Episodio 42

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Sarah se encaminó hacia la puerta y regresó abruptamente a Lalisa.

- No, mantente alejada de mí. - Lisa alargó el brazo en señal de advertencia. - Sarah , no me pruebes.

- No tengo miedo de ti. - murmuró Sarah mientras deslizaba la boca por el borde de la mandíbula de Lisa.

- Te amo. Ten cuidado. - Lalisa enterró su rostro en el cabello de Sarah , sujetándola firmemente.

- Te amo. - Ella besó su sien. - Vete ahora.

Sarah acarició el rostro de Lalisa con dedos temblorosos antes de salir de mala gana de la habitación. Lisa se acercó lentamente a la cama y se arrodilló sobre el suelo de tablones. Actuando por puro instinto, deslizó una mano detrás del cuello de Jennie y un brazo alrededor de su cintura. Suavemente, la tomó entre sus brazos y patinó su boca sobre la mejilla de Jennie, saboreándola. Roble y vino oscuro y medianoche en el bosque.

Ella se estremeció con una oleada de posesión primitiva. Su lobo arañó y gimió con una fiera necesidad de proteger. Quería destruir lo que fuera que estaba dentro de Jennie que amenazaba con llevársela. Ella acunó la cara de Jennie contra su pecho y dejó que su lobo se levantara.

- ¿Lisa? - Jennie agarró los brazos de Lalisa.

- ¿Lalisa?

- Sí. - dijo Lisa apretando los dientes, el frenesí rasgando sus entrañas.

Ella estalló en un sudor, empapada en feromonas y adrenalina. Su sexo se hinchaba, las glándulas profundamente arraigadas se expandían tan rápidamente que su clítoris se irguió dolorosamente. Quería subir sobre Jennie y frotar su sexo por todos lados, pero algo mucho más primario que el frenesí sexual la impulsó. Quería dominarla, marcarla con garras y dientes. La necesidad de reclamarla era una furia en la sangre de Lalisa.

Mía

El rostro de Jennie se retorció de dolor. Abrió los ojos y encontró a Lisa. Tocó la cara de Lisa con la más ligera de las caricias.

- Ayúdame. Lalisa... Alfa, ayúdame. - Dijo Jennie.

Y de repente, Lisa comprendió en un lugar más profundo, más profundo que el pensamiento o la razón, lo que debía hacer. Ella era Alfa y Jennie era suya, como cada lobo era suyo, pero más. Se subió a la cama con Jennie en sus brazos y la sostuvo en su regazo. Transmitiendo todo su poder, dio la orden que ninguno de los suyos pudo resistir.

- Ven a mí, mi lobo.- Dijo Lalisa y Jennie jadeó, sus brazos y piernas sacudiéndose con violentas contracciones.

- Oh Dios, - gritó. - duele. Duele.

Los caninos de Lisa entraron en erupción y un rastro de plata se extendió por el centro de su abdomen. Su clítoris golpeaba, sus glándulas sexuales palpitaban. Su lobo estaba sobre ella.

- Déjala venir, Jennie. Libérala.

La sangre manchó la boca de Jennie y sus ojos se pusieron en blanco. Lalisa sostuvo a Jennie con fuerza, sintiendo los huesos moviéndose bajo sus manos. Un resplandor de piel de medianoche onduló bajo la piel de Jennie, pero aun así, ella no se movió. Los ríos carmesí fluían de la boca de Jennie hacia su cuello y su pecho. Sus respiraciones ásperas tartamudearon y se detuvieron abruptamente. Lisa gruñó, furiosa por haber sido desobedecida. Apretó la nuca de Jennie, con sus garras pinchando la piel, y la sacudió.

- ¡No morirás! Cambia. - Dijo Lisa.

Jennie se estremeció, gritando, letales caninos estallando y lacerando su labio inferior. Las garras cortas y afiladas rompieron a través de las yemas de los dedos y marco la espalda y los hombros de Lisa en un frenesí sin sentido. El lobo de Lisa rechinó los dientes, enfurecido, exigiendo dominar, reclamar. Lalisa arrojó a Jennie sobre su espalda y se montó sobre su estómago. Ella gruñó en la cara de Jennie.

- Cambia. - Ordenó Lisa.

Jennie atacó con una fuerza inesperada y enterró sus caninos en el pecho de Lisa, justo encima de su pecho. La visión de Lalisa se puso roja. Sus glándulas sexuales explotaron, feromonas bombeadas de cada célula, y ella vino con un rugido. Se dobló en un éxtasis de dolor y placer, la boca de Jennie todavía en su pecho. En el fugaz segundo antes de que su lobo rompiera libremente, sus ojos se encontraron con los de Jennie y ella vio triunfo en el brillo negro-dorado de los ojos de Jennie.

Aullando en una furia de orgasmo, Lalisa se curvó protectoramente alrededor del lobo negro de medianoche que se estremeció contra su vientre. Agotada, Lisa jadeaba, sus miembros temblaban, sus caderas todavía se flexionaban incontrolablemente. ¿Jennie ? Ella acarició el cuello del lobo y gimoteó preocupada.

Jennie, ¿puedes oírme?

El lobo negro le lamió la cara en respuesta. Lisa suspiró y apoyó su hocico en la parte superior del hombro de Jennie, colocando la cabeza de Jennie firmemente debajo de su barbilla. El frenesí había desaparecido. Se sentía satisfecha, contenta. Jennie estaba a salvo, y ella la mantendría así.

Empire I ( Metamorphosis ) [ Finalizada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora