se quita esa prenda para dejarnos admirar su belleza?

Aquella petición por parte del actual jefe la quiso llevar a un colapso de nervios. Sin querer, miró disimuladamente a Harald pidiendo su aprobación o más bien su opinión, el rey, aun molesto por los acontecimientos, decidió hablar en su nombre.

—Ella no puede mostrarse ante cualquier persona, es una regla que tenemos en nuestro reino.

— ¡Tonterías! —Comentó Eero riendo por tal absurda costumbre. —En cuanto se case con mi nieto formará parte de nuestra familia y nuestra tribu. —Dijo señalando a los vikingos. —Aquí somos libres de mostrarnos. ¿No es así Hiccup?

El chico sólo hizo una mueca de fastidio, denotando de aquella manera su disconformidad, mientras tanto, Harald apretó los puños conteniendo su furia, de nuevo se sentía desplazado, tal como la verdadera Camicazi había hecho con él, pero si quería las relaciones amistosas con ese pueblo tendría que acostumbrarse al igual que la suplente que su sobrina había conseguido.

—Muy bien. —Resopló y dirigió la vista a su acompañante que esperaba alguna clase de señal. —Camicazi, puedes quitarte el niqab... no hay que ser "irrespetuosos" con los berkianos. ¡Mucama! —mandó a llamar a Ruffnut que a torpes pasos se acercó a ellos, deleitando los ojos de dos vikingos. —Ayúdala... por favor.

Con mucho cuidado, Ruffnut, ayudada por Astrid, empezaron retirar aquel trapo, revelando poco a poco aquel hermoso vestido que había encantado al rey, para finalmente asombrar a la multitud que dio un grito ahogado al ver por fin a quien se había mantenido oculta.

Los que más exageraron con las reacciones fueron Bork, que se talló los ojos por la sorpresa, Eero quién por un segundo se arrepintió de no haber tomado aquella joven como su esposa, Snotlout y Fishlegs cuyas mandíbulas cayeron por la sorpresa, pensando que su amigo era demasiado afortunado.

Astrid se empezó a sentir incomoda con las miradas de todas aquellas personas, miró disimuladamente al chico con el que se casaría y este sólo parecía una roca sin expresiones, aunque con una mirada muy penetrante. No le gustaba para nada aquella mirada y en general la de los demás, pues pensó que si la gente se enteraba que no era más que una esclava probablemente la única expresión que obtendría de ellos sería una de repudio.

Hiccup trató de ocultar su sorpresa, la chica frente a él poseía una belleza digna de envidiar, pero eso no bastaba, él tenía bien definido qué clase de chicas les gustaba y la fragilidad que ella mostraba no era una de las cualidades que buscaba en una mujer, por lo que quedaba descartada.

LUZ DE LIBERTAD (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora