Capítulo VIII

748 66 9
                                    




— ¿Por qué me dices eso? —Preguntó Astrid soltando su mano.

—Creí que habías aceptado. —Respondió Hiccup con el ceño fruncido.

—Es que... todo se me hace muy repentino. —Dijo titubeante peinándose el flequillo con nerviosismo. —Dime... ¿qué es lo que pretendes?

—No pretendo nada, lo juro...y admito que no puedo romper el compromiso ya que tu dote fue una isla que utilizaremos para los dragones, por eso es por lo que quiero que esto funcione... me refiero a lo nuestro.

Astrid se cruzó de brazos, resoplando con molestia, sabía que había algo detrás de toda aquella "bonita" propuesta.

—Pero lo que te dije es cierto.

Volvió la mirada al jefe quien tenía una posición muy firme y en sus ojos no había malicia alguna como en otras personas que recordaba con molestia.

—Realmente quiero llevarme bien contigo. –Continuó Hiccup. —Te tomé como mi esposa física y espiritualmente, creo que es lo menos que podría hacer.

—Entonces lo haces por obligación... no porque quieras.

—Eso parecer ser, pero por lo que veo sólo hay dos caminos: tratar de que esto funcione o vivir siempre lamentándonos.

—Pero sería vivir en una farsa.

—Si así tú lo quieres ver, pero prefiero llevar un trato cordial contigo a estar resentido como lo estuve en los últimos meses; ...además, después de lo que pasó entre nosotros no creo ser capaz de entablar una relación con una mujer diferente... por eso seré fiel a ti.

Astrid enrojeció de la pena, la piel se le erizó por completo y sintió correr un escalofrió por todo su cuerpo. No sabía que decir, por lo que optó por tomar asiento en la arena en un intento por controlar sus nervios desbocados y tratar de pensar con la cabeza fría. Hiccup la imitó sentándose a unos centímetros de ella, dejando a Toothless como separación entre ellos. Ya sin ningún tipo de decoro, la esclava acarició al dragón que poco a poco empezaba a cerrar los ojos, probablemente aburrido de escuchar su plática.

— ¿Ósea que nunca tendrás un amante? —preguntó nerviosa.

—No, ya te lo dije... pero tú puedes ser libre de "ponerme los cuernos"; a pesar de que estemos casados no te impediré amar a alguien más.

Astrid soltó una risita sarcástica por tremendas ideas; ¿quién podría amarla en su situación? Mucho más en su calidad de esclava, algo que recordó al acariciar disimuladamente la marca en su cuello.

—No digas tonterías... no soy esa clase de persona.

—Entiendo... entonces ¿amigos? —Insistió de nuevo.

De no ser por Toothless en medio de ellos y la oscuridad de la noche, Hiccup hubiera podido apreciar la mueca de incertidumbre y bochorno de Astrid, esta seguía dudando, se empezó a sentir estúpida por no sentir esas palabras dirigidas a ella si no a Camicazi, así como también le abrumaba tanta libertad que él estaba indirectamente dispuesto a darle. Pensándolo fríamente, creyó que no debería importarle, su instinto le decía que debía tomar aquel regalo que le estaba ofreciendo, aunque no fuera la princesa, de quien pensó que realmente era una tonta por haber rechazado a este extraño tipo de "príncipe".

— ¿Camicazi? —llamó Hiccup al no recibir respuesta. — ¿Princesa?

—Odio esto. —la escuchó murmurar.

— ¿Qué te diga princesa?

Astrid se dio cuenta que había hablado en voz alta, se sintió mucho más avergonzada por lo que sólo afirmó a la pregunta, dándole a entender que el título "princesa" le molestaba, y era verdad también lo odiaba.

LUZ DE LIBERTAD (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora