Capítulo XXVII

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Hosten

Estaba todo listo, le había dado el anticipo al viejo herrero del pueblo quien le aseguró que tendría el ancla en un par de semanas; quedando arreglado ese asunto, el médico salió en compañía de su fiel perro de la fragua, aliviado de que pronto saldría a investigar el mundo como siempre quiso y no sólo eso, acompañado por una increíble mujer.

—¡Doctor, doctor!

Escuchó que alguien detrás de él lo llamaba con insistencia, no tuvo que girarse para adivinar que era su mayor benefactor: el padre de Sigrid, Marten.

—Buenos días, señor. —Saludó tratando de sonar tan fastidiado, el hombre solía quitarle mucho de su tiempo.

—Buen día, doctor... ¡qué bueno que lo encuentro! —Saludó animadamente el regordete hombre. — ¿Cómo va Sigrid con las lecciones?

— ¡estupendamente!, quién diría que tenía talento para la botánica. —comentó con sarcasmo que no fue notado por el padre.

—Me alegro de que esa niña indague más en otras labores a los que normalmente hace una mujer, y más que sea con usted, que es nuestro médico predilecto.

— ¿Será por qué soy el único aquí?

—No sea tan modesto. —rio Marten golpeándole la espalda. —Doctor, ¿tiene tiempo? Hay algo que quiero ofrecerle.

—Señor, me encantaría, pero debo volver.

Spinel empezó a caminar en reversa en un intento de evadir la aburrida plática.

—Por favor. —suplicó el hombre como cuando lo persuadió de enseñar a su hija.

—¡Ay, está bien! —dijo con fastidio. — ¿En qué le puedo ayudar?

—Usted sabe que mi hija y su felicidad es lo más importante para mí y mi mujer.

—Sí, nunca lo dudé. —Comentó Spinel rodando los ojos. —Señor, ¿qué es lo que quiere?

—¡Quiero que te cases con mi hija! —soltó rápidamente sin titubeo ni suplica alguna, más bien al médico le sonó como una exigencia.

— ¿Disculpe? — Spinel soltó una risita incrédula.

—Sí, no cabe duda de que usted es el mejor partido para mi hija. —empezó el hombre a rodearlo con su gran inmensidad, analizándolo de pies a cabeza por delante y por atrás. —Así que quiero que se case con ella, a cambio, yo le pagaré una generosa cantidad de pepitas de oro, usted sabe que tengo buena posición ante el jefe Gobber, quien me puso a cargo de este lugar.

—Sí, eso lo tengo claro. —respondió el chico sin dejarse intimidar. —Pero lo lamento, rechazo la oferta.

—¿Cómo?

—Como escucha, no me voy a casar con su hija.

—¿Se puede saber por qué? —preguntó Marten ofendido, deteniendo su paso frente a él para encararlo.

—Señor, en primer lugar y sin ofender, su hija es una niña, tal vez a algunos hombres las prefieren así, pero no es mi caso, que por cierto soy mucho mayor que ella.

— ¿En segundo?

—Sí, lo más importante... ya tengo novia, y por supuesto es con ella con quien en un futuro quiero casarme.

— ¿La Berserker? —preguntó el hombre detenidamente.

—Así es, hasta usted la conoce.

— ¡claro! —soltó una carcajada Marten. —La pobre desahuciada muchacha que encontraste en la playa, que ¡vaya! fue de gran ayuda en el pasado con la captura del jaguar, buena chica.

LUZ DE LIBERTAD (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora