Capítulo XLIII

1K 63 56
                                    




El espectáculo continuaba en Berk, y Camicazi era la principal espectadora; la batalla que había presenciado, había sido de su completo desagrado, y ahora no dejaba de sentir la mirada de odio y coraje de Ruffnut sobre ella, que a pesar del desastre que ocasionó, permaneció en silencio mientras era amarrada y sometida por los mercenarios, algo que consideró inteligente de su parte, ya que si hablaba, ella no dudaría en refundirla como lo había hecho con Astrid, después de todo tenía el poder y el apoyo de su "esposo" para hacerlo.

Sin embargo, había otra cosa que lo intrigaba, aquel joven de cabello castaño que los mercenarios amarraban, y llevaban inconsciente junto con los otros vikingos en dirección a las mazmorras, por órdenes de Eero.

— ¿Quién es ese, jefe? ¿Acaso esa esclava se atrevió a engañarlo carnalmente también?

—Princesa...—gruñó Eero con fastidio. —Debo aclararle que no me encuentro de humor, pero ya que me pregunta debo decirle que ha cometido un error.

— ¿U-un... error?

—Así es, usted cree que soy su esposo, pero no es así... ¡es él! —señaló a los vikingos que cargaban a su muchacho. —¡Mi nieto Hiccup!

—Pe-pero... yo pensé... que...

—No sea tonta, yo ya no soy capaz de poseer a una mujer así que no serviría... así que a quien le debe su lealtad es a él.

Camicazi tragó saliva, ya que, de no haber sido informada, hubiera cometido un error fatal en su plan, sin embargo, este aun corría riesgo ya que los vikingos se estaban llevando a su verdadero marido.

—¿A dónde se lo llevarán?

—¡A las mazmorras! —interrumpió el furioso Lennart la conversación. — ¡Eero, esto no se va a quedar así! Hiccup pagará lo que le hizo a mi hijo... ¡MI MUCHACHO!

—Lennart... sé que estás molesto...lo comprendo, pero ¡Hiccup se estaba defendiendo! Esa mujer es la que lo incitó a hacerlo.

—¡¿MOLESTO?! —se burló el lloroso hombre. —Eero... esto no puede quedar impune, debes juzgar a Hiccup o si no...

—¡NADA! —silenció Eero con un grito confrontando a su viejo amigo y fiel servidor. —Hiccup no sabía lo que hacía... ¡entiende! Esa maldita mujer lo manipuló. ¿NO ES ASÍ? —le gritó a Camicazi, quien espantada con la discusión sólo asintió fingiendo inocencia.

—Debes castigarlo...—siguió llorando Lennart. —¡Hacerlo pagar!

—Lo llevaré a prisión por lo pronto, hasta que el mismo acepte que fue manipulado por esa mujer y reconozca que esta mujer. —señaló a Camicazi. —Es su verdadera esposa.

Camicazi trató de disimular la emoción al ver que por el lado de hacer oficial su matrimonio no tendría problema; sin embargo, Lennart no quedó satisfecho con la respuesta.

.

.

Se alejó furioso de ambos, tratando de idear una manera de cómo hacer pagar a Hiccup. Regresó al área del crimen para tratar de aclarar sus ideas, pero por más que le daba vueltas al asunto no encontraba consuelo al dolor que sentía, Eero tenía el apoyo de todos, y por supuesto protegería sus intereses. Comenzó a patear la tierra con odio, culpando a Hiccup y a esa mujer que también se le había metido a la cabeza a su hijo, y en su rencor y desquite un brillo singular en la tierra llamó su atención. Se agachó para ver qué era eso que brillaba con los destellos del sol que estaba en su punta máximo del atardecer, y lo que se encontró fue con una valiosa piedra que estaba atada a un collar de plata.

¿Sería de ella? Fue lo primero que se preguntó.

Tenía que ser, en Berk no había joyería tan extravagante y si la había era obvio que sólo pertenecería a los jefes, o, mejor dicho, a las esposas de los jefes.

LUZ DE LIBERTAD (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora